domingo, 19 de diciembre de 2021

Valentía de la esperanza

 


 

                                 Ulises, atado al mástil para poder oír el canto de las sirenas sin ir en su busca

                                              (parte de un mosaico del s. III, museo nacional del Bardo (Túnez)



Durante su viaje a Chipre y Grecia, en su encuentro con los jóvenes atenienses (Discurso en la escuela de san Dionisio, Atenas, 6-XII-2021) Francisco les habla de belleza y asombro, servicio y fraternidad, valentía y espíritu deportivo. Y como resumen les propone la valentía de la esperanza.

Comienza invitándoles al asombro, que es tanto el principio de la filosofía como una buena actitud para abrirse a la fe.

“Esto es así porque tener fe no consiste principalmente en un conjunto de cosas que hay que creer y de preceptos que hay que cumplir. El corazón de la fe no es una idea, no es una moral; el corazón de la fe es una realidad, una realidad bellísima que no depende de nosotros y que nos deja con la boca abierta: ¡somos hijos amados de Dios! Este es el corazón de la fe: ¡somos hijos amados de Dios!

jueves, 25 de noviembre de 2021

Educación y humanismo cristiano

 

 

Ha sido publicado el libro del autor de este blog, R. Pellitero, Educación y humanismo cristiano. Una aportación de belleza y esperanza, ed. Eunsa, Pamplona 2021, 401 pp. 

(En la portada, Jesús escuchando y enseñando en el templo a los 12 años, según el detalle de esta vidriera, situada en la iglesia de Saint-Sulpice de Festugières, Francia, por Ludovic Alleaume, 1919)


De la contraportada

La pandemia del covid-19 ha replanteado nuevos e importantes retos a nivel educativo. Estaba ya en marcha un proceso de renovación del currículo de religión en distintos países, de acuerdo con requerimientos cada vez más internacionales y globalizados. A ello se añade, en lo que respecta a la Iglesia católica, la publicación de la tercera edición del Directorio para la catequesis (marzo de 2020) y el establecimiento del ministerio instituido de los catequistas (mayo de 2021).

En un ambiente de pluralismo social y religioso, la perspectiva cristiana contribuye a una auténtica globalización ética y educativa en nuestra cultura digital. Hace posible una existencia nueva, que viene acompañada de las semillas de una tierra nueva, de un mundo nuevo.

Este libro tiene tres partes. La primera presenta la necesidad de una acción educativa que promueva la integración de la persona en su propio crecimiento y maduración. La segunda muestra la centralidad de Cristo en una educación de inspiración cristiana que aspire a ser coherente. Acorde, por tanto, con las dimensiones educativas de la fe. La tercera concreta algunos objetivos y medios en el marco de la nueva evangelización.

Aspira a mostrar cómo el mensaje cristiano contribuye a humanizar el mundo en un horizonte de belleza y de esperanza. 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Fe cristiana, catolicidad y cultura digital

 

Dentro de su recién terminada catequesis sobre la Carta a los Gálatas (del 23 de junio al 10 de noviembre de este año 2021), el 13 de octubre el Papa Francisco dedicó su audiencia general de los miércoles a un punto clave: "Somos libres porque hemos sido liberados gratuitamente".

Esta exposición puede tomarse como representante de la entera catequesis de estos meses, si bien se centró en las consecuencias, para todo pueblo y cultura, de la libertad que Cristo nos ha obtenido.

Cuando los cristianos creemos que Cristo nos ha ganado la libertad y actuamos en consecuencia, entonces vivimos lo que san Pablo llama "La fe que obra por la caridad". (Ga 5, 6). Los fundamentalistas judaizantes que se le oponían pensaban que Pablo se dejaba llevar por un "oportunismo pastoral" (el querer agradar a todos). Pero él no quería hacer eso (cf. Ga 1, 10; 1 Ts 2, 5-5).

Lo que san Pablo predica, con el corazón inflamado por el amor de Cristo, nos muestra adónde lleva la fe en relación con las culturas. La fe cristiana no lleva a renunciar a las culturas o a las tradiciones de los pueblos, sino a reconocer las semillas de verdad y de bien que en ellas se contienen. Y así las abre al universalismo de la fe y las lleva a plenitud.

Este fue el argumento que Francisco desarrolló para explicar la relación entre el Evangelio y las culturas. Un tema que con frecuencia sale a debate, también en la opinión pública, a propósito de la historia de la evangelización. 

martes, 26 de octubre de 2021

Encuentro, escucha, discernimiento

(Participar en el sínodo sobre la sinodalidad) 

 


Al comienzo del proceso sinodal, que tiene como tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión” (2021-2023), el Papa Francisco ha tenido tres intervenciones: con los fieles de Roma (18-IX-2021, una reflexión al inicio del camino sinodal (9-X-2021) y una homilía en la Misa de apertura del sínodo (10-X-2021). En ellas ha aportado luces para este proceso sinodal singular, que nos lleva a caminar mejor con la Iglesia según las orientaciones del actual pontificado. Vale la pena detenernos en esas orientaciones y sus motivos.

 

¿Qué significan "sínodo" y "sinodalidad"?

