(Publicado en la web de "Omnes", 1-VI-2025)
En pocas semanas hemos recibido ya muchas enseñanzas del nuevo Papa, León XIV. Los primeros días, sus palabras eran examinadas cuidadosamente por todos, para avizorar las claves y orientaciones de su pontificado.
Presentamos aquí esas primeras palabras, la homilía en la Misa con los cardenales y el discurso en el posterior encuentro con ellos y, finalmente, la homilía en el inicio del ministerio petrino.
Cristo resucitado trae la paz y la unidad
Como un eco de las de Cristo el día de su Resurrección, las palabras del nuevo Papa liberaron el aliento contenido de todos en la plaza del Vaticano (8-V-2022): “¡La paz esté con todos ustedes! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo del Cristo Resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, alcanzara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!”
No se trata de cualquier paz, sino de la paz de Cristo Resucitado: “una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante”, que proviene de Dios, quien nos ama a todos incondicionalmente.
Como Francisco, a quien el nuevo Papa evocó en su primera bendición a Roma y al mundo entero, también León XIV desea bendecir y asegurar al mundo la bendición de Dios y el amor de Dios, y su necesidad de seguir a Cristo:
“El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayúdenos también ustedes, y ayúdense unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz. ¡Gracias al Papa Francisco!”.
Agradeció a los cardenales el haberle elegido y propuso “caminar (…) como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros”.
Declaró como hijo de san Agustín: “Con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”. Y añadió: “En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado”. Y saludó especialmente a la Iglesia en Roma, que debe ser misionera, constructora de puentes, con los brazos abiertos a todos, como la plaza de san Pedro.
A Roma ha llegado desde Chiclayo (Perú) donde estuvo ocho años como obispo y lo recuerda –y es recordado allí– con afecto: “donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”.
Expresó su deseo de caminar juntos, tanto en Chiclayo como en Roma. Con ello enlazó: “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cercana especialmente a los que sufren”.
Y terminó invocando a la Virgen de Pompeya, cuya advocación se celebraba ese día.
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