lunes, 25 de septiembre de 2023

El estremecimiento de la fe vivida



En el estadio Vélodrome de Marsella, Francisco ha clausurado su viaje pastoral a esa ciudad. En la homilía del sábado, 23 de septiembre, ha planteado que "necesitamos un estremecimiento".

Tomó pie del relato del evangelista san Lucas sobre la visita de María a su prima Isabel. En otros tiempos el rey David, una vez establecido su reino transportó el Arca de la Alianza a Jerusalén en medio de bailes y alegría. Ahora María va presurosa hacia la región de Jesusalén, a la casa de Isabel. Y el niño que su prima, antes estéril, llevaba en el seno saltó de alegría, se estremeció, al reconocer la llegada del Mesías.

Recogiendo la tradición de la exégesis cristiana, señala el Papa: “María, por tanto, es presentada como la verdadera Arca de la Alianza, que introduce al Señor encarnado en el mundo”. Y en estas dos mujeres, María e Isabel, se manifiesta y se realiza la visita de Dios a la humanidad: una es joven y la otra anciana, una virgen y la otra estéril; las dos están encinta de un modo “imposible”. Y observa el Papa: “Esta es la obra de Dios en nuestra vida: hace posible aun aquello que parece imposible, engendra vida incluso en la esterilidad”.

Y preguntaba el sucesor de Pedro a los fieles presentes si creemos que Dios obra en nuestra vida personal y social: ¿Creemos que el Señor, de manera misteriosa y a menudo imprevisible, actúa en la historia, realiza maravillas y está obrando también en nuestras sociedades marcadas por el secularismo mundano y por una cierta indiferencia religiosa?


Un estremecimiento ante la vida

Pero ¿cómo saber si tenemos esta fe, esta confianza -palabra que viene de tener fe–. Es el signo de la alegría, el saltar, el estremecerse, el exultar de la fe. Se detiene el sucesor de Pedro para explicar cómo es este “este estremecimiento”, generado por la experiencia de la fe, del haber sido “tocados por dentro”, en el corazón.

“Es lo contrario de un corazón aburrido, frío, acomodado a una vida tranquila, que se blinda en la indiferencia y se vuelve impermeable, que se endurece, insensible a todo y a todos, aun al trágico descarte de la vida humana, que hoy es rechazada en tantas personas que emigran, así como en tantos niños no nacidos y en tantos ancianos abandonados”.

El obispo de Roma subraya esta frialdad de la que enferma o puede enfermar la cultura occidental: “Un corazón frío y aburrido arrastra la vida de modo mecánico, sin pasión, sin impulso, sin deseo. Y de todo esto, en nuestra sociedad europea, podemos enfermarnos: del cinismo, del desencanto, de la resignación, de la incertidumbre surge un sentido general de tristeza ―todo junto: la tristeza, aquella tristeza escondida en los corazones―. Alguien las ha llamado ‘pasiones tristes’; es una vida sin sobresaltos.

Efectivamente, es lo contrario que sucede al que vive de la fe, al que tiene una experiencia de la fe, se entiende, de la fe vivida, hecha carne y vida, por la oración, los sacramentos, por el trabajo realizado con espíritu de servicio a los demás, por la vida de familia en la que todos se preocupan por todos. El que "vive de fe" experimenta un “estremecimiento ante la vida”. Se entiende, ante la vida que en él ha sido generada por la fe; y que, por ser participación de la vida divina, se detiene para cuidar de todo lo que tiene que ver con la vida, material y espiritual, de los demás.

“El que es generado en la fe reconoce la presencia del Señor, como el niño en el seno de Isabel. Reconoce su obra en la sucesión de los días y recibe ojos nuevos para observar la realidad; aun en medio de las fatigas, los problemas y los sufrimientos, descubre cotidianamente la visita de Dios y se siente acompañado y sostenido por Él. Frente al misterio de la vida personal y a los desafíos de la sociedad, el que cree exulta, tiene una pasión, un sueño que cultivar, un interés que impulsa a comprometerse en primera persona”.

Por eso es importante, dice Francisco, que cada uno de nosotros se pregunte: “¿siento yo estas cosas? ¿tengo yo estas cosas? Quien es así, sabe que el Señor está presente en todo, llama, invita a testimoniar el Evangelio para edificar con mansedumbre un mundo nuevo, a través de los dones y los carismas recibidos.

Estremecimiento ante el prójimo

Como vemos, la experiencia de la fe, observa el Papa, además de un estremecimiento ante la vida, genera también un estremecimiento ante el prójimo. En este pasaje del evangelio se manifiesta que “la visita de Dios no se realiza por medio de acontecimientos celestiales extraordinarios, sino en la sencillez de un encuentro, (…) a la puerta de una casa de familia, en el tierno abrazo entre dos mujeres, en el encontrarse de dos embarazos llenos de admiración y esperanza (…), la alegría de compartir”.

En definitiva: sabremos que tenemos "fe de verdad", que Dios está con nosotros, “cuando –por la gracia de Dios– hay un estremecimiento por la vida de quien pasa cada día a nuestro lado y cuando nuestro corazón no permanece indiferente e insensible ante las heridas del que es más frágil”. Y esto es hoy para nosotros “un gran desafío contra las exasperaciones del individualismo, contra los egoísmos y las cerrazones que producen soledades y sufrimientos”. Es lo que ha sucedido continuamente en la vida de los santos, en la historia de la Iglesia y del mundo.