1. En su discurso a los fieles de Roma, Francisco explicó que la sinodalidad, es decir la participación de todos y a partir de la Iglesia local, es expresión de la naturaleza de la Iglesia, de su estilo y de su misión. Ya desde los primeros cristianos existía este sentido de “sínodo” (caminar juntos) en la vida de la Iglesia. Todos los fieles sostenían a la autoridad desde la vida y a su discernimiento sobre lo que era mejor hacer, mantener o evitar. El Espíritu Santo asistía a cada uno según su condición y ayudaba a comprender y tomar decisiones a los apóstoles.

La participación en la vida de la Iglesia lleva, en efecto, a sentirse responsables de la institución eclesial, divina y la vez humana y social, cada uno según su condición y vocación, para el bien de la misión evangelizadora. Es una manifestación más de la “cooperación orgánica” entre pastores y fieles que caracteriza la vida de la Iglesia según el sentir del Concilio Vaticano II. 

domingo, 19 de septiembre de 2021

Catequistas: testigos de la fe en la vida ordinaria

 

Como aquellos discípulos que Jesús envía para preparar la primera eucaristía (cf. Mt 26, 17 ss.), los catequistas son invitados a ir “primero a la ciudad, al encuentro de las personas ocupadas en sus quehaceres diarios”. Así lo ha dicho el Papa Francisco en un encuentro con responsables de la catequesis en las Iglesias particulares de Europa, sobre “catequesis y catequistas para la nueva evangelización” (17-IX-2021).


Citando el nuevo Directorio para la catequesis, el sucesor de Pedro ha señalado que “la catequesis no es una comunicación abstracta de conocimientos teóricos que hay que memorizar como si fueran fórmulas matemáticas o químicas. Es más bien la experiencia mistagógica de quienes aprenden a encontrar a sus hermanos allí donde viven y trabajan, porque ellos mismos han encontrado a Cristo, que les ha llamado a ser discípulos misioneros”.

El núcleo de la catequesis es, pues, el testimonio del encuentro con Cristo, hecho anuncio y transmitido por los catequistas en el conjunto de su tarea educativa: ¡Jesucristo resucitado te ama y nunca te abandona! Tal es el primer anuncio que, subraya Francisco, nunca puede encontrarnos cansados o repetitivos en las distintas etapas del camino catequético. 

viernes, 27 de agosto de 2021

Liderazgo educativo y tecnologías digitales

 




En un discurso a la International Catholic Legislators Network (27-VIII-2021), el Papa Francisco ha recordado que estamos todavía en un momento difícil: “La pandemia del Covid-19 está arrasando”.

Difícil, no solo por eso, sino porque es necesario afrontar las dificultades, particularmente las dificultades educativas, que esta crisis ha puesto de relieve: “Afrontar las causas profundas que la crisis ha revelado y amplificado: la pobreza, la desigualdad social, el extenso desempleo y la falta de acceso a la educación”.

Francisco se ha referido también al papel de las tecnologías en relación con el bien común, la dignidad humana, e, implícitamente, la educación. “Las maravillas de la ciencia y de la tecnología moderna han aumentado nuestra calidad de vida” (cf. Laudato sí’, 102). “Sin embargo –añade–, abandonadas a sí mismas y solo a las fuerzas del mercado, sin las directrices adecuadas dadas por las asambleas legislativas y otras autoridades públicas guiadas por un sentido de responsabilidad social, esas innovaciones pueden amenazar la dignidad del ser humano”.

Advierte que no se trata de frenar el progreso tecnológico, pero sí de proteger la dignidad humana, especialmente en relación con la plaga de la pornografía infantil, la explotación de los datos personales, los ataques a las infraestructuras críticas como los hospitales, las falsedades difusas por las redes sociales, etc. 

domingo, 15 de agosto de 2021

La llamada al arte de la vida


¿Qué puede incitar a que un comerciante de arte, cercano a su retiro y con problemas económicos, consiga un cuadro en una subasta, como “último tesoro”? ¿Qué puede significar que un buen pintor renuncie a firmar su obra? ¿Y cómo se relaciona ese cuadro con la vida del que lo ha comprado, inicialmente con la idea de revenderlo por un precio mucho mayor, puesto que ya sabía que era realmente una obra maestra?

Todo ello se plantea en la película finesa “El artista anónimo” (Klaus Härö, Tuntematum mestari, 2018, primer premio en el festival de Washington D.C., 2019, guión de Anna Heinämaa), estrenada en España en octubre de 2020.

Estamos ante una buena historia con dimensión pedagógica y familiar, a partir del conocimiento del alma humana y la búsqueda de la verdad. También es una parábola para valorar el trabajo bien hecho, y recordar que siempre hay posibilidad de redención: segundas oportunidades. Una película pequeña y no revolucionaria, se ha dicho, pero con un buen saber hacer que la hace sugerente e incluso apasionante. Un destello sobre el sentido de la vida, del arte e incluso del dinero –han señalado otros–, sobre la evolución de nuestra cultura y el diálogo entre las generaciones, que rechaza las fáciles respuestas y subraya la necesidad de contemplación. Y todo ello apoyado en un excelente trabajo de cámara, y en la música de Vivaldi, Mozart, Händel y Rachmaninov.

