En su discurso a la plenaria de la Congregación para la Educación Católica (9-II-2017), el Papa Francisco se ha referido al importante papel de las universidades católicas y de las escuelas católicas. A este propósito cabe subrayar, entre otras cosas, el creciente interés que tiene el trabajo conjunto de estos dos tipos de instituciones educativas.
Como ha recordado el Papa en la exhortación Evangelii gaudium, “las Universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar el compromiso de evangelización”; y “las escuelas católicas (…) constituyen una contribución muy válida a la evangelización de la cultura, también en países y ciudades donde una situación adversa nos estimula a usar la creatividad para hallar los caminos adecuados» (n. 134).
Francisco ha subrayado tres aspectos, necesidades o, como les ha llamado, expectativas en esta tarea: humanizar la educación, promover la cultura del diálogo y sembrar esperanza.
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miércoles, 22 de febrero de 2017
viernes, 10 de febrero de 2017
La Trinidad y la educación cristiana
El Greco, Trinidad (1577-1580),
Museo del Prado (Madrid)
Se habla y se debate estos días sobre la educación cristiana, qué es, qué no es, cuál es su centro y su marco. Y a este propósito cabe redescubrir, con toda su actualidad, las reflexiones de ese gran teólogo que es Jean Daniélou. Concretamente cuando apunta que la fe en Dios Uno y Trino nos revela las últimas profundidades de lo real, el misterio de la existencia. Y esto le parece esencial para la educación cristiana.
La Trinidad, escribe, constituye el principio y origen de la creación, de la redención y de la santificación. Todas las cosas le son finalmente referidas, pues ella es la que proporciona a todo su consistencia y su plenitud (cf. La Trinidad y el misterio de la existencia, Madrid 1969, p. 11).
lunes, 6 de febrero de 2017
Vocación cristiana y promoción humana
Cuando se emplea la palabra “vocación” (llamada), ha sido frecuente durante siglos pensar sólo en los candidatos para el seminario o para la vida religiosa. El Concilio Vaticano II habló de “vocación cristiana” y aún más: esa vocación cristiana es “vocación universal a la santidad”. En un sentido más amplio todavía, el Concilio habló de “vocación humana”, porque toda vida humana es una llamada a la plenitud de la belleza, del bien y la verdad que se abren en Dios.
Pues bien, la promoción humana –el desarrollo humano integral– es parte, y parte esencial, de la vocación cristiana; y más aún, de toda existencia humana. Así se dice en la encíclica Caritas in veritate, donde el término “vocación” aparece en 25 ocasiones:
“Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano”. Esa vocación universal al amor y a la verdad es manifestada por Jesucristo, que la libera de las limitaciones humanas y la hace plenamente posible.