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domingo, 31 de marzo de 2019

La fe, al servicio de la cultura y de la sociedad

La perspectiva de la fe cristiana aporta una potente luz al discernimiento de la tarea educativa, tanto en la escuela como en la universidad. En esta última además, fomenta una verdadera “revolución cultural” al servicio de la sociedad. Lo ha dicho Francisco citando un documento sobre la renovación de los estudios en las universidades y facultades de la Iglesia.

El papa se extendió sobre este tema en una meditación que dirigió en la Pontificia Universidad Lateranense, el pasado 26 de marzo.

Partió de la liturgia del día (Dn 3, 25. 34-43). Un pasaje del libro de Daniel, donde se presenta la oración de tres jóvenes –arrojados a un horno de fuego por negarse a adorar una estatua del rey de Babilonia– y como Dios les libró de todo mal. Siempre pasa así, señaló Francisco: “Escuchar la Escritura a partir de la realidad del “hoy” desvela y comunica ulteriores significados que en ella se contienen”. Para dar valor a los creyentes ante las persecuciones sufridas por su fe, el libro recuerda los personajes ilustres que vivieron la fidelidad a Dios y su Torá. Así “la memoria del pasado nos trae no solo un mensaje, sino que nos aporta la fuerza de la pertenencia a un pueblo”.

Podemos dividir la intervención de Francisco en tres pasos: 1) presentación del contexto actual en relación con el camino académico; 2) llamada de atención ante una cultura individualista y consejo de cultivar una memoria agradecida; 3) propuesta de una tarea intelectual y educativa que esté vivificada por el espíritu cristiano, en el horizonte de la verdad y del amor.


El contexto actual y el camino académico

1. El contexto actual y el camino académico. Con la ayuda de Dios se puede vivir envueltos en llamas y salir incólumes. Es en cierto modo lo que sucede también hoy: “Vivimos en un contexto cultural marcado por el pensamiento único, que envuelve y adormenta a todos con su abrazo mortífero y quema toda forma de creatividad y de pensamiento divergente”. Pero con la ayuda de Dios se puede mantener una mirada alta y distinta sobre la realidad, marcando una diferencia cristiana portadora de novedad.

En ese contexto, el papa anima a recorrer el itinerario académico de las universidades y facultades de la Iglesia, centrado en lo que puede servir, en un sentido amplio, como orientación para toda institución educativa inspirada por la fe cristiana: “No aislaros de ese contexto, sino más bien vivirlo con espíritu crítico y capacidad de discernimiento, con vistas a la acción en la que se expresa vuestra contribución a la vida cultural y social del mundo”.

La fe cristiana sirve, en efecto, a la cultura y a la sociedad aportando una luz en la mirada a la realidad y en la mejora del mundo:

“La adhesión al Evangelio y la aceptación del rico patrimonio de la Tradición eclesial, a todos los niveles, no tienen como objetivo bloquear el pensamiento ni repetir incansablemente las fórmulas de siempre: quieren ante todo daros un punto de vista libre, auténtico, fiel a la realidad, diría ‘sano’, respecto a este tiempo nuestro”.

Para eso –añade Francisco con referencia al texto bíblico inicial– es necesario ejercitar la memoria, conectar con la tradición de la familia y pueblo de Dios que es la Iglesia, “recordar las raíces, que son diferentes que el árbol: están bajo tierra, pero son las raíces. (...) las raíces de un pueblo, la memoria de un pueblo. La memoria que es como la savia que viene de las raíces y hace crecer y florecer el árbol”.


El arrastre del individualismo y el remedio de la memoria agradecida

2. El empujón continuo hacia el individualismo y el remedio de la memoria agradecida. El papa ejercita una vez más el método del discernimiento teológico-práctico: con “los ojos” y “los oídos” de la fe, volver sucesivamente la mirada hacia la realidad y de nuevo a la fe, y de nuevo, con esa referencia, a la situación actual para ir avizorando el camino, y así hasta llegar a una propuesta concreta.

Francisco subraya un aspecto dentro del contexto cultural actual: el arrastre del individualismo:

“Pensad en el empujón que recibimos continuamente para vivir en un individualismo cómodo y avaro –todos–, preocupado únicamente del propio bienestar, del tiempo libre y de la realización de uno mismo”. Esto tiene, entre otras consecuencias, el invierno demográfico –con frecuencia se prefieren los viajes a los hijos, porque se piensa en la propia realización, pero de esa manera no se deja tras de sí una historia– y, sobre todo la exaltación del yo y el olvido de los demás:

"A menudo -observa el papa­- se transforma rápidamente en exaltación del “yo” personal o del grupo, con desprecio y descarte de los demás, de los pobres, rechazando dejarse interpelar por la evidente ruina de la creación! ¡Eso es una vergüenza!”

Y se cuestiona: ¿Qué se puede hacer para evitar –con el recuerdo de aquellos jóvenes en el horno de fuego– ser “quemados en el cerebro, en el corazón, en el cuerpo, en las relaciones, en todo lo que pone en movimiento la vida y la llena de esperanza”?