Pero hay más que puede verse en esta sencilla pero universal historia. Un plus que, posibilitando esas interpretaciones, llama al espectador desde planos más hondos. Una propuesta magistralmente mediada por la trama afectiva, cultural y también religiosa del film. Un plus que tiene que ver con la esperanza, no exento de buen humor. 

viernes, 30 de julio de 2021

Teología en salida, que anuncie el Evangelio

 

  E. Burnand, Mañana de la resurrección (c. 1898). Museo de Orsay, París
 [Juan, en actitud de oración, y Pedro, en actitud de arrepentimiento, corren hacia el sepulcro]      



En un artículo publicado en el Osservatore Romano el pasado 23 de julio, el cardenal portugués José Tolentino de Mendonça, bibliotecario y archivista de la Iglesia romana, se plantea la relación entre evangelización y teología; es decir, qué tipo de teología necesita en nuestro tiempo una Iglesia “en salida”. Sigamos sus pasos. 

 

Vencer el escepticismo

1. Ante todo encuentra tres obstáculos. En un ambiente secularista se desconfía de la investigación sobre la verdad. Pero también dentro de la comunidad eclesial hay quien piensa, por un lado, que haber acogido la verdad significa poseerla; y, por otro lado, hay quien sostiene que la verdad cristiana solo puede ser testimoniada como “intervención práctica” o servicio al mundo, sin necesidad de mediaciones sacerdotales.

“Para unos –por tanto– la verdad es solo enseñada, como un paquete de saberes indiscutible e inmutable; para los otros, a la verdad se accede solo en la acción y en el servicio y no, complementariamente, en el recorrido lento y paciente del ejercicio reflexivo y contemplativo de la racionalidad humana”.

Estos planteamientos escépticos, fuera y dentro de la comunidad eclesial, debilitan la teología. Frente a ellos, el cardenal escribe convencido de que no hay evangelización sin teología, es decir sin “pensar la Palabra de Dios a la luz de la historia humana y pensar la historia de los hombres a la luz de la Palabra de Dios”. Ni el anuncio del evangelio ni la Iglesia misma pueden existir sin teología. 

 

lunes, 5 de julio de 2021

Sobre la amistad social

 
 
La intención del Papa Francisco para el apostolado de la oración, en este mes de julio, es la amistad social.

Se trata de una realidad expresada en su encíclica Fratelli tutti (3-X-2020). Forma binomio con la fraternidad universal. Tiene su raíz principal en el amor o la caridad. Y de ella se deducen consecuencias bien concretas, en relación con la doctrina social, objeto de la encíclica.


Esencialmente vinculada a la fraternidad universal

La “amistad social” hace su entrada al explicar el contenido esencial del documento, dedicado precisamente “a la fraternidad y a la amistad social” (n. 2), inspirado el mensaje de san Francisco de Asís: “Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos” (Ibid.). Esto significa que la expresión amistad social no remite simplemente a un concepto que podría parecer paradójico, pues la amistad en principio no suele tenerse con la sociedad sino con algunas personas muy concretas; por lo que esa actitud, si es amistad no sería social, y si es social no sería amistad. Es algo más concreto que, primero, se relaciona estrechamente con la fraternidad (universal), que conduce a una siembra (también universal) de paz y, al mismo tiempo, a una cercanía especialmente con los más pobres y necesitados.

En segundo lugar, el Papa señala que las cuestiones implicadas en este binomio fraternidad-amistad social “han estado siempre entre mis preocupaciones” y a ellas se ha referido reiteradas veces. Lo hace ahora una vez más inspirado en la fraternidad con el patriarca ortodoxo (de Constantinopla) Bartolomé y estimulado por la amistad del gran imán Ahmad Al-Tayyeb, con el que se encontró en Abu Dabi (juntos firmaron un importante documento sobre el cuidado de la creación). Tenemos, pues, un dato más en cuanto al contenido de la amistad social: sus implicaciones respecto al cuidado de la creación.

La tercera alusión a la amistad social, siempre unida a la fraternidad universal, es para manifestar su deseo de que esta propuesta suya “no se quede en las palabras” (n. 6). Siendo una encíclica social, se abre desde el mensaje cristiano a todas las personas de buena voluntad. Y tiene en cuenta las problemáticas abiertas por la pandemia del Covid-19 precisamente para insistir en lo fundamental: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (n. 8). En efecto, la raíz común es la fraternidad que nos une desde la fe y/o desde la convicción de pertenecer a una misma humanidad y ser cobijados por una misma tierra. 

martes, 22 de junio de 2021

La oración, escuela del corazón

 


J. Reynolds (1723-1792) El niño Samuel

 

 

 

La oración es puerta de la misericordia, escuela de misericordia, fuente de misericordia para nuestro corazón, a medida que nos identificamos con el corazón de Dios. 

 
Recién concluida, la catequesis del Papa sobre la oración, al hilo del Catecismo de la Iglesia Católica, está llena de imágenes vivas, ancladas en la historia de la salvación, sobre todo en los evangelios. De esta manera responde implícitamente a la pregunta sobre el papel de la oración en la formación de la afectividad y de la sensibilidad del cristiano.

En la web de Vatican News se resume esa catequesis con esta frase “del corazón humano a la misericordia de Dios” (A. Lomonaco). Y bien podría servir la recíproca, como expresión de la iniciativa de Dios, que quiere “contagiar” su misericordia al hombre: “desde el corazón de Dios a la misericordia del hombre”. Esto se manifiesta sobre todo en Jesús, en su vida, en sus enseñanzas, en su entrega por nosotros.


