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domingo, 1 de abril de 2012

Ética y actitudes ante Cristo

M. Munkacsy, Cristo ante Pilatos (1881)


En la visita pastoral de Benedicto XVI a Cuba pueden destacarse cuatro temas: la ética centrada en la persona, la obediencia a la voluntad divina, las actitudes ante Cristo y la libertad religiosa. Cabría expresar así el núcleo del mensaje que dejó el Papa: la ética sólo se garantiza mediante la apertura a Cristo. 

 

Una ética centrada en la persona humana

 

     En su discurso de llegada afirmó: “Muchas partes del mundo viven hoy un momento de especial dificultad económica, que no pocos concuerdan en situar en una profunda crisis de tipo espiritual y moral, que ha dejado al hombre vacío de valores y desprotegido frente a la ambición y el egoísmo de ciertos poderes que no tienen en cuenta el bien auténtico de las personas y las familias” (En el aeropuerto Antonio Maceo de Santiago de Cuba, 26-III-2012). Esta dolorosa situación no debe mantenerse por más tiempo. Como primer requisito, “el progreso verdadero tiene necesidad de una ética que coloque en el centro a la persona humana y tenga en cuenta sus exigencias más auténticas, de modo especial su dimensión espiritual y religiosa”. La regeneración de las sociedades y del mundo requiere “hombres rectos, de firmes convicciones morales y altos valores de fondo que no sean manipulables por estrechos intereses, y que respondan a la naturaleza inmutable y trascendente del ser humano” (Ibíd). 


Obediencia a la voluntad divina
 

     El 400 aniversario del hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre se celebró con la misa en la fiesta de la Encarnación. Benedicto XVI explicó el significado y la importancia, para la vida concreta, de este misterio que fue posible por el “sí” de María. La Encarnación significa que Jesús, el Verbo eterno de Dios, se ha hecho carne en Cristo, y ha compartido nuestra condición humana. De esta manera, el mundo se hecho realmente un hogar para el hombre. “En cambio, cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el hombre, frustrando al mismo tiempo la verdadera vocación de la creación de ser espacio para la alianza, para el ‘sí’ del amor entre Dios y la humanidad que le responde. Y así hizo María como primicia de los creyentes con su ‘sí’ al Señor sin reservas” (Homilía en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba, 26-III-2012).

      Así vemos, decía el Papa, que la “obediencia de la fe” abre a la verdadera libertad, permite unirse a Jesús en su obra redentora, que nos lleva a la plena comunión con la voluntad divina, y a través de la resurrección, a un mundo nuevo de luz, verdad y alegría. Esto vale tanto para la Iglesia en su conjunto como para cada cristiano. “Vale la pena dedicar toda la vida a Cristo, crecer cada día en su amistad y sentirse llamado a anunciar la belleza y bondad de su vida a todos los hombres, nuestros hermanos” (Ibíd). 



Actitudes ante Cristo

      Ciertamente, se dan diversas actitudes ante Cristo y, por tanto, ante la verdad. A esto dedicó Benedicto XVI su segunda homilía, en la plaza de José Martí, La Habana (28-III-2012). Hay, señaló, quienes se oponen a Cristo y los que le siguen, sin enfrentarse con la verdad. “Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad (cf. Jn 18, 38), proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse”.

      Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llegando a la irracionalidad y al fanatismo, “encerrándose en ‘su verdad’ e intentando imponerla a los demás”. Es el caso de los legalistas que gritaban enfurecidos: “¡Crucifícalo!” (cf. Jn 19, 6).

     Por el contrario, la fe va de la mano con la razón. “No es ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad, lo que promueve la fe cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios”. Así, sobre la base de la dignidad de la persona, surgirá una ética capaz de ayudar a la familia y a la sociedad, capaz de acercar entre sí las diversas culturas y religiones.

     Porque se han encontrado personalmente con Cristo, los cristianos están llamados a compartir con los demás, especialmente mediante el testimonio de la vida, la verdad que hace libres. En cambio “el que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad” (cf. Jn 8,34). Por eso, “sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros”.

     Puso el Papa el ejemplo de Félix Varela, sacerdote, educador y maestro cubano. Con su vida y su enseñanza mostró que una nación digna y libre necesita de hombres virtuosos. “Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad”.
 


La libertad religiosa

     Condición para todo ello (la convivencia, la paz, el verdadero progreso) es la libertad religiosa. Especialmente en su despedida de Cuba, Benedicto XVI pidió a todos un esfuerzo de diálogo y comprensión: “La hora presente reclama de forma apremiante que en la convivencia humana, nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración. Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas” (Despedida en el Aeropuerto José Martí de la Habana, 28-III-2012).

     En síntesis, una ética centrada en la persona se garantiza mediante la apertura a Cristo, que es también el mejor camino de apertura a los demás. Mostrar la posibilidad y los horizontes de esta ética (la verdad y la libertad, la belleza y la alegría) forma parte de la tarea cristiana. Los cristianos han de llevar a cabo su misión con el ejemplo y el compromiso, la razón y el sacrificio, la esperanza y el amor. 



(publicado en www.religionconfidencial.com, 1-IV-2012)


 Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba

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