Insiste Francisco: “Hoy nuestra vida, la vida de la Iglesia, Francia, Europa necesitan esto: la gracia de un estremecimiento, de un nuevo estremecimiento de fe, de caridad y de esperanza. Necesitamos recuperar la pasión y el entusiasmo, redescubrir el gusto del compromiso por la fraternidad, de seguir corriendo el riesgo del amor en las familias y hacia los más débiles, y de reencontrar en el Evangelio una gracia que transforma y embellece la vida”.

Esto es así porque cuando Dios nos visita –como les sucedió a María e Isabel– nos pone en camino hacia los demás: “nos incomoda, nos pone en movimiento, nos hace “exultar”, como le sucedió a Isabel. 

Concluye Francisco su mensaje, que está en el núcleo del mensaje del Evangelio: “Nosotros queremos ser cristianos que encuentran a Dios con la oración y a los hermanos con el amor; cristianos que exultan, vibran, acogen el fuego del Espíritu para después dejarse arder por las preguntas de hoy, por los desafíos del Mediterráneo, por el grito de los pobres, por las ‘santas utopías’ de fraternidad y de paz que esperan ser realizadas”.

Así es: aquí se juega nada menos que la “fe real”, la fe vivida (“la fe vive por las obras del amor”, Ga 5, 6). Cualquier otra fe es una fe muerta: “La fe sin obras está muerta”, St 2, 26: es una fe que no salva, que no se estremece por la vida de Dios ni por la vida de los demás. 

Y hoy, como también ha dicho Francisco en Marsella, nos situamos en una encrucijada: entre la fraternidad y la indiferencia.

jueves, 10 de agosto de 2023

Mancharse las manos, pero no el corazón

El 3 de agosto, a media mañana, el Papa se encontró con los jóvenes de Scholas Occurrentes en Cascais. Le habían preparado un mural de tres kilómetros y medio, recogiendo situaciones y sentimientos, a base de líneas y de brochazos un tanto inconexos, muchos de los cuales los habían plasmado los mismos que los experimentaban…

Al llegar el Papa se lo fueron enseñando. Y luego le dieron un pincel para que diera el último toque a esa “obra de arte”, a esa “capilla sixtina”, como le llamó Francisco medio bromeando.

Y le hicieron al mismo tiempo algunas preguntas. Concretamente tres preguntas. (Hemos dejado nuestros comentarios entre paréntesis).

domingo, 6 de agosto de 2023

Buscar y arriesgar

 (Para una educación de inspiración católica)

Ante los universitarios en Lisboa (cf. Discurso en la Universidad católica de Lisboa, 3-VIII-2023), el Papa les ha propuesto caminar, peregrinar hacia un horizonte de sentido. No hay peregrinar sin meta. 

No ha venido para dar respuestas fáciles, cómodas o ingenuas. Por eso les aconseja: “Desconfiemos de las fórmulas prefabricadas —son laberínticas—, desconfiemos de las respuestas que parecen estar al alcance de la mano, de esas respuestas sacadas de la manga como cartas de juego trucadas; desconfiemos de esas propuestas que parece que lo dan todo sin pedir nada". 

miércoles, 2 de agosto de 2023

Los jóvenes, el diálogo y la conversión

Con ocasión de la Jornada mundial de la juventud (JMJ), ha surgido una controversia entre dos posiciones que, un poco disecadas, podrían verse como alternativas. Pero no resulta así, si se miran las cosas más detenidamente (*)

Para unos, la Jornada Mundial de la Juventud debería tener como objetivo el encuentro y la convivencia entre los jóvenes, la acogida de la diversidad cultural y religiosa, la promoción de la solidaridad y de la interculturalidad (todo esto podría resumirse en el diálogo), pero no la conversión (sobre todo si se piensa en una conversión impuesta de modo agresivo).

Para otros, la JMJ debería tener como finalidad principal la conversión a Cristo o la evangelización (el anuncio del Evangelio); pues la voluntad de Dios no puede querer de por sí la diversidad de las religiones. Además, las creencias de cada uno no son indiferentes o irrelevantes. Y por eso, centrarse en la acogida de lo diverso y el diálogo podría conducir a un indiferentismo epistemológico, que haría de todo intento de conversión una agresión arrogante.

De esta manera, el diálogo se opondría a la conversión o la evangelización.


La evangelización entendida ampliamente

Sin embargo, san Pablo VI explica que la evangelización es una realidad dinámica, un proceso compuesto de varios elementos: “renovación de la humanidad [de los criterios, valores e intereses, desde el respeto a la conciencia y a las convicciones], testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón [conversión], entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado » (Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, n. 24). Estos elementos, añade, puede parecer que se oponen o excluye entre sí ; pero en realidad son complementarios y mutuamente enriquecedores; y por eso hay que ver siempre cada uno de ellos integrado con los otros.

miércoles, 5 de julio de 2023

Sinodalidad del Espíritu Santo

Frente a otras maneras de entender la sinodalidad (no todas plenamente católicas), el Papa Francisco viene señalando algunos criterios para el camino sinodal que hoy desea la Iglesia recorrer. Un camino que cabría denominar “sinodalidad del Espíritu Santo”, en honor a su protagonista principal (*).