Las dimensiones afectivas de la oración

La oración brota del grito de la fe en medio de la oscuridad, como en Bartimeo. Pero también del corazón de cada hombre, aunque no lo sepa. Porque todo hombre es “mendigo de Dios" (san Agustín). La oración del cristiano nace de la revelación de Dios que nos venido con Jesús, para llevarnos a la alianza y la amistad con Dios. Pues Él conoce solo el amor y la misericordia. “Ese es el núcleo incandescente de toda oración cristiana. El Dios del amor, nuestro Padre que nos espera y nos acompaña” (Audiencia general, 13-V-2020).

La oración surge también ante la belleza de la creación, porque lo creado lleva “la firma de Dios”. Y se traduce en admiración, agradecimiento y esperanza. Quien reza se convierte en portador de luz y de alegría. La oración abre la puerta al Dios de la vida. Un jefe de gobierno ateo, refiere Francisco, encontró a Dios porque recordó que “la abuela rezaba”. Es una siembra de vida. Y por eso es importante enseñar a los niños a rezar y hacer la señal de la cruz. La oración es la nostalgia de un encuentro con Dios.

La oración de los justos es escucha y recepción, hecha historia personal, de la Palabra de Dios (Abraham). Es, desde la impermeabilidad a la gracia, apertura a la misericordia de Dios (Jacob). Es hacerse puente entre Dios y el pueblo (Moisés).La oración es “el hilo rojo que da unidad a todo lo que sucede” (David). Es el camino para recobrar la serenidad y la paz (Elías).

La oración de los salmos nos asegura que Dios tiene un corazón de padre que con ternura llora por sus hijos, por sus penas y sufrimientos, como Jesús lloró por Jerusalén y por Lázaro.

Jesús nos revela que Él está continuamente ante el Padre y con el Espíritu Santo rezando por nosotros. En su oración de Getsemaní nos enseña a dejarnos transformar por el Espíritu y abandonarnos en el Padre. Sin la oración no tenemos fuerzas, sin la oración no tenemos oxígeno para vivir. La oración nos trae la presencia del Espíritu Santo y nos quita el temor. En la oración nos unimos a Jesús. La oración de Jesús es el “lugar” de su vida interior con Dios Padre, el lugar del abandono en su voluntad. Él "reza por nosotros como nuestro sacerdote; reza en nosotros como nuestra cabeza; es rezado por nosotros como nuestro Dios. Reconozcamos, pues, en Él nuestra voz, y en nosotros la suya" (san Agustín).

Oración llena de confianza y de docilidad debía de ser la de María, como señala Francisco: "Señor, lo que quieras, cuando quieras y como quieras". Su corazón atesora los acontecimientos, sobre todo los de la vida de Jesús, en la oración, como la perla que se va construyendo con elementos del entorno. También la Iglesia persevera, desde el principio, en oración, gracias al Espíritu Santo, que es quien le otorga la unidad y la vida. Una vida que es la misma vida de Jesús (cf. Gal 2, 20).

La oración nos ayuda a dejarnos bendecir por Dios para poder bendecir a los demás. Nos enseña a esperar y a pedir, interceder y amar. Se trata de hacer nuestras las necesidades de las personas que nos rodean, a base de identificarnos con el corazón de Dios: “En realidad, se trata de mirar con los ojos y el corazón de Dios, con su misma invencible compasión y ternura. Rezar con ternura por los otros” (Audiencia general, 16-XII-2020). Rezar con gratitud y esperanza, rezar alabando a Dios, como Jesús, porque los sencillos y humildes son capaces de reconocer a Dios.

Como auxilios o apoyos para la oración, el Papa señalaba en primer lugar la Sagrada Escritura, que dejado como su “molde”, su huella, en la vida de los santos, con obediencia y creatividad. También la liturgia, porque un cristiano sin liturgia es como un cristiano sin el “Cristo total” (en expresión de san Agustín: Cristo, cabeza con su cuerpo que es la Iglesia). Cuando vamos a misa o celebramos un sacramento, rezamos con Cristo, que se hace presente, y nosotros cada uno y todos juntos, actuamos con Él.


Oración, vida cotidiana y misericordia

“La oración sucede en el hoy -afirma Francisco–. Jesús nos viene al encuentro hoy, este hoy que estamos viviendo. Y es la oración que transforma este hoy en gracia, o mejor, que nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar” (Audiencia general, 10-II-2021).

Y así vuelve el Papa a ese núcleo fundamental; la oración nos injerta el corazón de Dios para enseñarnos a amar como Él, con misericordia y ternura, sin poner por delante el juicio y la condena. Vale la pena trascribir este párrafo más largo

“La oración nos ayuda a amar a los otros, no obstante sus errores y sus pecados. La persona siempre es más importante que sus acciones, y Jesús no ha juzgado al mundo, sino que lo ha salvado. (...) Jesús ha venido a salvarnos: abre tu corazón, perdona, justifica a los otros, entiende, también tú sé cercano a los otros, ten compasión, ten ternura como Jesús. Es necesario querer a todos y cada uno recordando, en la oración, que todos somos pecadores y al mismo tiempo amados por Dios uno a uno. Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios” (Ibid.)

La oración es puerta de la misericordia, escuela de misericordia, fuente de misericordia para nuestro corazón, a medida que nos identificamos con el corazón de Dios.

“La oración nos abre de par en par a la “Trinidad” (Audiencia general, 3-III-2021). Jesús nos ha revelado el corazón de Dios, y el camino de la oración es la humanidad de Cristo. En ese “camino”, el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre. El Espíritu es el maestro interior y el artífice principal de nuestra oración (cf. Audiencia general, 17-III-2021), el artista que compone en nosotros obras originales. Las obras, podríamos decir, del corazón (en sentido bíblico), las obras del amor.

