Duccio di Bouninsegna, La pesca milagrosa (h. 1655),
Museo dell'Opera del Duomo, Siena.
Lo que se conoce como “triple oficio” (o ministerio) de Cristo (profeta, sacerdote y rey) es un esquema teológico que ha dado frutos abundantes en los últimos siglos para la teología y la pastoral de la Iglesia. Los párrafos aquí recogidos pertenecen a la síntesis que Santiago Madrigal publicó, sobre este tema, en un buen Diccionario de Eclesiología hace pocos años (*).
El autor identifica cuatro buenos servicios de este “esquema”: 1) explicar en unidad el ser y el obrar de Cristo (como se estudian respectivamente en la cristología y la soteriología), de acuerdo con la teología bíblica; 2) la inserción del misterio de la Iglesia en el misterio de Cristo (de modo que el triple munus de Cristo es participado como triplex munus Ecclesiae [triple oficio de la Iglesia] antes que en el cristiano singular), tal como se expone en el Concilio Vaticano II (Lumen gentium); 3) una buena base tanto para la teología del laicado como para la teología del ministerio episcopal; 4) un marco para articular las dimensiones y tareas de la única misión evangelizadora de la Iglesia.
La unidad entre el ser y el obrar de Cristo
“Aunque la tripartición de los oficios de Cristo es sólo una de las formas posibles de sistematizar los numerosos títulos que la Escritura le asigna, hoy podemos decir que la doctrina de los tria munera Christi [tres oficios de Cristo] se ha generalizado en la teología católica tras el espaldarazo que recibió del magisterio eclesiástico en el Vaticano II. Frente a la dogmática tradicional, esta división tripartita no reduce de forma casi exclusiva el significado antropológico y soteriológico [en relación con la obra redentora de Cristo] de la cristología. El esquema permite describir de forma sintética los aspectos fundamentales de la misión de Cristo, porque una cristología que no quiere escindir la persona y la obra, es decir, orientada hacia la soteriología, deberá poner de manifiesto las funciones mesiánicas del profeta y revelador, del sumo sacerdote y del Señor de la creación. Desde la teología bíblica afirmamos que en Cristo y por Cristo ha revelado Dios el misterio de su gracia, ha realizado la reconciliación con la humanidad pecadora y la ha hecho partícipe de su gloria divina. Profeta, sacerdote, rey, no son tres funciones distintas, sino tres aspectos diversos de la función salvífica del único mediador (1 Tm 2, 5; Hb 8, 6)”.
El autor identifica cuatro buenos servicios de este “esquema”: 1) explicar en unidad el ser y el obrar de Cristo (como se estudian respectivamente en la cristología y la soteriología), de acuerdo con la teología bíblica; 2) la inserción del misterio de la Iglesia en el misterio de Cristo (de modo que el triple munus de Cristo es participado como triplex munus Ecclesiae [triple oficio de la Iglesia] antes que en el cristiano singular), tal como se expone en el Concilio Vaticano II (Lumen gentium); 3) una buena base tanto para la teología del laicado como para la teología del ministerio episcopal; 4) un marco para articular las dimensiones y tareas de la única misión evangelizadora de la Iglesia.
La unidad entre el ser y el obrar de Cristo
“Aunque la tripartición de los oficios de Cristo es sólo una de las formas posibles de sistematizar los numerosos títulos que la Escritura le asigna, hoy podemos decir que la doctrina de los tria munera Christi [tres oficios de Cristo] se ha generalizado en la teología católica tras el espaldarazo que recibió del magisterio eclesiástico en el Vaticano II. Frente a la dogmática tradicional, esta división tripartita no reduce de forma casi exclusiva el significado antropológico y soteriológico [en relación con la obra redentora de Cristo] de la cristología. El esquema permite describir de forma sintética los aspectos fundamentales de la misión de Cristo, porque una cristología que no quiere escindir la persona y la obra, es decir, orientada hacia la soteriología, deberá poner de manifiesto las funciones mesiánicas del profeta y revelador, del sumo sacerdote y del Señor de la creación. Desde la teología bíblica afirmamos que en Cristo y por Cristo ha revelado Dios el misterio de su gracia, ha realizado la reconciliación con la humanidad pecadora y la ha hecho partícipe de su gloria divina. Profeta, sacerdote, rey, no son tres funciones distintas, sino tres aspectos diversos de la función salvífica del único mediador (1 Tm 2, 5; Hb 8, 6)”.