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miércoles, 2 de octubre de 2013

Ética y relativismo

R. Magritte, La condición humana (hacia 1933-1935)


¿Qué significa que algo es “bueno”? ¿Cómo se origina la Ética? ¿Qué dice el relativismo sobre los valores morales? ¿Qué es lo “natural”? ¿Cómo entra la tolerancia en el debate ético? Son preguntas que se hace Robert Spaemann en el primer capítulo de su libro “Ética: cuestiones fundamentales” (ed. Eunsa, 2010).


1. Qué significa que algo es bueno

     Ante todo está la pregunta por los términos “bien” y “mal”, “bueno” y “malo”, que no pertenecen solo a la Ética. El médico, el psicólogo, el experto en cualquier cosa nos dirán que hacer esto o lo otro es bueno o es malo…Entonces ¿qué aporta la Ética?

     El caso es que cada uno de esos expertos nos puede decir que algo es bueno en nuestro caso concreto y desde su punto de vista. Según nuestro médico será bueno que nos quedemos un día más en la cama. Pero quizá desde otro punto de vista, si tenemos que hacer algo importante ese día, no será tan bueno.

    En definitiva, la palabra “bueno” significa, en nuestra experiencia, “bueno para alguien en un determinado sentido”. Por eso una misma cosa (trabajar horas extraordinarias) puede ser buena para unos (construir una carretera es bueno para los automovilistas) y no para otros (para los vecinos); e incluso para la misma persona dependiendo de lo que pretenda, puede ser buena (para subir el nivel de vida) o mala (par la salud).

    Además de este uso “relativo” de la palabra bueno, tenemos otro uso que podemos llamar “absoluto” (así decimos que la honestidad o la gratitud siempre son buenos), de modo que no tenemos que añadir un “para alguien” o “en un determinado sentido”. Esto sucede cuando hay conflictos de intereses entre personas o entre puntos de vista de la misma persona, como el nivel de vida frente a la salud o la amistad.

    Surgen entonces dos preguntas: Primera: ¿qué es realmente bueno para mí o cómo establecer una jerarquía de los puntos de vista? Segunda: en caso de conflicto, ¿qué bien o interés debe prevalecer? Pues bien, según la Ética de todos los tiempos, estas dos preguntas están conectadas, como veremos luego.

    Respecto al primer uso de la palabra “bueno”, es fácil hacer razonamientos de validez general. Pero cuando se trata de lo bueno en absoluto, siempre hay quien dice que no hay criterios generales para valorar lo bueno; pues dependería de las culturas, las épocas etc. Lo que es bueno para unos no lo es para otros. Y así no habría nada “bueno” con carácter general.

      Sobre lo que es bueno, en un sentido relativo y en un segundo sentido, absoluto, cabe recordar la película "Good" (V. Amorin, 2008), donde se relata la historia de un médico psiquiatra durante la época nazi en Alemania, que comenzó siendo lo que parecía una buena persona, pero se fue deslizando a sentidos bien diferentes de lo "bueno". 


2. Cómo se origina la Ética

     Que hay valores relativos, por ejemplo en las culturas, no implica que no los haya universales. De hecho la Ética comenzó no por la suposición o el intento de convencer sobre el significado absoluto de lo “bueno”, sino cuando en el siglo V antes de Cristo los filósofos buscaban una regla para medir los distintos comportamientos, y la llamaron “fisis”, naturaleza. Y encontraron que, según eso, era mejor hacer unas cosas que otras.

    Hoy seguimos manteniendo que hay ciertas conductas buenas o malas en sentido absoluto, aunque no reflexionemos expresamente sobre ello. Por ejemplo, si el padre Kolbe se ofreció para salvar a un padre de familia, no pensamos que eso fue bueno para el padre de familia y malo para el padre Kolbe. O si unos padres pegan a su niño por haberse “hecho” en la cama, no decimos que ese comportamiento es “bueno” para los padres y “malo” para el niño.

    Sin llegar a casos dramáticos lo cierto es que las valoraciones morales son mucho más coincidentes de lo que pensamos. En todas las culturas se aprecian valores como la gratitud, la imparcialidad, la valentía, y se recrimina lo contrario. Y no vale decir que son actitudes sin importancia o meramente útiles. Lo bueno no se define por lo útil. En definitiva, nuestra experiencia nos confirma la validez del objetivo de la Ética: dar razón de lo bueno. 


3. La posición del relativismo

     Ante la pregunta por el criterio para juzgar sobre lo bueno, el relativismo moral niega que exista ningún criterio de valor universal. El relativismo utiliza dos tesis o propuestas diferentes: a) todo hombre debe seguir la moral dominante en su sociedad; b) cada uno debe seguir su propio capricho.

Ninguna de las dos propuestas es razonable. La primera (“todo hombre debe seguir la moral dominante en su sociedad”), de tipo autoritario o conformista (según se mire) incurre en tres contradicciones:

(1) Pretende fijar al menos una norma universalmente válida (con lo que propone una valoración no relativa, sino absoluta): por ejemplo, si en mi sociedad “se piensa mal” de otras, induciré a otros a cambiar sus normas, lo que contradice el principio enunciado.