Y ese corazón vive también del corazón de nuestra Madre, María. Y vive en el corazón de la Iglesia, que es la comunión de los santos: “Cuando rezamos nunca estamos solos, sino en compañía de otros hermanos y hermanas en la fe, tanto de los que nos han precedido como de los que aún peregrinan a nuestro lado. En esta comunión, los santos —sean reconocidos o anónimos, “de la puerta de al lado”— rezan e interceden por y con nosotros. Junto a ellos, estamos inmersos en un mar de invocaciones y súplicas que se elevan al Padre” (Audiencia general, 7-IV-2021). La Iglesia entera (en las familias, en las parroquias, en las demás comunidades cristianas) es maestra de oración. Todo en la Iglesia nace y crece en la oración. Y las reformas que a veces se proponen sin oración, no van adelante, se quedan en un envoltorio vacío, cuando no hacen la guerra a la Iglesia junto con su Enemigo. La oración es aceite para la lámpara de la fe. Solo con la oración se mantiene la luz, la fuerza y el camino de la fe. En efecto, y por eso no solo hemos de hacer oración sino enseñar a hacer oración, educar para la oración.


Oración vocal, meditación, contemplación

Para ponderar la importancia de la oración vocal (las oraciones que muchos hemos aprendido desde niños, sobre todo el Padrenuestro) dice el Papa: “La Palabra divina se ha hecho carne, y en la carne de cada hombre la palabra vuelve a Dios en la oración”. Y continúa: “Las palabras son nuestras criaturas, pero son también nuestras madres, y de alguna manera nos modelan. Las palabras de una oración nos hacen atravesar sin peligro un valle oscuro, nos dirigen hacia prados verdes y ricos de aguas, haciéndonos festejar bajo los ojos de un enemigo, como nos enseña a recitar el salmo (cfr. Sal 23)”.

Desde ahí se puede ir pasando a la meditación, que nos hace encontrarnos con Jesús bajo la guía del Espíritu Santo. Y de la meditación, a la oración contemplativa (cf. Audiencia general, 5-V-2021), la de quien, como el santo cura de Ars, se siente mirado por Dios. La contemplación, que se va identificando con el amor, no se contrapone a la acción de cristiano, sino que la fundamenta y garantiza su calidad.

Y a propósito de la contemplación que es meta de toda oración, insiste Francisco en esta escuela del corazón que es la oración:

Ser contemplativos no depende de los ojos, sino del corazón. Y aquí entra en juego la oración, como acto de fe y de amor, como ‘respiración’ de nuestra relación con Dios. La oración purifica el corazón, y con eso, aclara también la mirada, permitiendo acoger la realidad desde otro punto de vista” (Audiencia general, 5-V-2021).


Oración, combate y certeza

La oración cristiana es un combate (cf. Audiencia general, 12-V-2021) a veces duro y largo, a veces con gran oscuridad. Y muchos santos han dado sabios consejos. Pero no deja de ser un combate, como el de aquel obrero –lo relata Francisco– que fue en tren hasta el santuario de Luján para pedir toda la noche por su hija enferma, que se curó milagrosamente.

Entre los obstáculos a la oración, que podríamos llamar ordinarios, destacan las distracciones, la aridez y la pereza (cf. Audiencia general, 19-V-2021). Es preciso combatirlos con vigilancia, esperanza y perseverancia, aunque a veces nos “enojemos” con Dios y como los niños no paremos de preguntar por qué.

En el Evangelio hay casos donde se ve claramente que Dios espera para concedernos lo que pedimos. Lo que no hemos de perder es la certeza de ser escuchados (cf. Audiencia general, 26-V-2021). Incluso puede parecer que Dios Padre no escucha la oración de Jesús en Getsemaní, pero es necesario esperar con paciencia hasta el tercer día, en que se produce la resurrección.


La oración de Jesús por nosotros

“No olvidemos –señala el Papa– que lo que nos sostiene a cada uno de nosotros en la vida es la oración de Jesús por cada uno de nosotros, con nombre, apellido, ante el Padre, enseñándole las heridas que son el precio de nuestra salvación. (...) Sostenidas por la oración de Jesús, nuestras tímidas oraciones se apoyan en alas de águila y suben al cielo” (Audiencia general, 2-VI-2021).

En correspondencia de amor, lo que hemos de hacer nosotros es perseverar en la oración (cf. Audiencia general, 9-VI-2021), sabiendo compaginarla con el trabajo.

“Los tiempos dedicados a estar con Dios revitalizan la fe, que nos ayuda en la concreción de la vida, y la fe, a su vez, alimenta la oración, sin interrupción. En esta circularidad entre fe, vida y oración, se mantiene vivo el fuego del amor cristiano que Dios espera de nosotros” (Ibid.).

La oración pascual de Jesús por nosotros (cf. Audiencia general, 16-VI-2021) fue la más intensa, en el contexto de su pasión y muerte: en la última cena, en el huerto de Getsemaní y en la cruz.

En suma, nosotros no solo rezamos, sino que “hemos sido rezados” por Jesús. “Hemos sido queridos en Cristo Jesús, y también en la hora de la pasión, muerte y resurrección todo ha sido ofrecido por nosotros”. Y de ahí ha de brotar nuestra esperanza y nuestra fortaleza para ir adelante, dando con toda nuestra vida gloria a Dios.