En este sentido, el obispo de Roma se dirigió concretamente a los participantes en un Encuentro nacional de referentes diocesanos del camino sinodal en Italia (Discurso en el Aula Pablo VI, 25-V-2023). Comenzó diciendo que el proceso sinodal está posibilitando la participación de muchas personas en torno a temas cruciales y añadió que quería proponerles algunos criterios, respondiendo a sus inquietudes.

jueves, 29 de junio de 2023

El sucesor de Pedro y su tarea


El ministerio petrino se comprende hoy en el interior y al servicio del episcopado y, así, al servicio de la entera comunidad eclesial, a la vez que promueve el compromiso ecuménico (*).

Así continúa la profundización de aquella sustancial comprensión acerca del primado romano como sucesión del ministerio de Pedro, comprensión inmutable y permanente, presente ya desde los primeros siglos. Lo que ha ido cambiando en la historia es el modo del ejercicio del primado del sucesor de Pedro, dependiendo de numerosos factores y circunstancias. En todo caso, permanece lo esencial, de manera que entre el segundo y el primer milenio no hay ruptura, sino novedad en la continuidad. Ciertamente, en el primer milenio se subraya la comunión eclesial, mientras que en el segundo se enfatiza la jurisdicción; pero ambas dimensiones están siempre presentes.


La infalibilidad del Papa, al servicio de la unidad

La constitución dogmática Pastor aeternus del Concilio Vaticano I (1869-1870) se centra en el ministerio del “primado romano” o “primado apostólico”. Deseaba afrontar sobre todo el riesgo del galicanismo. Señala que la finalidad del ministerio primacial de Pedro es la unidad entre los obispos, la unidad de la fe y entre todos los fieles. Afirma que Pedro recibió de Cristo un verdadero y propio primado de jurisdicción (de obediencia y no solo de honor)sobre toda la Iglesia, y que ese primado permanece en los sucesores de Pedro. La potestad de jurisdicción del primado se califica como suprema (no solo como primum inter pares; e inapelable), plena (en todos los temas), universal (en todo el mundo), ordinaria (no delegada), inmediata (no necesita mediación de los obispos o de los gobiernos) y “verdaderamente episcopal” (sin que suplante al obispo local). No distingue entre potestad de jurisdicción (enseñar y gobernar) y de orden (santificar). 

domingo, 21 de mayo de 2023

Humanismo y tecnología

Durante su viaje pastoral a Hungría, en el encuentro con el mundo universitario y de la cultura (cf. Discurso en la Universidad católica Péter Pázmány, 30-IV-2023), el Papa Francisco retomó un argumento frecuente en las enseñanzas de su predecesor, Benedicto XVI (cf. Discurso en la entrega del I premio Ratzinger de teología, 30-VI-2011).

Se trata del contraste entre dos formas de conocimiento. Por un lado, el conocimiento humilde y relacional –humanista y realista– que se abre a la tecnología, la respeta y a la vez la sitúa constantemente en su adecuada perspectiva. Por otro lado, el conocimiento que tiende a dominar y poseer –tecnocrático–, en principio legítimo, pero que en nuestro tiempo conlleva de hecho el riesgo de acabar con el primer tipo de conocimiento, el humanismo. La armonía entre estos dos tipos de conocimientos, pertenece, efectivamente, a la buena salud de nuestras raíces.

Este argumento lo planteaba ya Romano Guardini hace un siglo: “En estos días he comprendido más que nunca que hay dos formas de conocimiento […], una conduce a la inmersión en el objeto y su contexto, por lo que el hombre que quiere saber trata de vivir en él; la otra, al contrario, reúne las cosas, las descompone, las ordena en cajas, adquiere dominio y posesión, las domina» (Cartas desde el Lago de Como. La técnica y el hombre –texto original de 1924-1927–, Brescia 2022, 55). 

Los jóvenes y la vida real

Con los jóvenes de Hungría el Papa estuvo claro y entusiasta (cf. Discurso en el Papp László Budapest Sportaréna, 29-IV-2023). No dejó de hablarles de sus raíces (condición de vida) y ante todo, de Cristo. Les dijo que las respuestas preconfeccionadas no sirven. Que “Cristo es Dios en carne y hueso, es el Dios vivo que se hace cercano a nosotros; es el Amigo, el mejor de los amigos; es el Hermano, el mejor de los hermanos, y es muy bueno haciendo preguntas. En el Evangelio, de hecho, Él, que es el Maestro, hace preguntas antes de dar respuestas”. A los que desean cosas grandes les enseña que “uno no se hace grande pasando por encima de los demás, sino abajándose hacia los demás; no a costa de los demás, sino sirviendo a los demás (cf. Mc 10,35-45)”.

