Se desarrolla el film en un futuro no lejano, cuando el cambio climático casi acaba con la vida sobre la tierra. Solamente sobreviven los pasajeros de ese tren, impulsado por lo que llaman “la máquina de movimiento eterno”. Ahí puede verse una crítica a la tecnología si ésta se llegara a convertir en una pseudorreligión que pone un abismo entre los pobres y los ricos, somete con violencia a muchas personas y a sus familias, y las separa de los niños para adoctrinarlos y explotarlos. Con todo, late en alguna parte la esperanza de sobrevivir, después de una dura batalla encabezada por un redentor.
Un tren verdaderamente salvador es hoy el de la familia cristiana, con su importante papel en la sociedad, que conviene poner de relieve en esta época de nueva evangelización. Para ello es bueno también plantearse qué actitudes educativas son las mejores, dentro de la familia, en relación con la vida política, económica y ciudadana, y con las nuevas tecnologías de la comunicación.