En efecto. Y de esta manera el Espíritu Santo nos va introduciendo y configurando en la misma “sensibilidad” de Dios.

miércoles, 12 de mayo de 2021

La importante misión de los catequistas

 


La institución del ministerio de los catequistas facilitará su misión, que viene siendo decisiva desde los primeros tiempos de la Iglesia para la transmisión de la fe.


Aunque la palabra “catequesis” evoca principalmente la formación de los niños y de los jóvenes, para los Padres de la Iglesia significaba la formación de todos los cristianos en todas las edades y circunstancias de la vida.

La tarea de los catequistas ha sido decisiva desde los primeros tiempos de la Iglesia. Con la institución del ministerio del catequista (cf. Motu proprio Antiquum ministerium, 10-V-2021),“la Iglesia ha querido reconocer este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ha favorecido grandemente el ejercicio de su misión evangelizadora” (n. 2) Al hacerlo tiene en cuenta las circunstancias actuales: una renovada conciencia de la misión evangelizadora de toda la Iglesia (nueva evangelización), una cultura globalizada y la necesidad de una renovada metodología y creatividad, especialmente en la formación de las nuevas generaciones (cf. n. 5). 

 

domingo, 25 de abril de 2021

Sueño, servicio, fidelidad

Imagen de san José, en el santuario de Torreciudad (Huesca, España)  

 

El mensaje de Francisco para la 58 Jornada mundial de oración por las vocaciones (25-IV-2021) se titula “san José: el sueño de la vocación”. Es un mensaje directo, incisivo, característico del estilo del Papa. Y se desarrolla a través de tres palabras: sueño, servicio, fidelidad.


Soñar como san José


1. La primera palabra, sueño, remite a la vida de san José, que supo hacer suyo el gran "sueño" de Dios: nuestra salvación. Aunque los Evangelios no recogen ni una sola palabra de José, con su corazón de padre, “capaz de dar y generar vida en lo cotidiano”, se ha ganado el ser patrono de las vocaciones en la Iglesia, que están para eso mismo: “generar y regenerar la vida cada día”.

Por eso las vocaciones son siempre necesarias y, añade el Papa, “especialmente hoy en tiempos marcados por la fragilidad y los sufrimientos causados también por la pandemia, que ha suscitado incertidumbre y miedo sobre el futuro y el mismo sentido de la vida”. 

viernes, 23 de abril de 2021

El reto de renovar la enseñanza de la religión

 

La Conferencia episcopal española, a través de su Comisión para la educación y cultura, ha hecho público un “documento de síntesis” (*) en relación con el trabajo que se está llevando a cabo para la renovación de la enseñanza de la religión católica.

Este documento sintetiza las presentaciones y diálogos de un grupo de expertos sobre el tema, así como las contribuciones y sugerencias que han enviado muchos profesores de religión, la mayor parte españoles, pero no todos, en un foro virtual celebrado con este fin en los últimos meses.

En el marco de la nueva ley educativa, la LOMLOE, se sigue trabajando para renovar el currículo de religión.

Resumimos aquí los 10 puntos de las conclusiones de ese documento.


1. La centralidad de la persona

Como subrayó el cardenal Angelo Bagnasco, presidente del Consejo de las conferencias episcopales europeas, en su conferencia de inauguración del foro, la enseñanza de la religión se sitúa al servicio del bien común y de la humanización. Esto implica poner a la persona en el centro de los procesos educativos, en la línea que el papa Francisco está señalando a propósito del “Pacto Educativo Global” y de sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti.

 

viernes, 26 de marzo de 2021

Discernimiento, evangelización y teología

O. Bakhtina, El buen samaritano


El comienzo del año “Familia-Amoris laetitia” (desde el 19 de marzo pasado hasta el 26-VI-2022) ha coincidido con el 150º aniversario de la proclamación de san Alfonso María de Ligorio como doctor de la Iglesia. Con motivo de esta segunda efeméride, el Papa ha hecho público un mensaje en el que se subraya la importante contribución de este santo a la renovación de la teología moral, en continuidad con lo que ya señaló Benedicto XVI.

El texto recoge las palabras del Papa Pío IX, alabando a san Alfonso por haber sabido mostrar "el camino seguro a través de la maraña de opiniones encontradas de rigorismo y laxismo”. Hoy este santo, patrono de los confesores y moralistas, es presentado por Francisco también como modelo para toda la Iglesia en salida misionera.

En efecto, la aportación de san Alfonso (por su experiencia misionera, de búsqueda de los alejados y escucha de confesiones, y fundador de una congregación religiosa) tiene mucho que ver con el momento actual, sobre todo a través del discernimiento, tema común a la moral y a la misión
evangelizadora y pastoral.


Del discernimiento a la teología

El discernimiento, desde antiguo, es necesario para toda persona madura que se enfrenta a decisiones sobre el camino a tomar, sea en las actividades más ordinarias de cada día, o de vez en cuando en decisiones más importantes. El discernimiento es acto propio de la razón práctica. Es decir, según Aristóteles, la dimensión de la razón que se ocupa de la acción.

Si es un cristiano el que actúa, además la fe ilumina su acción y la de la Iglesia en su conjunto, a nivel universal o local. Y también en el nivel de las familias, asociaciones y movimientos y demás realidades eclesiales.