(2) No siempre es posible hablar de “la” moral dominante en una sociedad, pues habitualmente lo que hay son valores más o menos dominantes (por ejemplo sobre el aborto: unos lo consideran un crimen, otros un derecho).

(3) En algunas sociedades adquiere valor de modelo una persona que no se acomoda a la moral de su tiempo. Si el principio que debe seguirse es acomodarse, es contradictorio proponer como modelo a alquien que no se acomoda.

     La segunda tesis (“cada uno debe actuar según quiera”), de tipo anarquista o individualista, parece más consecuente, pues sigue el criterio de lo bueno para alguien en determinado sentido. Pero en sí misma no aporta nada, pues evidentemente todos actuamos por intereses. Tiene detrás la suposición de que uno debe autodeterminarse por los impulsos “naturales” (que brotan de dentro), y no por criterios “morales” que vendrían de fuera, es decir por una heterodeterminación. Pero esa propuesta no nos dice cómo sabemos lo que queremos (ya que no somos simplemente animales). Y esto plantea la pregunta de qué es lo natural.


4. Qué es lo natural al hombre

     Para responder a esta pregunta nos conviene volver a qué sea lo bueno en el sentido absoluto. No puede ser simplemente un bien parcial o particular (la salud, el éxito profesional, el altruismo), que siempre puede ceder ante otra cosa. Por eso es una “falacia naturalista”, como dice Moore, intentar cambiar la palabra bueno por un valor particular. Si yo cambio la palabra “bueno” por “sano”, cuando llegue el momento de decidir en concreto si algo que tiene que ver con la salud es bueno para mí o para otros, solo podré decir “la salud es sana”. Y esto no aporta nada.

    Como vimos, según nuestra experiencia, “bueno” en sentido absoluto designa el punto de vista bajo el que se ordenan todos los demás puntos de vista por los que hacemos algo. Por eso según los clásicos vivir bien (vivir feliz y en paz) requiere tener una jerarquía de preferencias. Y por eso la propuesta “haz lo que te guste” no es suficiente para ser feliz, porque no me enseña lo que debe gustarme (para esto tendría que acudir a la razón y también tener en cuenta los gustos de los demás, con los que puedo colisionar).


5. La tolerancia y el debate ético

     La propuesta “haz lo que te guste” podría valer si se añade “siempre que respetes los gustos legítimos de los otros”. Pero entonces eso limitaría los propios gustos (con lo que se demuestra la contradicción de la propuesta como fue hecha).

     El relativismo moral no es, como algunos sostienen, una fuente válida de la tolerancia (“todo es relativo, por tanto toleremos todo”); porque también puede decir: cada uno debe vivir según su moral y la mía me permite ser violento e intolerante. La tolerancia sólo cabe cuando se presupone la dignidad del hombre. Además, la tolerancia no basta para resolver los conflictos, si no existiera una medida para juzgar los deseos e intereses, muchas veces contrapuestos.

    Para el relativismo, es imposible el acuerdo moral porque no hay una verdad ética común; pero esto no lleva al diálogo, sino que se impone el más fuerte (la zorra y la liebre no discuten). El hecho de que haya debates éticos demuestra lo contrario: que hay comportamientos mejores que otros en absoluto (verdades o valores universales), y no solo mejores “para alguien o en relación con determinadas normas culturales”. Por eso para un relativista que fuera consecuente no tendría sentido dialogar. El sentido de la Ética es esclarecer cómo puede conocerse lo que es bueno, aunque a veces sea más difícil determinarlo.

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Preguntas de autoevaluación
(responder: verdadero / falso)

1. La palabra “bueno” solo significa “bueno para alguien en un determinado sentido”

2. El hecho de que los sistemas normativos son en gran medida dependientes de la cultura, lleva necesariamente a afirmar que no existe lo bueno en sentido absoluto

3. La Ética tiene como origen la suposición o el intento de convencer a las personas de que hay un significado absoluto y universal de la palabra “bueno”

4. Los griegos del siglo V antes de Cristo llamaron “fisis”, naturaleza, a la medida o regla con la que medir las distintas maneras de vivir y los diversos comportamientos

5. Las coincidencias en las ideas morales de las distintas épocas son mayores de lo que comúnmente se cree

6. La tesis de que cada uno debe hacer lo que quiera opone los principios más interiores y “naturales” a otros impulsos morales que vienen de fuera

7. La referencia a lo “bueno” puede, sin consecuencias éticas, sustituirse por bienes como la salud, el placer, etc.

8. Decir que cada uno debe hacer lo que le gusta equivale sin más a decir que cada uno tiene que habérselas con los gustos de los demás como le apetezca

9. El relativismo ético, si fuera consecuente, no podría defender el diálogo, puesto que donde se piensa que no existe ninguna verdad universal, no tiene sentido dialogar

10. La tolerancia es una consecuencia evidente del relativismo moral

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