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martes, 26 de febrero de 2013

Humanismo, caridad, evangelización


E. Nolde, Cristo y los niños (1910), 
Museo de Arte Moderno, Nueva York

En su último encuentro con el clero romano, el 13 de febrero, Benedicto XVI se refirió, entre los grandes temas del Concilio Vaticano II, a la relación entre la Iglesia y el mundo de hoy, que aparecía entonces “con gran urgencia”.

     Se trataba de afrontar “los temas de la responsabilidad en la construcción de este mundo, de la sociedad; responsabilidad por el futuro de este mundo y esperanza escatológica; responsabilidad ética del cristiano y dónde encuentra su orientación”.

    En un escrito del Papa con ocasión del 50º aniversario de la apertura del Concilio, evoca cómo la reflexión sobre la relación entre la Iglesia y el mundo moderno fue el origen de la constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual.

sábado, 23 de febrero de 2013

Comenzar por abrir el propio corazón

Estatua de San Pedro (h. 1300), atribuida a Arnolfo di Cambio,
situada en el interior de la Iglesia de San Pedro en el Vaticano 

El camino de la Cuaresma se ha convertido esta vez en oración por la Iglesia en este cambio de pontificado. Así lo señalaba Benedicto XVI en su homilía del Miércoles de Ceniza, apoyándose en los textos litúrgicos para proponer actitudes y comportamientos concretos entre los cristianos.

     Se fijó especialmente en las palabras que la Iglesia propone por boca del profeta Joel": "Así dice el Señor: convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto»" (2,12).

miércoles, 20 de febrero de 2013

Conversión: Dios en primer lugar




M. Chagall, Crucifixión amarilla (1943)


¿Qué lugar ocupa Dios en mi vida? ¿Qué significa en la práctica convertirse? En su penúltima audiencia (13-II-2013) Benedicto XVI quiso reflexionar sobre las tentaciones de Cristo (cf. Lc 4, 1-13). Y comenzó invitando a plantearse una pregunta fundamental: “Qué es lo que realmente cuenta en mi vida?”.

domingo, 17 de febrero de 2013

Rosa blanca en cáliz de sangre


Lamentación sobre la tumba, icono en al Museo Bizantino de Atenas

Dos años antes de ser recibida en la Iglesia Católica, Gertrud von Le Fort (1876-1971) escribió sus “Himnos a la Iglesia”. Considerar la realidad de la Iglesia, su santidad esencial y su sufrimiento unido al de su Cabeza, por los pecados del mundo –también por los de sus miembros–, es un buen marco para acompañar, con agradecimiento y oración, la despedida de Benedicto XVI.

      Esos poemas están estructurados como diálogo entre el alma, que anhela la Verdad, y la Iglesia, que le explica su misterio de catolicidad y de amor. Un misterio que lleva en sí el cumplimiento de las promesas divinas de salvación para la humanidad y para cada persona. Estamos en 1924 y la autora está cercana a cumplir los cincuenta años.

viernes, 15 de febrero de 2013

Creer en el amor


Caravaggio, José y el angel, 
detalle del "Descanso en la Huida a Egipto" (1596-1597)
Museo Doria Pamphilj (Roma)


Creer en el amor. Tal es la propuesta del mensaje de Benedicto XVI para esta última Cuaresma de su pontificado, ya de sabor agridulce para tantas personas. A la vez, como es claro para los que hayan seguido de cerca sus pasos como Papa, creer en el amor es la propuesta que representa el ejercicio de su ministerio.

     Es la propuesta que inició exponiendo, en su primera encíclica, que Dios es amor, de un modo novedoso que impactó en los cristianos y los que no lo eran. Y, luego, a lo largo de sus enseñanzas orales y escritas, ese mensaje central ha ido ganando en intensidad, como una sonata que repite el tema de fondo, pero enriqueciéndolo a medida que avanza la ejecución de la partitura, cada vez más intensamente.

    Justo porque él, personalmente, cree en el amor, ha sabido fortalecer la unidad y la fe de los cristianos, abrir el mundo más a Dios y abrirnos, a todos, más al amor.

    Eso es lo difícil, se dirá; porque el amor es, en muchos ambientes, palabra gastada, y participa poco, o nada, en ciertas actividades que llevan su nombre. Y sin embargo, en el cristianismo el amor es la síntesis y el fruto, la vida y la prueba de la fe. Por eso el Papa propone creer de verdad en el amor, a pesar de las dificultades; pues, como reza el mensaje, “creer en la caridad suscita caridad”.

martes, 12 de febrero de 2013

Una decisión valiente, normal, buena

Benedicto XVI anunciando su decisión (11-II-2013)


No habrá sido una decisión fácil. Benedicto XVI es bien consciente de que se trataba de “una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia”. Algo largamente meditado: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.