Jesús nos enseña a arriesgar, apuntar alto; pero también a entrenar. A hacer equipo sin encerrarse en un grupito de amigos y en un teléfono celular. Además ha querido decirles: “No tengan miedo de ir contracorriente, de encontrar cada día un tiempo de silencio para hacer un alto y rezar”. Aunque hoy todo parece empujarnos a ser eficientes como máquinas, no somos máquinas. Al mismo tiempo, es verdad que con frecuencia nos quedamos como sin gasolina, y por eso necesitamos recogernos en silencio. 

lunes, 8 de mayo de 2023

Para una teología del amor

Una buena reflexión sobre la teología del amor es la que realiza, en su tercer sermón de cuaresma (17-III-2023), el padre Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa pontificia y experto en teología de los Padres de la Iglesia. Ahí desarrolla un interesante argumento sobre la necesidad de un mayor desarrollo teológico que ponga en el centro el amor como obra principal del Espíritu Santo. Para ello la teología puede inspirarse en los Padres de la Iglesia, que supieron, en muchas ocasiones, ser profundos a la vez que ser entendidos inclusos por los pequeños y sencillos.

Se trata de una necesidad sentida al menos desde hace un siglo por la teología cristiana. Y muy pertinenente para el momento actual de nueva evangelización en un cambio de época, en la que somos más conscientes de la importancia de la inculturación de la fe.

También de esta manera, entiende él, “la teología (…) puede contribuir a presentar de manera significativa el mensaje evangélico al hombre de hoy y a dar nueva vida a nuestra fe y a nuestra vida de oración”.

(Señalaremos aquí lo que nos parece ser el hilo fundamental de su exposición, para entrar en diálogo con su planteamiento. Y para agilizar la lectura, omitimos las notas del autor, que pueden encontrarse en el original tal como está en su web).

Dios te ama”, dice Cantalamessa que debería ser el anuncio más bello e importante que hemos de hacer llegar a nuestros contemporáneos : “Esta certeza debe socavar y sustituir la que siempre hemos llevado dentro de nosotros: ‘¡Dios te juzga! La afirmación solemne de Juan: ‘Dios es amor’ (1 Jn 4, 8) debe acompañar, como nota de fondo, todo anuncio cristiano, aun cuando deba recordar, como lo hace el Evangelio, las exigencias prácticas de este amor”.

Y continúa diciendo: “Cuando invocamos al Espíritu Santo, también en relación con la sinodalidad, solemos considerarlo sobre todo como luz (que ilumina las situciones para sugerirnos soluciones adecuadas), pero no tanto como amor”. Pero este obrar del amor es para la Iglesia la primera y esencial operación que la Iglesia necesita. Porque “solo la caridad construye; el conocimiento, incluso el conocimiento teológico y eclesiástico, a menudo solo infla y divide” [cf 1 Co 8,1]. [Lógicamente esto no se opone al conocimiento; sólo se opone al conocimiento que no vaya unido al amor].

Prosigue el predicador preguntándose por qué estamos tan ansiosos por saber (hoy incluso emocionados ante la perspectiva de la inteligencia artificial) y tan poco preocupados por amar. La respuesta es simple: “¡el conocimiento se traduce en poder; el amor, en servicio!”

Y sin embargo, un teólogo de la talla de Henri De Lubac escribe : “El mundo necesita saberlo: la revelación de Dios como Amor trastorna todo lo que había concebido de la divinidad” (Histoire et Esprit, Paris 1950)

Cabe aquí un primer paréntesis para apuntar que, en efecto, el amor no ha ocupado del todo hasta ahora el lugar que le corresponde –en el centro– en la teología católica y en cada una de sus disciplinas, y no solamente en la Teología moral, la espiritual y la pastoral. Esto lo puso de relieve la primera encíclica de Benedicto XVI, Dios es amor (2005). Porque el amor no sólo unifica la vida cristiana y la misión de la Iglesia sino también la teología misma.

En esta predicación Cantalamessa se propone mostrar cómo “a partir de la revelación de Dios como amor, se iluminan con nueva luz los principales misterios de nuestra fe: la Trinidad, la Encarnación y la Pasión de Cristo, y se hace menos difícil hacerlos comprender al pueblo de Dios”. (Menos desarrollada está aquí la relación del tema con la vida cristiana y con la Iglesia).

domingo, 7 de mayo de 2023

Buen Pastor

La liturgia católica presenta, en la cuarta semana de Pascua, la figura de Cristo como buen pastor (Jn, capítulo 10). Es instructivo lo que al respecto escribe Fray Luis de León (†1591) en su obra “De los nombres de Cristo”[1], una de las cumbres de la literatura española. Comienza por preguntarse por qué le conviene a Cristo el nombre de “Pastor” y en qué consiste ese oficio. Luego explica detalladamente cómo lo ejercita Cristo con nosotros.

El punto de partida es que Cristo mismo dice en el evangelio de San Juan: “Yo soy buen pastor”. Y la carta a los Hebreos dice de Dios «que resucitó a Jesús, Pastor grande de ovejas». También san Pedro dice del mismo: «Cuando apareciere el Príncipe de los Pastores». Y los profetas le anuncian con ese nombre (cf. Is, cap. 40; Ez, cap. 34 y Zac, cap. 11). Destaquemos algunos de los argumentos de Fray Luis sobre Cristo como buen pastor


Comparación entre los pastores y Cristo

En primer lugar –aduce Fray Luis–, como corresponde a la vida pastoril, Jesús ama el sosiego de la soledad y del campo, la sencillez y la naturaleza. Esto predispone al amor puro y verdadero, y favorece la finura en el sentir, así como la amistad, el orden y la armonía.