Así va planteando el papa el marco de su propuesta para los intelectuales cristianos o, quizá sería mejor decir, para los cristianos que cultivan la inteligencia desde la fe como un servicio a la cultura y al mundo:

“Desde la contemplación del misterio mismo de la Trinidad de Dios, y de la encarnación del Hijo, mana para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia el primado dado a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con toda la humanidad como vocación de todos” (cf. Const. ap. Veritatis gaudium, 29-I-2018, n. 4). En esta perspectiva se ve claro que lo contrario al “yo “no es el “tú”, sino el nosotros que nos salva de la enfermedad del individualismo. Un nosotros que nos une con Dios y que, por eso mismo, nos lleva a contemplar al otro y vivir el servicio, el darse de verdad a los demás


Integración de los aspectos de la persona

3. Integración de los aspectos de la persona, desde la relación entre fe y razón. En aquella oración de los tres jóvenes del texto bíblico –señala Francisco– reconocen que Dios fue justo y fiel a sus promesas, en la historia del pueblo. Reconocen también los errores de sus antecesores, piden perdón y solicitan ayuda para no repetir esos errores ­–con Dios, con los demás con la creación– en la actualidad. Pues lo mismo que hay una solidaridad en la fe es posible, lamentablemente, una solidaridad en el pecado. Pero Dios, que tuvo misericordia de los padres, la tendrá también de nosotros porque no se cansa de perdonar. Los jóvenes se abren así el futuro en medio de la hostilidad y de la persecución.

Exclama Francisco ante los jóvenes y la comunidad universitaria: “¡Me gustaría tanto que conservéis esta esperanza fundada en la promesa de Dios!”.

¿Por dónde discurre entonces el camino de los estudios universitarios a la luz de la fe, y cómo pueden llegar a ser “fecundos y útiles” a nuestra cultura y a nuestra sociedad?

Responde el papa: primero, “en la medida en que no os desenganchen de esa pertenencia consciente a la historia del pueblo y de la humanidad entera, y os ayuden a interpretarla con las claves de lectura que emergen de la Palabra de Dios, abriéndoos a un futuro lleno de esperanza”; sin ceder a la tentación de encerrarse en unas fórmulas apartadas de la vida y de la existencia real de las personas, de los otros.

Segundo, esto pide “un ‘radical cambio de paradigma’, una ‘atrevida revolución cultural’ que, nacida de la contribución de la reflexión y de la praxis del pueblo de Dios ‘en el campo’ de todos los rincones del mundo”, conduzca a saber interpretar y entender mejor la vida y el mundo de los hombres (cf. Veritatis gaudium, nn. 3-5).

Alguien podría extrañarse ante esta proposición de un cambio radical de perspectiva intelectual.

El papa explica que “no hemos superado la lógica del iluminismo”. Cabe traducir ese término, procedente del discurso en italiano del papa, por el término "Ilustración", referente al "movimiento filosófico y cultural del siglo XVIII que acentúa el predominio de la razón humana y la creencia en el progreso" (Diccionario de la Real Academia Española). En efecto, y no es que la razón o el progreso sean malos, sino que la Ilustración –que por otra parte también hizo aportaciones interesantes– los enfocó de un modo reduccionista, aislados de una antropología completa.

Frente a esto, Francisco propone una nueva hermenéutica (interpretación), que tenga en cuenta no solo la razón sino el ser completo de la persona: la mente, el corazón, las manos; lo que piensa, siente y hace. Y esto –tan importante y proclamado, sigue siendo un reto en la práctica de la educación– hace falta hoy, asegura, para superar la herencia racionalista de los últimos siglos.


La propuesta central

Esta es su propuesta central, basada en la relación entre la fe y la razón, entre la oración y la mente abierta al Dios uno y trino y a la verdad “siempre más grandes”. Es una propuesta donde la tarea intelectual resulta vivificada por el espíritu cristiano, en el horizonte grande, siempre abierto, de la verdad y del amor, a Dios y a los demás:

No hay necesidad tanto de una nueva síntesis, sino ‘de una atmósfera espiritual de búsqueda y certeza basada en las verdades de razón y de fe’ que será fructífera ‘sólo si se hace con la mente abierta y de rodillas’: ambas. Por ejemplo, el teólogo que se complace de su pensamiento completo y concluido, ¿qué es? Un teólogo mediocre. El buen teólogo, el buen filósofo, tiene un pensamiento abierto, es decir, incompleto. Enamórate del pensamiento incompleto, porque ese es nuestro camino, siempre abierto al maius de Dios y a la verdad” (cfr. Veritatis gaudium, 3).

Con ese espíritu y esa disciplina –señala, dirigiéndose a profesores y alumnos– “los estudios que hacéis aquí os ayudarán a interpretar el mundo y a construir el futuro con el Señor, bien fundados en la pertenencia al pueblo santo de Dios, que Él guía con amor, inspira, nutre y corrige con su Palabra”.

A este propósito cabe recoger aquí un pasaje –no citado en el discurso del papa– del documento al que se refiere Francisco en su intervención, concretamente cuando enuncia algunos criterios fundamentales para la renovación de los estudios en los centros educativos inspirados por la fe católica. Ahí se explica cómo puede entenderse, desde la fe cristiana, la interdisciplinariedad como método pedido hoy en la investigación y en la educación, por todas partes:

“En este sentido, es sin duda positivo y prometedor el redescubrimiento actual del principio de la interdisciplinariedad. No solo en su forma «débil», de simple multidisciplinariedad, como planteamiento que favorece una mejor comprensión de un objeto de estudio, contemplándolo desde varios puntos de vista; sino también en su forma «fuerte», de transdisciplinariedad, como ubicación y maduración de todo el saber en el espacio de Luz y de Vida ofrecido por la Sabiduría que brota de la Revelación de Dios” (Veritatis gaudium, n. 4, c).

1 comentario:

  1. Excelente articulo, este bleg me es útil para instruirme y para entretenerme.

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