miércoles, 13 de diciembre de 2017

Dimensiones de la coherencia cristiana

 

Marc Chagall, Cristo y el pintor (1951), Museos Vaticanos.

En el Documento de Aparecida puede leerse: “Cuando hablamos de una educación cristiana entendemos que el maestro educa hacia un proyecto de ser humano en el que habite Jesucristo con el poder transformador de su vida nueva” (n. 332). Esto tiene especial interés en la perspectiva del próximo Sínodo sobre los jóvenes.

La formación cristiana está centrada en Cristo. San Pablo exhorta a los Filipenses para que tengan “los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp 2, 5). Y a los Corintios les dice que tienen “la mente de Cristo” (1 Co 2, 16). La carta a los Hebreos explica la entrega de Cristo en toda su vida, y especialmente en la Cruz, en solidaridad por la salvación de todos los hombres. Estas son las coordenadas de la educación cristiana, sobre la base de la antropología bíblica, que ve a la persona como imagen de Dios (cf. Gn 1, 27).

Por tanto la educación cristiana se asienta sobre los fundamentos antropológicos y éticos de la racionalidad, de la afectividad y de la dimensión social. Pero no se queda a nivel meramente humano, sino que asume esas tres dimensiones en la plenitud de Jesucristo, que da así unidad al vivir cristiano en la apertura al amor divino. En efecto, “Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (Gaudium et spes, 22).

Esto requiere, primero en los educadores cristianos, unas adecuadas disposiciones y actitudes, que comienzan por cultivar la amistad personal con Jesucristo y, al mismo tiempo, conocer en profundidad el mundo en que vivimos y las personas que nos encontramos. Y todo ello es condición para vivir y transmitir la coherencia cristiana.

martes, 21 de noviembre de 2017

Vivir, conocer, comprender la Iglesia



El autor de este blog ha publicado "Eclesiología", en la colección de manuales ISCR del Instituto Superior de Ciencias Religiosas (ed. Eunsa), Universidad de Navarra.

El libro tiene como objetivo presentar una visión de conjunto de la Eclesiología.

Se plantea responder a preguntas acerca de la naturaleza y el origen de la Iglesia, no solamente como institución sino también en su realidad más profunda: ¿Quiso Cristo la Iglesia?, ¿cómo está configurada, quiénes pertenecen a ella y cómo se relacionan con ella otras personas?

Asimismo se ocupa del desarrollo, misión y destino de la Iglesia: lo que puede o no puede cambiar en la Iglesia y por qué, el papel que juega la Iglesia en los ámbitos culturales y sociales, el modo de compaginar en la Iglesia lo universal y lo local, si cabe la salvación fuera de la Iglesia, cómo es la relación de la Iglesia con los judíos y con otras religiones, qué pasará con la Iglesia cuando se acabe la historia. También se da pie a cuestiones muy actuales y personales: ¿cómo hablar hoy de la Iglesia? ¿Cabe “sentir” con la Iglesia, identificarse con ella?

* * *

viernes, 8 de septiembre de 2017

Francisco, pontífice de la paz



Con un mensaje de paz y de reconciliación va Francisco a Colombia, en su viaje número 20. Es el tercer Papa que visita ese país después de Pablo VI (1968) y Juan Pablo II (1986). Le acogen cuatro ciudades. Bogotá, capital del país y sede cardenalicia. Villavicencio, de gran valor ecológico y puerta de entrada a una región especialmente afectada por el conflicto armado ahora en vías de resolución, tras el acuerdo del 12 de noviembre. Medellín, destacada por la presencia eclesial y como símbolo del narcotráfico. Cartagena, que guarda los restos de san Pedro Claver, cuya memoria está unida a la historia de la esclavitud, y que cuenta con una gran presencia de afrocolombianos.

En su videomensaje el Papa explica el lema de la visita: “Demos el primer paso”. Se refiere a la paz que tanto trabajo va costando conseguir. Augura “una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”. Y subraya su fundamento: “La paz nos recuerda que todos somos hijos de un mismo Padre que nos ama y nos consuela”.

Ya en su exhortación programática sobre “la alegría de evangelizar” (2013), Francisco señalaba que la paz no se puede reducir a una ausencia de violencia, sobre todo si es impuesta por unos pocos con perjuicio de los más pobres y débiles; o a una ausencia de guerra, en equilibrio inestable. La verdadera paz no puede ser una paz meramente negociada, sino solo un fruto del desarrollo integral de todos.

Y citaba unas palabras de la Congregación para la doctrina de la fe: “La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos” (Instrucción Libertatis nuntius, 1984).