En cuanto al oficio del pastor –adelanta Fray Luis lo que luego desmenuzará– Jesús gobierna y rige no por medio de leyes ni mandamientos; sino que apacienta y alimenta a los que gobierna. Además, a semejanza del pastor, “no guarda una regla generalmente con todos y en todos los tiempos, sino que en cada tiempo y en cada ocasión ordena su gobierno conforme al caso particular del que rige”[2]. Al mismo tiempo, “no es gobierno el suyo que se reparte y ejercita por muchos ministros, sino él solo administra todo lo que a su grey le conviene: que él la apasta, y la abreva, y la baña y la tresquila, y la cura, y la castiga, y la reposa, y la recrea y hace música, y la ampara y defiende”[3]. Y por último, “es propio de su oficio recoger lo esparcido y traer a un rebaño a muchos, que de suyo cada uno dellos caminara por sí”[4].

En síntesis, la vida de Jesús, de modo parecido a la del pastor, observa Fray Luis, “es inocente y sosegada y deleitosa; y la condición de su estado es inclinada al amor; y su ejercicio es gobernar dando pasto y acomodando su gobierno a las condiciones particulares de cada uno, y siendo él solo para los que gobierna todo lo que les es necesario, y enderezando siempre su obra a esto, que es hacer rebaño y grey”[5]. Consideremos ahora con más detalle cómo ejerce Cristo su oficio de pastor, y veremos la excelencia de su pastoreo.

viernes, 21 de abril de 2023

Para encontrar al Resucitado

 

                                                                                        Cristo resucitado.                                                               

                                                   (Nueva imagen en la Semana Santa de Pamplona)


En estas dos semanas primeras de la Pascua, durante los “Regina caeli” (que sustituyen a los “Angelus”), Francisco ha desmenuzado las actitudes –las palabras y los gestos– propios de los cristianos (*).


El Señor viene cuando lo anunciamos


El lunes de Pascua recordaba el ejemplo de las mujeres, primeras en ir al sepulcro para honrar el cuerpo de Jesús con ungüentos aromáticos. No se quedan paralizadas por la tristeza y el miedo. “Su voluntad de realizar ese gesto de amor prevalece sobre todo. No se desaniman, salen de sus miedos y de sus angustias”. He aquí ­–insiste Francisco– el camino para encontrar al Resucitado: salir de nuestros miedos, de nuestras angustias” (Homilía 10-IV-2023).

El Papa nos invita a fijarnos en ese detalle: “Jesús las encuentra al ir a anunciarlo. Cuando proclamamos al Señor, él viene a nosotros”. 

Y explica: “A veces pensamos que la forma de estar cerca de Dios es tenerlo junto a nosotros; porque entonces, si nos exponemos y empezamos a hablar, llegan juicios, críticas, tal vez no sabemos responder a ciertas preguntas o provocaciones, y entonces es mejor no hablar y callarnos: ¡no, eso no es bueno! En cambio, el Señor viene mientras es anunciado. Siempre encuentras al Señor en el camino del anuncio. Anuncia al Señor y lo encontrarás. Busca al Señor y lo encontrarás. Siempre en camino, esto es lo que nos enseñan las mujeres: a Jesús se le encuentra dando testimonio de Él. Pongamos esto en nuestro corazón: a Jesús se le encuentra al dar testimonio de Él”.

Esto pasa siempre con las buenas noticias: cuando las compartimos, las revivimos y nos hacen más felices. También pasa con el Señor: “Cada vez que lo anunciamos, el Señor sale a nuestro encuentro. Viene con respeto y amor, como el don más hermoso para compartir. Jesús habita más en nosotros cada vez que lo anunciamos”.

Y por eso nos invita a preguntarnos: “¿Cuándo fue la última vez que di testimonio de Jesús? ¿Qué hago hoy para que las personas que encuentro reciban la alegría de su anuncio? Y también: ¿puede alguien decir: esta persona está serena, feliz, buena porque ha encontrado a Jesús? ¿Se puede decir esto de cada uno de nosotros?”


Le encontramos con y en los demás

El Domingo de la divina Misericordia (que comenzó en 2000 por iniciativa de Juan Pablo II), nos ha presentado la figura de Tomás, el “apóstol incrédulo” (cf. Jn 20, 24-29). Este apóstol –dice Francisco– nos representa un poco a todos. Ha sufrido una gran desilusión, al ver a su maestro clavado en la cruz sin que nadie hiciera nada para evitarlo. Ahora él sale del cenáculo, sin miedo a que lo detengan, y luego vuelve, aunque le cuesta creer. Y entonces Jesús le premia, mostrándole sus llagas.

“Jesús se las muestra, pero de manera ordinaria, viniendo ante todos, en comunidad, no fuera” (Homilía 16-IV-2023). Para el Papa, es como si Jesús le dijera a Tomás “Si quieres conocerme, no busques lejos, quédate en la comunidad, con los demás; y no te vayas, reza con ellos, parte el pan con ellos”.

Y esto nos lo dice también a nosotros: “Ahí –en la comunidad cristiana– es donde puedes encontrarme, ahí es donde te mostraré, impresas en mi cuerpo, las señales de las llagas: las señales del Amor que vence al odio, del Perdón que desarma la venganza, las señales de la Vida que derrota a la muerte. Es allí, en la comunidad, donde descubrirás mi rostro, mientras con tus hermanos compartes momentos de duda y de miedo, aferrándote aún más fuerte a ellos. Sin la comunidad es difícil encontrar a Jesús”. Toda una lección de eclesialidad, pues sin la Iglesia, familia de Dios, no podríamos encontrarnos con el Señor.

