martes, 31 de julio de 2012

El Catecismo del Concilio Vaticano II para la nueva evangelización




Alguien dijo que leemos para saber que no estamos solos (de la película “Tierras de penumbra”, Shadowlands, R. Attenborough, 1993). Quizá hoy se podría decir, pensando en los móviles y en fenómenos como el “whatsapp”: llamamos para saber que no vivimos solos.

     Y no lo estamos. Al menos los cristianos lo sabemos. La fe nos asegura que Dios nos ha querido salvar no individualmente sino por medio de una familia –la Iglesia–, semilla de unidad en la familia humana.


martes, 17 de julio de 2012

Jesucristo, la gran noticia de Dios

Multiplicación de los panes y de los peces,
Iglesia de San Salvador, Chora (Estambul),
fotografía de D. Osseman


Ser cristiano es ser apóstol, tener una misión. El apostolado cristiano, la evangelización, consiste en contarle al mundo nuestro encuentro personal con Jesucristo: comunicar (ante todo con la coherencia de nuestra vida) esta buena noticia, la gran noticia, la mejor noticia para cada persona y para la humanidad.

      ¿Y cuál es esta noticia? Que Dios no sólo nos ha hablado en su creación, en el mundo que nos rodea, y también en las Escrituras; sino que nos ha enviado a su Hijo para liberarnos del pecado y, por medio de la Eucaristía, darnos una vida plena. Esto nos hace testigos y anunciadores del Evangelio.


miércoles, 11 de julio de 2012

Discernir en la nueva evangelización


El “Instrumento de trabajo” para el Sínodo sobre la nueva evangelización tiene una introducción, cuatro capítulos y una conclusión. Nos detenemos ahora en la introducción.


El marco de la única misión, en la estela del Concilio Vaticano II

     La nueva evangelización se sitúa en el marco de la única misión de la Iglesia: es decir, la transmisión de la fe, que se realiza a través de diversas tareas. Puede decirse que estas tareas son cuatro: la evangelización “ordinaria” de la Iglesia (esto es, su autoevangelización o la formación permanente de los católicos), la tarea misionera (las “misiones”, dirigida a los no cristianos e incluso a los no creyentes), la tarea ecuménica (dirigida a promover la unión con los cristianos no católicos); y la tarea que tiene como destinatarios aquellos cristianos que se han alejado de la Iglesia y de la vida cristiana.

martes, 3 de julio de 2012

En la oración salimos de nosotros mismos


M. Chagall, El retorno del hijo pródigo (1976). 
(para agrandar la imagen)

Ha vuelto el hijo pródigo (cf. Lc. 15, 11 ss). Mientras Rembrandt pinta la escena con muy pocas personas, en la intimidad de la familia, Chagall la sitúa en la plaza de la localidad. Todos participan en la fiesta del reencuentro, con una alegría inmensa. La escena tiene lugar idealmente en la ciudad natal del pintor (Vitebsk). Al fondo, en blanco, la catedral ortodoxa, con su cúpula en bulbo; delante, la casa familiar, en rosa, con tres ventanas.
      Arriba a la izquierda, el potente sol, que todo lo ilumina, y el gallo rojo, típicos de Chagall. Si se agranda la imagen, debajo se ven los músicos: un violinista con los brazos abiertos y otro que toca el shofar, cuerno de carnero que se toca en las fiestas judías de Año nuevo y del perdón. Un hombre sostiene el rollo de la Torá. Más abajo otro abre un libro, quizá de oraciones. Detrás del hijo, hay un bosquejo de una pareja de novios, y más claramente una joven de falda roja (¿un primer amor?) ofreciendo un ramo de flores, mientras mira al espectador, como invitándole a entrar en la escena