Todas nuestras acciones afectan siempre a los demás, a nuestras familias, a nuestros amigos, a la Iglesia y a la sociedad. El discernimiento es clave, tanto desde el punto de vista de la moral personal como desde el punto de vista de la ética social, y también en el ámbito de la evangelización o de la misión de la Iglesia.

Se entiende que el discernimiento sea particularmente decisivo en el caso de los gobernantes. También para los confesores. Y en general para todos los educadores (padres y madres de familia, catequistas, profesores, etc.), que deben ejercerlo habitualmente, ellos mismos y enseñarlo a los jóvenes. El discernimiento, en una buena “teología de la acción”, requiere, como se ve en los epígrafes del mensaje papal, “la escucha de la realidad”. Es decir, el conocimiento, la observación y la valoración de la situación y especialmente de las personas. Y todo en orden a la formación de “conciencias maduras para una Iglesia adulta”.

Se entiende también que la aportación de san Alfonso sigue siendo una valiosa luz para toda la teología, “fe que busca entender”. Esta relación entre fe y razón a nivel de la acción hace posible el “discernimiento” en perspectiva cristiana: distinguir en la realidad aquellos signos que pueden ayudar a valorar y decidir lo que hay que hacer, teniendo en cuenta nuestra identidad como cristianos y nuestra misión evangelizadora.

Se trata de distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, lo bello respecto de que no lo es. El discernimiento, tanto en la acción humana como en la acción de los cristianos (que asume lo humano en la perspectiva de la fe, mirando “con los ojos de Cristo”), es ejercicio de la virtud de la prudencia, que es “guía” de todas las virtudes, e interviene en el juicio de la conciencia. El discernimiento, en definitiva, es fundamental para toda persona y para todo cristiano en el día a día.


Discernimiento, evangelización y educación


El Papa Francisco ha hecho del discernimiento un tema constante de sus enseñanzas, en el contexto del a nueva evangelización. En su exhortación programática Evangelii gaudium (2013) señala entre otras cosas:

“Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (n. 20). “(…) Exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma” (Ib., 30). Todo cristiano “sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino” (Ib., 45).

Cinco años después, en su exhortación Gaudete et exsultate (2018) sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo, vuelve sobre el discernimiento en el ámbito de la vida cristiana, tanto a nivel personal como familiar, social y eclesial. Se trata del discernimiento como “método” educativo y de acompañamiento, y también como “contenido”, es decir, como modo de actuar humano y responsable, que puede y debe enseñarse particularmente a los jóvenes. Y destaca cinco puntos:

1) su imperiosa necesidad, para poder educar y aprender la verdadera libertad;

2) debe realizarse siempre a la luz del Señor (un ejercicio concreto es el “examen de conciencia”);

3) es un don sobrenatural del Espíritu Santo (que nos ayuda a ir más allá de la búsqueda del bienestar o del interés propio); por lo tanto, hay que invocarlo para saber acertar;

4) requiere una disposición a escuchar (a Dios en la oración, y también a los demás, y al magisterio de la Iglesia);

5) ha de seguir “la lógica de la cruz” (sin dejarse llevar por la comodidad o por el miedo).

“El discernimiento –observa ahí Francisco- no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos” (n. 175).


Discernimiento, ecología integral y fraternidad universal

En el mensaje sobre san Alfonso María de Ligorio, el Papa conecta el discernimiento con los temas principales de su pontificado: la evangelización de una Iglesia “en salida”, la atención especial a los más frágiles y necesitados, el acompañamiento de las familias (ahora que estamos de nuevo comenzando un año especial dedicado a la familia), el cuidado de la Tierra para todos (ecología integral) y la fraternidad universal.

Como vemos, el discernimiento no se opone a la llamada universal a la santidad, sino que protege e impulsa la vocación y la misión de todos. Y esto, tanto para la mayoría de los cristianos (los fieles laicos, sea en el matrimonio o en el celibato), como en el caso de los ministros sagrados o en el de la vida consagrada. Ayuda a superar una ética de corte individualista (muy frecuente en nuestra cultura), que podría encerrarnos en nosotros mismos. Y, como se ha dicho ya, es el núcleo de la formación de la conciencia. Volviendo a san Alfonso, respecto a la teología moral, señala Francisco que este santo promovió una reflexión teológica que “no se detiene en la formulación teórica de los
principios, sino que se deja interpelar por la vida misma”.

De san Alfonso había dicho el Papa Benedicto XVI: "Propuso una rica enseñanza de teología moral, que expresa adecuadamente la doctrina católica (...). En su época se había difundido una interpretación muy rigorista de la vida moral, entre otras razones por la mentalidad jansenista que, en vez de alimentar la confianza y esperanza en la misericordia de Dios, fomentaba el miedo y presentaba un rostro de Dios adusto y severo, muy lejano del que nos reveló Jesús. San Alfonso (...) propone una síntesis equilibrada y convincente entre las exigencias de la ley de Dios, esculpida en nuestros corazones, revelada plenamente por Cristo e interpretada con autoridad por la Iglesia, y los dinamismos de la conciencia y de la libertad del hombre, que precisamente en la adhesión a la verdad y al bien permiten la maduración y la realización de la persona" (Audiencia general, 30-III-2011).