Por eso, nos pregunta el Papa: “¿Dónde buscamos al Resucitado? ¿En algún evento especial, en algún acto religioso espectacular o llamativo, únicamente en nuestras emociones y sensaciones? ¿O en la comunidad, en la Iglesia, aceptando el reto de permanecer allí, aunque no sea perfecta?”

Y nos asegura que, “a pesar de todas sus limitaciones y caídas, que son nuestras limitaciones y caídas, nuestra Madre Iglesia es el Cuerpo de Cristo; y es allí, en el Cuerpo de Cristo, donde se imprimen todavía y para siempre los mayores signos de su amor”.

Cala hondo esta reflexión del sucesor de Pedro. Y todavía nos desafía cuando concluye con la última pregunta: “Si en nombre de ese amor, en nombre de las llagas de Jesús, estamos dispuestos a abrir los brazos a los que están heridos por la vida, sin excluir a nadie de la misericordia de Dios, sino acogiendo a todos”.

-----
(*) Este texto es un fragmento de otro más largo, que se publicará en la revista "Omnes", en mayo.

martes, 21 de marzo de 2023

Actitudes ante Jesús

 El Evangelio muestra a Jesús que devuelve la vista a un hombre ciego de nacimiento (cfr. Jn 9,1-41). La Iglesia nos lo presenta el cuarto domingo de cuaresma. Pero este prodigio –ha observado el Papa Francisco– es acogido de mala manera por varias personas y grupos (cf. Angelus, 19-III-2023). En sus actitudes se ven las actitudes fundamentales del corazón humano ante Jesús: “el corazón humano bueno, el corazón humano tibio, el corazón humano miedoso, el corazón humano valiente”.

De un lado están los discípulos, que, ante el problema del ciego, desean buscar un culpable, en lugar de preguntarse qué deben hacer ellos mismos.

Luego están los vecinos, que se muestran escépticos: no creen que el que ahora ve sea el mismo ciego de antes. Y sus padres tampoco quieren problemas, en particular ante las autoridades religiosas.

Todos ellos, observa el Papa, manifiestan ser “corazones cerrados ante el signo de Jesús, por diferentes motivos: porque buscan un culpable, porque no saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque están bloqueados por el miedo”.

También nos pasa hoy: “Ante algo que es realmente un mensaje de testimonio de una persona, un mensaje de Jesús, caemos en eso: buscamos otra explicación, no queremos cambiar, buscamos una salida más elegante que aceptar la verdad”.


Dejarse curar para ver

Y así llegamos a que el único que reacciona bien es el ciego. Dice el Papa: “Está feliz de ver, da testimonio de lo que le ha pasado del modo más sencillo: ‘Era ciego y ahora veo’. Dice la verdad”. No quiere inventar ni esconder nada, no teme el qué dirán, porque Jesús le ha dado su plena dignidad, sin pedirle ni siquiera el agradecimiento, y le ha hecho renacer.

“Y esto es claro ­–apunta Francisco–, sucede siempre: cuando Jesús nos sana, nos devuelve la dignidad, la dignidad plena de la curación de Jesús, una dignidad que nace de lo más profundo del corazón, que se apodera de toda la vida”.

Como suele hacer, el sucesor de Pedro nos interpela sobre la misma escena: ¿Qué posición tomamos, qué hubiésemos dicho entonces? (…) ¿Nos dejamos aprisionar por el miedo al qué pensará la gente? (…) ¿Cómo acogemos a las personas que tienen tantas limitaciones en la vida, sean físicas, como este ciego; sean sociales, como los mendigos que encontramos en la calle? ¿Acogemos esto como una maldición o como una oportunidad para acercarnos a ellos con amor?” Y nos aconseja que pidamos “la gracia de asombrarnos cada día de los dones de Dios y de ver las diversas circunstancias de la vida, incluso las más difíciles de aceptar, como oportunidades para hacer el bien, como hizo Jesús con el ciego” (*).

------
(*) Este texto es un fragmento de otro más amplio que se publicará en la revista "Omnes", abril.


lunes, 20 de febrero de 2023

Cinco dedos, cinco caminos


(Fotografía: una niña da una limosna al Papa en Sudán)
El encuentro con los jóvenes y los catequistas congoleños (cf. Discurso en el Estadio de los mártires, Kinshasa, 2-II-2023) fue, según Francisco, “entusiasmante”. Con una catequesis apoyada en los cinco dedos de la mano, les indicó cinco caminos por los que podían encauzar su grito que invoca paz y justicia, como fuerza de renovación humana y cristiana: la oración, la comunidad, la honestidad, el perdón y el servicio.

El dedo pulgar, más cercano al corazón –explicaba el Papa– nos puede hablar de la necesidad de la oración, como “agua del alma”, como “el arma más potente”, “compañera de viaje cada día”; pues sin una oración viva y sin el trato personal con Jesús no podemos hacer nada. “Levanta cada día las manos hacia Él para alabarlo y bendecirlo; grítale las esperanzas de tu corazón, confíale los secretos más íntimos de la vida: la persona que amas, las heridas que llevas dentro, los sueños que tienes en el corazón. Cuéntale acerca de tu barrio, de tus vecinos, de tus maestros y compañeros, de tus amigos y coetáneos; cuéntale de tu país”.