(publicado en "La Razón", 8-IX-2017)

miércoles, 26 de julio de 2017

Jesucristo en el centro de la educación de la fe

B. E. Murillo, La resurrección del Señor (1650-1660)

En un mensaje al Simposio internacional de catequética, celebrado en Buenos Aires del 11 al 14 de julio, el Papa Francisco ha señalado exactamente el centro de la educación de la fe: “Cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros”.

En el citado Simposio ha intervenido Monseñor Luis Ladaria, actual prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe. En su exposición ha subrayado que Cristo es el centro de la fe porque es el único y definitivo mediador de la salvación, al ser “testigo fiel” (Ap. 1, 5) del amor de Dios Padre. La fe cristiana es fe en ese amor, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo y dominar el tiempo. El amor concreto de Dios Padre que se deja ver y tocar en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, Dios y Hombre verdadero. Ese amor del Padre manifestado en Cristo nos llega a nosotros gracias a que estamos ungidos por el Espíritu Santo desde nuestro bautismo.

En este proceso la resurrección de Cristo ocupa a su vez un lugar central ¿Qué consecuencias “prácticas” tiene esto y cómo nos afecta? ¿Cómo debe comprenderse y vivirse la centralidad de Cristo en la educación de la fe?

martes, 20 de junio de 2017

Corazón de misericordia

(reproducimos aquí con pequeños cambios la entrada publicada en junio del año pasado)

Junio es el mes del Corazón de Jesús, y por tanto, aquí “tocaba fondo” el Año de la misericordia. En el retiro espiritual que el Papa Francisco impartió con ocasión del jubileo sacerdotal (2-VI-2016), la víspera de la fiesta del Corazón de Jesús, explicaba qué es la misericordia de Dios y cómo nos va cambiando en personas misericordiosas. De Jesús aprendemos y en él vivimos qué significa "tener corazón" en cristiano.

La misericordia aparece ante todo como atributo de Dios (el nombre de Dios es misericordia), de sus “entrañas maternas” y de su fortaleza y fidelidad paterna. También como fruto de la Alianza con su Pueblo elegido. Y esto nos llega en el perdón de nuestros pecados por el sacramento de la Confesión o de la Penitencia.

La misericordia se derrama, explica Francisco, por dos vertientes: la misericordia de Dios con nosotros y nuestra misericordia con los demás, que nos conduce siempre a recibir de nuevo, con un espléndido efecto “boomerang”, la misericordia de Dios. Dos vertientes, y al mismo tiempo, una sola fuerza unitiva, la mayor fuerza unitiva que atraviesa la vida espiritual.

Tres sugerencias iniciales apunta el Papa para la oración sobre la misericordia: saborear con gusto lo que Dios nos concede, para agradecerle sus dones; evitar una excesiva intelectualización de la misericordia (que está hecha para la acción, para el servicio y para ayudar a los demás); pedir la gracia de crecer en misericordia, es decir, de ser más capaces de recibir y dar misericordia. Y en esta línea y como consecuencia, pide el Papa también la “conversión institucional, la conversión pastoral”.

Sigamos ahora el desarrollo de cada una de las tres meditaciones.

domingo, 18 de junio de 2017

Evangelización con los más pobres


Dextera Domini (diestra o mano derecha del Señor), pintura mural del s. XII

Con un importantes mensaje titulado “No amemos de palabra sino con obras” (13-VI-2017), el Papa Francisco ha instituido la “Jornada mundial de los pobres”, que se celebrará este año, por vez primera, el 19 de noviembre de 2017.

Se trata, afirma en la introducción, de “un imperativo que ningún cristiano puede ignorar”, sobre todo teniendo en cuenta el contraste “entre las palabras vacías presentes a menudo en nuestros labios y los hechos concretos”. Así de claro lo dice Francisco: “El amor no admite excusas: el que quiere amar como Jesús amó, ha de hacer suyo su ejemplo; especialmente cuando se trata de amar a los pobres”.

No se trata de un mero sentimiento de compasión más o menos auténtico que surge de nosotros; sino de una respuesta de amor a la entrega de Jesús por nosotros, que comienza por la acogida de la gracia de Dios, de su caridad misericordiosa, de manera que nos transforme por dentro, que nos mueva a las obras de misericordia en favor de nuestros hermanos y hermanas que se encuentran necesitados.

jueves, 8 de junio de 2017

Las bienaventuranzas, retrato de Cristo y del cristiano

J. Tissot, El Sermón de las bienaventuranzas (1886-1896)


El Espíritu Santo, ha señalado el Papa Francisco, es espíritu de unidad y diversidad, de fraternidad y de libertad, de perdón, misericordia y renovación (cf. Homilía en Pentecostés, 4-VI-2017). Con la celebración de su venida se consuma el tiempo de la Pascua cristiana. Es esta una buena ocasión para poner de relieve un aspecto fundamental en la preparación del sínodo sobre los jóvenes (octubre de 2018). Se trata de las bienaventuranzas, camino que Francisco ha querido subrayar en las Jornadas mundiales de la juventud de 2014 al 2016, y que brilla en los santos, sobre todo en María. Las bienaventuranzas son el corazón de la santidad.

