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sábado, 23 de marzo de 2013

Luchar contra la pobreza, construir la paz, respetar la creación


Fra Angelico, Cristo juez,  
detalle del Juicio final (h. 1435-1440),
 Gemäldegalerie, Berlin


En su primera audiencia a los diplomáticos (22-III-2013), el papa Francisco ha mostrado cómo se va extendiendo el “bing bang” de las claves que dio en su homilía de inicio del ministerio petrino. Las orientaciones fundamentales son: lucha contra la pobreza, promoción de la paz, respeto a la creación.

     Explicando a los diplomáticos por qué escogió el nombre de Francisco, en referencia a san Francisco de Asís, ha referido tres motivos.


Amor a los pobres y la lucha contra la pobreza

     “Uno de los primeros es el amor que Francisco tenía por los pobres. ¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! Y ¡cuánto sufrimiento afrontan estas personas!” Siguiendo el ejemplo de Francisco de Asís, “la Iglesia ha tratado siempre de cuidar, proteger en todos los rincones de la Tierra a los que sufren por la indigencia, y creo que en muchos de vuestros países podéis constatar la generosa obra de aquellos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, y que, de este modo, trabajan para construir una sociedad más humana y más justa”.

     Pero, añade el papa, hay otra pobreza:Es la pobreza espiritual de nuestros días, que afecta gravemente también a los países considerados más ricos”. Y explica que esta pobreza espiritual se identifica con lo que Benedicto XVI llama la “dictadura del relativismo” que –en palabras del papa Francisco– “deja a cada uno como medida de sí mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres”.


No hay paz sin verdad y sin preocupación por los demás

        Y así llega a una segunda razón de su nombre; pues Francisco de Asís promovió la construcción de la paz. Y advierte el papa actual: “Pero no hay verdadera paz sin verdad. No puede haber verdadera paz si cada uno es la medida de sí mismo, si cada uno puede reclamar siempre y sólo su propio derecho, sin preocuparse al mismo tiempo del bien de los demás, de todos, a partir ya de la naturaleza, que acomuna a todo ser humano en esta tierra”. En efecto, no hay paz sin verdad y no hay verdad sin caridad y justicia.

     En este contexto se refiere a uno de los títulos del obispo de Roma: “Pontífice”, constructor de puentes entre Dios y los hombres. Señala el papa Francisco que, por su origen italiano, se siente impulsado al diálogo o al puente entre las culturas, hoy tan demandado y deseado.


Diálogo entre las culturas y las religiones: construir puentes

     Y aludiendo al papel fundamental de la religión en esta construcción de puentes, observa: “No se pueden construir puentes entre los hombres olvidándose de Dios”. “Pero –añade a renglón seguido– también es cierto lo contrario: no se pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás”. Por eso, deduce, es importante intensificar el diálogo entre las distintas religiones y también con los no creyentes, para que nunca prevalezcan las diferencias sino que predomine el deseo de construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos.


Respeto a la creación, salvaguardia de la Tierra

         Finalmente el camino de la lucha contra la pobreza, la edificación de la paz y la construcción de puentes se hace difícil, señala el papa, “si no aprendemos a amar cada vez más a nuestra Tierra”. Y este es un tercer motivo que se vincula al nombre de Francisco. Pues, apunta el papa, Francisco de Asís “enseña un profundo respeto por toda la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos ávidamente, perjudicándonos unos a otros”

     Luchar contra la pobreza, tanto material como espiritual; edificar la paz y construir puentes; respetar la creación usándola para el bien de todos. Tales son las orientaciones –luces potentes e instrumentos de bien y de vida– que el papa Francisco ofrece a los diplomáticos, y a todos nosotros.




                                           (publicado en www.religionconfidencial.com, 23-III-2013)

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