El dedo índice, con el que indicamos algo a los demás –continuaba–, nos puede remitir a la comunidad. “Piénsense siempre juntos y serán felices –les aconsejó Francisco–, porque la comunidad es el camino para estar bien consigo mismo, para ser fieles a la propia llamada. Las decisiones individualistas –la droga, el ocultismo y la brujería, el miedo, la venganza y la rabia– , en cambio, al principio parecen atrayentes, pero después sólo dejan un gran vacío interior”. Para conectar de verdad con los demás, no bastan las redes sociales ni las pantallas de los móviles; hay que hablar y escuchar realmente a los demás, sentirte responsable de ellos, protagonistas de fraternidad, de un mundo más unido. De esto son testigos los santos y los mártires.

El dedo central puede representar la honestidad. Esto significa no dejarse enredar por la corrupción, por la idolatría del propio yo o por el uso de los demás en lugar de servirlos. El consejo de san Pablo es: No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien» (Rm 12,21).

El Papa les interpelaba con fuerza: “Cada uno de ustedes tiene un tesoro que nadie puede robarles. Es vuestra capacidad de decidir. (…) No permitan que sus vidas sean arrastradas por la corriente contaminada; no se dejen llevar como un tronco seco en un río de lodo. Siéntanse indignados, sin caer nunca en los halagos de la corrupción, que son persuasivos pero envenenados”.

En el dedo anular se ponen los anillos nupciales. Por ser el más débil, nos puede recordar que las grandes metas de la vida pasan a través de la fragilidad, sin abrumarse por problemas inútiles, “como por ejemplo transformar el valor simbólico de la dote en un precio casi de mercado” (como sucede allí con frecuencia). Y la fuerza que nos permite ir adelante es el perdón: “Porque perdonar quiere decir saber empezar de nuevo. Perdonar no significa olvidar el pasado, sino no resignarse a que se repita. Es cambiar el curso de la historia. Es levantar al que ha caído. Es aceptar la idea de que nadie es perfecto y que no sólo yo, sino que todos tienen el derecho de empezar de nuevo”. Y la capacidad para perdonar se consigue dejándonos perdonar por Dios mediante la confesión de los pecados. Eso nos dará “el estilo de Dios”, capaz de renovar la historia, empezar siempre de nuevo.

Finalmente –concluye el sucesor de Pedro– está el dedo más pequeño; porque lo pequeño es lo que atrae a Dios. El que sirve se hace pequeño, aparentemente desaparece, pero da fruto. Y según Jesús, el servicio es el poder que transforma el mundo. “Por eso –concreta Francisco–, la pequeña pregunta que puedes atarte al dedo cada día es: ¿qué puedo hacer yo por los demás? Es decir, ¿cómo puedo servir a la Iglesia, a mi comunidad, a mi país?”. Teniendo en cuenta que en muchos lugares de África los catequistas son los que mantienen vivas a las comunidades cristianas, el Papa les agradeció su servicio, su luz y su esperanza, y les pidió que no se desanimen nunca, porque Jesús no les deja solos.



jueves, 16 de febrero de 2023

Comprensión y discernimiento

 


(Leonid Afremov, Parque en otoño)

Los especialistas suelen decir que es difícil comprender a un enfermo mental, a menos que hayas pasado por su enfermedad. Esto puede suceder no sólo con los enfermos mentales, sino con todos los enfermos y aún los sanos. Cada uno es muy sensible a lo que le afecta de verdad, pero a veces ¡tan poco! sensible por lo que afecta a los demás. Pero no hay que caer en el pesimismo: es difícil comprender, no imposible, sobre todo para un cristiano que se esfuerce en vivir la caridad.


Comprender: tarea dífícil, pero no imposible

      Según el diccionario, “hacerse cargo” significa tomar sobre sí un asunto, formarse la idea de algo, considerar todas las circunstancias de un caso. Cuando se trata de personas hay que suponer que, en principio, no terminamos de “hacernos cargo” totalmente de la situación de las otros, aunque hayamos vivido largo tiempo con ellos. Y es que somos diferentes de carácter, quizá hemos sido educados de forma diferente, tenemos experiencias diferentes, ilusiones diferentes y las heridas nos han dejado cicatrices diferentes. Por eso nos enfadamos con frecuencia si nos llevan la contraria, o al menos, nos desconcertamos. No comprendemos.


Atención, oración, acción


      Por eso, antes de juzgar a una persona –suele citarse como proverbio indio–, hay que caminar tres lunas en sus mocasines. Se requiere un esfuerzo continuo –que no cuesta tanto si uno la quiere de verdad– apoyado en la oración, para ponerse en el lugar del otro. Y seguir luego reflexionando y observando, ¡rezando y actuando!, quizá en detalles que él o ella no percibirán, para poder ayudarle de verdad. Y tal vez pasado el tiempo se puede llegar a comprender mejor aquello que no se comprendía, porque no se sabían los antecedentes, las circunstancias, los contextos. Y entonces puede que se descubra que aquella persona no podía pensar de otra forma, o debía actuar así y tenía mucho mérito al hacerlo. O no se descubre del todo, porque una parte de ese misterio que cada uno lleva dentro sólo la conoce Dios y cuenta con eso (¡la cruz!), para cambiar cosas que no pueden ser cambiadas de otra manera.

miércoles, 11 de enero de 2023

El amor, clave de la vida interior del cristiano

La carta apostólica del Papa Francisco, Totum amoris est ("Todo pertenece al amor", 28-XII-2022) , en el cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, sitúa el amor como origen, manifestación y meta de la vida espiritual del cristiano.