Si buscamos el término “bienaventuranza” en el diccionario del español, encontramos tres significados: según la religión cristiana, la vista y posesión de Dios en el cielo; según la predicación de Cristo en los evangelios, cada una de las ochos fórmulas de felicidad espiritual que Él manifestó a sus seguidores como ideal de vida; felicidad humana en relación con la prosperidad.

Los tres significados tienen algo en común: la relación con la felicidad. Ahora bien, la idea que se tiene de la felicidad puede ser muy distinta. Pero todos aspiramos a una vida feliz (o lo más feliz posible), es decir, a una vida sin deficiencias ni límites. Es lo primero que consideramos. Pasamos luego al significado profundo y primero de las bienaventuranzas del evangelio para los cristianos: el rostro de Cristo y a partir de ahí el rostro del cristiano; y en consecuencia, su significado para la antropología y la ética en perspectiva cristiana. Finalmente consideramos el valor y la relevancia de las bienaventuranzas en nuestra situación actual.

miércoles, 10 de mayo de 2017

La formación de la conciencia según Guardini


Alguien dijo que todo comienza por la conciencia y nada vale si no por ella. Estos días y siempre vemos cómo desde la política y la economía, la comunicación y la educación se sigue valorando mucho la conciencia moral. Resulta lógico que tanto los anteriores sínodos sobre la familia como la preparación del próximo sínodo sobre los jóvenes subrayen la importancia del discernimiento y de la formación de la conciencia [1]. Una joya sobre el tema es el pequeño libro de carácter práctico que publicó Romano Guardini por vez primera en 1929, titulado “El bien, la conciencia y el recogimiento” (cf. R. Guardini, La fe en nuestro tiempo, ed. Cristiandad, Madrid 1965, pp. 117-198).

El libro está dividido en tres conferencias o meditaciones. En la primera, la más amplia, se trata de la conciencia moral desde un punto de vista antropológico y fenomenológico. La segunda amplía esa visión hacia la perspectiva religiosa y teológica de la conciencia en relación con el mensaje cristiano. La tercera se ocupa de lo que podríamos llamar la parte que debe poner el sujeto. Todo ello se dirige a iluminar la formación de la conciencia y más en general la educación moral [2]

jueves, 20 de abril de 2017

La Cruz ante la banalidad del mal

Anne-Marie Pelletier —autora de los textos del Via crucis que se han leido en 2017 en presencia del Papa— ha señalado en diversas entrevistas que la Cruz no puede ser un objeto decorativo a la moda. Ni menos puede ser, como por desgracia ha sucedido algunas veces durante la historia, un estandarte levantado para la exclusión o la persecución.

La Cruz, prosigue explicando A.-M. Pelletier, no es tampoco un reflejo –con expresión de Hanna Arendtde la “banalidad del mal”, ante la que parece que estamos acostumbrados.

Estas palabras manifiestan bastante bien la situación de nuestra cultura occidental: junto a indudables logros en lo científico y tecnológico, estamos sumergidos en una especie de ceguera moral, producida por un sol de tinieblas (Bernanos) que hace que nos parezcan casi normales las innumerables víctimas de la historia y el abismo sin fondo de la crueldad humana, y que miremos todo eso con indiferencia.

Posverdad y evangelización

En nuestros días se habla de “posverdad” para denominar la “confianza en afirmaciones que se 'sienten verdad' pero no se apoyan en la realidad” (The Economist, 10-IX-2016, p. 11). O sea, la vuelta o la permanencia del reino de la mentira, especialmente en la política y en la comunicación, pero no solo ahí, sino también en general.

Pues bien, en esta “era posverdad” nos viene bien tener presente en qué consiste el anuncio de la verdad, y no de cualquier verdad sino de la verdad del Evangelio. En su homilía durante de la Misa crismal (13-IV-20117), el Papa Francisco ha desarrollado el modo en que especialmente los sacerdotes han de realizar el anuncio de la fe, la “buena noticia” (Evangelio) que comporta esencialmente la alegría.

martes, 18 de abril de 2017

El valor del compromiso

La Pascua cristiana es la celebración del cumplimiento de los compromisos divinos. ¿Y qué hay de los nuestros? ¿Pero tiene sentido el compromiso? ¿Vale la pena comprometerse, por ejemplo en el matrimonio?

Escribe el Papa Francisco que “comprometerse con otro de un modo exclusivo y definitivo siempre tiene una cuota de riesgo y de osada apuesta”. Y añade que el rechazo de asumir este compromiso tiene algo de egoísmo interesado, no acaba de reconocer los derechos del otro y no termina de presentarlo a la sociedad como digno de ser amado incondicionalmente (cf. exhort. Amoris laetitia, n. 132).

