B. E. Murillo, La resurrección del Señor (1650-1660)
En un mensaje al Simposio internacional de catequética, celebrado en Buenos Aires del 11 al 14 de julio, el Papa Francisco ha señalado exactamente el centro de la educación de la fe: “Cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros”.
En el citado Simposio ha intervenido Monseñor Luis Ladaria, actual prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe. En su exposición ha subrayado que Cristo es el centro de la fe porque es el único y definitivo mediador de la salvación, al ser “testigo fiel” (Ap. 1, 5) del amor de Dios Padre. La fe cristiana es fe en ese amor, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo y dominar el tiempo. El amor concreto de Dios Padre que se deja ver y tocar en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, Dios y Hombre verdadero. Ese amor del Padre manifestado en Cristo nos llega a nosotros gracias a que estamos ungidos por el Espíritu Santo desde nuestro bautismo.
En este proceso la resurrección de Cristo ocupa a su vez un lugar central ¿Qué consecuencias “prácticas” tiene esto y cómo nos afecta? ¿Cómo debe comprenderse y vivirse la centralidad de Cristo en la educación de la fe?