   Después del susto, verdadero mazazo para la familia cristiana, ante la noticia, vamos vislumbrando un poco qué sucede y por qué caminos nos ha llevado y nos lleva Dios, de la mano de este hombre discreto y magnánimo, que hoy guía a la Iglesia, pero que dentro de escasamente tres semanas, dejará su ministerio para el siguiente sucesor de Pedro.


Creador del mundo y del hombre


M. Chagall, vidriera (1962), Hebrew Medical Center (Jerusalén)


“Creo en Dios: el creador del cielo y de la tierra, el creador del ser humano”, es el tema que ha centrado la audiencia general de Benedicto XVI, el 6 de febrero. En esa declaración, el Credo recoge el comienzo de la Biblia: “Al principio, creó Dios el cielo y la tierra (Gn, 1, 1). En palabras del Papa: “Es Dios el origen de todas las cosas y en la belleza de la creación se despliega su omnipotencia de Padre que ama”.


Creación, razón y fe

     A partir de la Escritura subraya Benedicto XVI dos aspectos sucesivos: la razón puede llegar a descubrir, a través del mundo creado, la existencia de un Dios omnipotente y bueno que ha dejado ahí sus huellas; la fe puede desentrañar el lenguaje del “gran libro de la naturaleza”. Y por tanto, “la inteligencia humana puede encontrar, a la luz de la fe, la clave de interpretación para comprender el mundo”.


domingo, 10 de febrero de 2013

Palabra de Dios y palabras cristianas

S. Botticelli, Madonna del Magnificat (1481), Museo Uffici, Florencia


El Concilio Vaticano II, cuyo 50 aniversario estamos celebrando, explica la revelación como un manifestarse Dios a sí mismo. ¿Con qué finalidad? Para darnos a conocer su amor y para que, por medio de Cristo y el Espíritu Santo, podamos participar en la vida divina (cf. Constitución dogm. Dei verbum, n. 2).


La revelación alcanza su punto máximo en Cristo

     Ya la carta a los Hebreos dice que durante la historia, Dios ha hablado progresivamente y de muchas maneras, particularmente en el Antiguo Testamento por medio de los profetas (cf. Hb 1, 1-2). Pero sobre todo, nos ha enviado a su propio Hijo, el Verbo o la Palabra eterna del Padre, hecho carne por nosotros y por nuestra salvación.

martes, 5 de febrero de 2013

Formación litúrgica y nueva evangelización


Altar central del templo de la Sagrada Familia (Barcelona) 

    "Un templo (es) la única cosa digna de representar 
el sentir de un pueblo, ya que la religión 
es la cosa más elevada en el hombre"
(A. Gaudí, arquitecto)


La película El festín de Babette (G. Axel, 1987) recoge el relato de una misteriosa cena que consigue cambiar la vida de los invitados, mostrando el esplendor de la belleza que posee el mensaje cristiano. Puede verse como una “parábola” de lo que la Eucaristía, centro de la liturgia, hace en los cristianos, y, a través de ellos, en el mundo.

     Cuando estamos celebrando el 50 aniversario del Concilio Vaticano II, cabe recordar que la liturgia fue uno de sus temas principales. Y que la formación litúrgica es esencial en la nueva evangelización.

lunes, 4 de febrero de 2013

Poder de Dios, poder del amor


Imagen de "Jesús del Gran Poder", obra de Juan de Mesa (1620),
que procesiona en la Semana Santa de Sevilla

¿Qué quiere decir que Dios es “Padre todopoderoso”? ¿No parece algo imposible contemplando tanto sufrimiento y el mal en el mundo? ¿Y qué sentido tiene que Dios entregara a su Hijo en una cruz?

     Durante la audiencia general del 30 de enero, Benedicto XVI reflexionó sobre las palabras del Credo: “Creo en Dios Padre todopoderoso”. Y de esta forma profundizó en la filiación divina y las actitudes que comporta.

viernes, 1 de febrero de 2013

La Iglesia, convocación a la santidad

 
A. Brenner, Cristo llamando a sus primeros discípulos (1839), Leiscester Museum & Art Gallery, Inglaterra
 
 
 
 
 


El Concilio Vaticano II, en uno de sus textos más importantes (const. dogm. Lumen gentium), explica que la Iglesia es uno de los misterios de la fe cristiana (cf. LG cap. I). Ahora bien, ¿qué decir a una persona que afirma que cree en Dios pero que no cree en la Iglesia? Y por otra parte, ¿qué significa “creer en la Iglesia”?

Creer en Dios, ponerse en camino



“Abrahán es la primera gran figura de referencia para hablar de fe en Dios”, ha dicho Benedicto XVI. La impresionante figura del patriarca se muestra bien en la película Abraham (J. Sargent, 1994), protagonizada por Richard Harris (ver otra película sobre Abrahán para niños)

      En el marco de sus audiencias generales sobre el Año de la Fe, Benedicto XVI ha comenzado a desarrollar algunas consideraciones sobre el Credo. La primera, el 23 de enero, se ha centrado en la expresión: “Creo en Dios”. Esto, señala, quiere decir: “Es mi existencia la que debe cambiar, convertirse”.