Situados entre los sínodos sobre la familia y el sínodo sobre los jóvenes, el compromiso es un tema puente que vale la pena plantearse. Comenzamos por la mirada al ambiente cultural sobre el compromiso y examinamos su significado antropológico. Nos fijamos luego en el contenido bíblico y cristiano de ese valor. Por ultimo mostramos algunas características del compromiso propio de la vocación para formar un matrimonio y una familia.

viernes, 24 de marzo de 2017

Realismo y coherencia de la caridad

Una vez leí en Internet una descripción de la caridad que me pareció básicamente equivocada, pero con un punto de realidad. Venía a decir que la caridad es algo que hace que alguien mire a los demás por encima del hombro como diciéndole: yo soy bueno y tú no… Ciertamente eso no es la caridad, sino una deformación de la caridad que la destruye, lo que podríamos llamar la enfermedad de “la hipocresía de la caridad” o de “el amor fingido”. El punto de realidad, lamentablemente, es la existencia de esa enfermedad. Por eso es bueno reconocerla, preguntarse por sus causas y su tratamiento.

De esto se ha ocupado el Papa Francisco en su audiencia general del 15 de marzo. Se ha referido una vez más a la autenticidad del amor cristiano, de la caridad. Esa es, dice, nuestra vocación más alta, a la que está unida la alegría de la esperanza.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Sobre la tarea de las universidades y escuelas de inspiración católica

En su discurso a la plenaria de la Congregación para la Educación Católica (9-II-2017), el Papa Francisco se ha referido al importante papel de las universidades católicas y de las escuelas católicas. A este propósito cabe subrayar, entre otras cosas, el creciente interés que tiene el trabajo conjunto de estos dos tipos de instituciones educativas.

Como ha recordado el Papa en la exhortación Evangelii gaudium, “las Universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar el compromiso de evangelización”; y “las escuelas católicas (…) constituyen una contribución muy válida a la evangelización de la cultura, también en países y ciudades donde una situación adversa nos estimula a usar la creatividad para hallar los caminos adecuados» (n. 134).

Francisco ha subrayado tres aspectos, necesidades o, como les ha llamado, expectativas en esta tarea: humanizar la educación, promover la cultura del diálogo y sembrar esperanza.

viernes, 10 de febrero de 2017

La Trinidad y la educación cristiana

El Greco, Trinidad (1577-1580), 
Museo del Prado (Madrid)

Se habla y se debate estos días sobre la educación cristiana, qué es, qué no es, cuál es su centro y su marco. Y a este propósito cabe redescubrir, con toda su actualidad, las reflexiones de ese gran teólogo que es Jean Daniélou. Concretamente cuando apunta que la fe en Dios Uno y Trino nos revela las últimas profundidades de lo real, el misterio de la existencia. Y esto le parece esencial para la educación cristiana.

La Trinidad, escribe, constituye el principio y origen de la creación, de la redención y de la santificación. Todas las cosas le son finalmente referidas, pues ella es la que proporciona a todo su consistencia y su plenitud (cf. La Trinidad y el misterio de la existencia, Madrid 1969, p. 11).

lunes, 6 de febrero de 2017

Vocación cristiana y promoción humana

Cuando se emplea la palabra “vocación” (llamada), ha sido frecuente durante siglos pensar sólo en los candidatos para el seminario o para la vida religiosa. El Concilio Vaticano II habló de “vocación cristiana” y aún más: esa vocación cristiana es “vocación universal a la santidad”. En un sentido más amplio todavía, el Concilio habló de “vocación humana”, porque toda vida humana es una llamada a la plenitud de la belleza, del bien y la verdad que se abren en Dios.

Pues bien, la promoción humana –el desarrollo humano integral– es parte, y parte esencial, de la vocación cristiana; y más aún, de toda existencia humana. Así se dice en la encíclica Caritas in veritate, donde el término “vocación” aparece en 25 ocasiones:

“Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano”. Esa vocación universal al amor y a la verdad es manifestada por Jesucristo, que la libera de las limitaciones humanas y la hace plenamente posible.

martes, 24 de enero de 2017

Hacia el sínodo sobre los jóvenes


El documento preparatorio del Sínodo de 2018 sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” se dirige principalmente a los obispos y otras autoridades eclesiásticas. El Papa ha querido también entregarlo a los jóvenes como “brújula” para este caminar del sínodo (cf. Carta a los jóvenes, 13-I-2017).

La introducción plantea “acompañar a los jóvenes para que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud", y también pedir a los jóvenes que "ayuden a identificar las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia”. Para comprender y describir la experiencia vocacional propone fijarse especialmente en la figura del apóstol Juan.