Cabe observar que esto (por situarse justamente en el plano de la razón práctica) es bueno y provechoso para toda la teología, que tiene una dimensión evangelizadora y de servicio al bien común en la sociedad. Especialmente, claro está, para la teología pastoral, que se ocupa de la evangelización, y otras disciplinas que estudian también las acciones cristianas o eclesiales.

Francisco desea impulsar concretamente “el desarrollo de una reflexión teológico-moral y de una acción pastoral, capaz de comprometerse con el bien común, que tiene su raíz en el anuncio del kerigma, que tiene una palabra decisiva en defensa de la vida, para la creación y la fraternidad”.

 

 

jueves, 11 de marzo de 2021

Sobre la Iglesia en la enseñanza de la religión

 
Fra Angelico, Juicio final (detalle), 1425-1431
San Marcos, Florencia (Italia)  

¿Cómo presentar hoy la Iglesia en el currículo de religión católica? ¿Qué es la Iglesia, quiénes la componen, cuál es su misión? (*) 


La Iglesia, comunidad de los discípulos de Jesucristo

 
1. En el contexto actual de nuestra cultura, la Iglesia puede presentarse como la comunidad de los discípulos de Jesucristo. Es decir, el “nosotros” de los cristianos, el hogar espiritual y la familia humana en la que recibimos y vivimos la fe. Esta comunidad de discípulos tiene en la sociedad la misión de anunciar el amor manifestado por Dios en Cristo, en diálogo con otras religiones y también con los no creyentes.

viernes, 26 de febrero de 2021

La Iglesia, en el corazón de los cristianos

 

Un nuevo libro 

 
Sentir con la Iglesia 

 
Si para toda persona su «yo» está llamado a realizarse en su apertura a los demás (cf. GS 24), esto acontece con mayor plenitud en el cristiano que se deja plasmar enteramente por Dios, de modo que su «ser Iglesia» se va convirtiendo en «imagen viva de la Iglesia».


Ahora bien, este paso del ser al manifestarse, este enlace de la vocación con la misión, requiere que la realidad de su vida «en» la Iglesia impregne existencialmente la interioridad del cristiano: que ilumine su inteligencia, fortalezca su voluntad, inflame su corazón y vivifique todo su actuar en el mundo, dotándole de la libertad misma de los hijos de Dios.

Todo ello puede sintetizarse diciendo que el cristiano está también llamado a sentir con la Iglesia. Es decir, a amar a la Iglesia verdaderamente y con todas las consecuencias.

Con esta frase –que figura en el título de nuestro libro– no se quiere indicar, por tanto, solamente una opinión favorable a las doctrinas de la Iglesia o una mera disposición a participar de sus ritos o a cumplir sus normas morales, ni una adhesión más o menos pasajera a las personas que la representan oficialmente (principalmente el papa y los obispos); sino un vivir, conocer y comprender la Iglesia que sea fruto de la oración y de la reflexión, del diálogo y de la correspondencia diaria a la gracia que nos ha hecho cristianos por el bautismo. 

domingo, 21 de febrero de 2021

Catequesis, Vaticano II y humanismo cristiano


 
B. E. Murillo, Regreso del hijo pródigo (1667-1670) 
National Gallery of Art, Washington DC


El interés por la educación, que el Papa viene manteniendo durante la pandemia, se ha prolongado estas semanas en un discurso a los responsables de la catequesis en la Conferencia Episcopal Italiana (30-I-2021). Les ha señalado tres focos o prioridades: el anuncio, el futuro, la comunidad cristiana. Además ha reafirmado la necesidad de situarse en el marco del Concilio Vaticano II y del humanismo cristiano. Veamos el contenido de ese discurso y de su referencia al humanismo cristiano. 

jueves, 14 de enero de 2021

Cultura del cuidado y promoción de la paz

 
El mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz, del 1 de enero de 2021 se titula “La cultura del cuidado como camino de paz”. Ya por el título vemos que se sitúa en la estela del pontificado cuyo bing-bang se dedicó a ese mismo tema, el 19 de marzo de 2013. Pues, en efecto, la homilía de inicio del ministerio petrino giró en torno a la tarea de custodiar y servir, vista en san José. Ahora nos encontramos de lleno en un punto de ese itinerario, después de la exhortación programática Evangelii gaudium (2013) y las encíclicas Laudato si’ (2015) y Fratelli tutti (2020); y además, precisamente, en un Año de san José, al que se nos ha convocado con la carta Patris corde (8-XII-2020). El contexto sociológico viene marcado por la pandemia del Covid-19.

En efecto, en el comienzo de su pontificado Francisco presentaba a san José como aquél que cuidó del proyecto salvífico centrado en Cristo. Y lo hizo por medio de su propio discernimiento, a partir de los signos de la acción del Espíritu Santo que se perciben cuando se miran con fe y con realismo los acontecimientos.

La imagen escogida por el Papa es la navegación hacia la paz, que es nuestro puerto o nuestra meta. Hacia ahí navegamos, “todos estamos en la misma barca”, como señala en Fratelli tutti. Meses antes, el 27 de marzo había dicho que la pandemia nos ha hecho conscientes de estar una barca frágiles y desorientados. Ahora podemos ver claramente que esa barca es o debe ser la fraternidad, el camino es la justicia y el rumbo, la paz. El Papa desea que la humanidad “pueda progresar en este año por el camino de la fraternidad, la justicia y la paz”.