Cabe describir el contenido de la carta esquemáticamente con nueve palabras. Cuatro para describir el contexto de san Franciso de Sales; y cinco que señalan sus “decisiones”. Las cuatro palabras del contexto pueden ser: afectividad, encarnación, renovación y discernimiento. Las cinco palabras en relación con sus “decisiones”: libertad, santidad, alegría, caridad y Jesucristo.


El contexto

1. Afectividad.Dios es Dios del corazón humano” (síntesis de su pensamiento). Importancia de integrar la afectividad en el conjunto del hombre y por tanto de la vida espiritiual. “La fe es sobre todo una disposición del corazón”. En efecto. Y en el sentido cristiano (ya en su raíz bíblica) se entiende por corazón no primeramente un sentimiento –la fe no es algo puramente emocional–, pero tampoco ante todo ni meramente un asentimiento de tipo intelectual –que es una dimensión de la fe– sino el todo de la persona, que abarca por tanto sus afectos.

2. Encarnación. “En la escuela de la Encarnación aprende a leer la historia y habitarla con confianza”. Una de sus lecciones primeras es que “el amor es lo que da valor a nuestras obras”. “Todo en la Iglesia es para el amor, en el amor, por el amor y del amor”. Juan Pablo II le llamó “Doctor del amor divino”.

Teología pastoral (nuevo manual)




Teología pastoral: la misión evangelizadora de la Iglesia 

(Colección Manuales de la Facultad de Teología, n. 24)

La Teología pastoral no puede aprenderse simplemente en un libro o en unas clases. Como sucede con toda disciplina que implica la razón práctica y la experiencia vital, es una ayuda para el arte del vivir. En este caso, del vivir la fe cristiana como misión.

Este manual se propone que los estudiantes comprendan el método propio de la Teología pastoral, de manera que les impulse, acompañe y ayude a verificar las actividades evangelizadoras. Actividades que, en nuestro contexto multicultural y multirreligioso, requieren la fidelidad creativa a la enseñanza de Cristo. 

La misión evangelizadora y las acciones eclesiales que la realizan son colaboración con la acción de Dios Padre que, en su amoroso plan salvífico, atrae todo hacia sí, en Cristo y por el Espíritu Santo.

Nuestra existencia cotidiana -el trabajo y la familia, las relaciones sociales y culturales, el aprovechamiento de la ciencia y de la técnica-, con sus posibilidades y limitaciones, constituye el escenario, el instrumento y la materia de esa colaboración. Cada bautizado está convocado por el Espíritu a ser protagonista de la misión de la Iglesia con iniciativa propia, según su condición y la vocación concreta que ha recibido. La única misión de la Iglesia se despliega por medio de diversas tareas, ministerios y carismas, hasta asumir todo lo humano y alcanzar las dimensiones del mundo creado.

Este manual promueve la reflexión teológica sobre la misión evangelizadora de la Iglesia en la estela del Concilio Vaticano II, en la perspectiva de la acción eclesial concreta y de sus coordenadas espacio-temporales. En el contexto de los desafíos actuales, considera la misión “ad gentes” como paradigma de la acción eclesial. Y desea mostrar cómo el dinamismo de la evangelización llena de Luz y de Vida los caminos del mundo.

(De la contraportada del libro) -sigue el contenido y otras informaciones-

domingo, 1 de enero de 2023

Discernimiento del corazón

La catequesis del Papa sobre el Discernimiento (del 28 de septiembre de 2022 al 4 de enero de 2023) se ha centrado en el discernimiento que corresponde a cada uno personalmente en su vida espiritual. (No se refiere, por tanto, al papel del acompañamiento o la dirección espiritual, excepto en la última audiencia general; y tampoco al discernimiento en otros niveles sociales o eclesiales). Ha prestado una atención especial a la importancia de los afectos en el examen de conciencia y en la oración. 

Todos necesitamos saber discernir para tomar las decisiones correctas. Es lo propio de la virtud de la prudencia, aunque este término hoy ha adquirido un sentido reductivo de cautela o precaución. Pero en sí la prudencia es “la recta razón en el obrar”; y, por tanto, también puede llevarnos a actuar sin demora y con generosidad.

Desde el punto de vista cristiano, además, el discernimiento requiere tener en cuenta nuestra condición de hijos de Dios, la amistad y el trato personal con Jesucristo, y la acción del Espíritu Santo.

El Papa animó a saber reconocer las señales con las que Dios se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables; y también, a saber percibir algo que puede hacernos empeorar en el camino, aunque se presente de modo atractivo.


Elementos del discernimiento

En una primera parte de sus catequesis (hasta el 19 de octubre incluido) Francisco señaló cuatro elementos principales de este discernimiento espiritual que podríamos llamar “individual”.