miércoles, 23 de diciembre de 2020

Tiempos de crisis, tiempos de gracia

 

                                                                              Le Nain (s. XVII), La Natividad

Heidegger dice que el hombre nace para ser arrojado a la muerte. Con ese tipo de barcos no se puede llegar a buen puerto. Pero su discípula Hanna Arendt, sobre las ruinas de los totalitarismos del siglo veinte, subraya lo contrario: los hombres han nacido para comenzar, y por eso el milagro que salva al mundo es “el hecho de la natalidad”, como expresan en pocas palabras los evangelios: “os ha nacido hoy un Salvador” (La condición humana, ed. Paidós, Barcelona 2012, 264). Arendt, que no era cristiana sino judía, indudablemente tiene de la vida una idea más luminosa, profunda y fructuosa.

Con este argumento sorprendente comenzaba el Papa Francisco su discurso a la Curia romana (21-XII-2020) con motivo de la Navidad. Y ese era el primer punto: el contraste, podríamos decir, entre una cultura de la muerte y una cultura de la vida, que encuentra, esta última, su centro y plenitud en la encarnación del Hijo de Dios.

Pero, continuaba, para captar, valorar y sacar fruto de ese acontecimiento hace falta ciertas condiciones. Hay que “situarse” en un lugar adecuado, cosa que sucede “solo si somos inermes, humildes, esenciales”.

Ante esta “Navidad de la pandemia”, Francisco reflexiona una vez más sobre nuestra situación: ha sido, dice, “una prueba importante y, al mismo tiempo, una gran oportunidad para convertirnos y recuperar la autenticidad”.

lunes, 14 de diciembre de 2020

San José, el trabajo y la paternidad

¿Qué significado tiene el trabajo y qué significa ser padre? Son dos temas que aborda el Papa Francisco en la parte final de su carta Patris corde (8-XII2020) sobre san José. Continuamos aquí la invitación a la lectura de la carta que iniciamos hace unos días.


Desde León XIII (cf. enc. Rerum novarum, 1891), la Iglesia propone a san José como modelo de trabajador y patrono de los trabajadores. Al contemplar la figura de san José, dice Francisco en su carta, se comprende mejor el significado del trabajo que da dignidad, y el lugar del trabajo en el plan de la salvación. Por otra parte, hoy nos conviene a todos una reflexión sobre la paternidad.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Corazón de padre

En su carta sobre san José, Patris corde (8-XII-2020), con la que convoca un “Año de san José" hasta el 8 de diciembre de 2021, Francisco dice que su objetivo es “que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes”.


Para ello comienza el Papa explicando qué tipo de padre fue san José y la misión que Dios le confió. San José no fue lo que hoy llamaríamos “padre biológico” de Jesús, sino solo su “padre legal”. Sin embargo, él vivió la paternidad sobre Jesús y el ser esposo de María de manera eminente. Así lo han considerado muchos santos desde san Ireneo y san Agustín, pasando por diversos doctores de la Iglesia entre los que destaca el caso de santa Teresa de Ávila, hasta san Josemaría y san Juan Pablo II.

Leyendo y meditando la carta de Francisco, se puede llegar a redescubrir cómo san José es no solo custodio de la Iglesia, sino también de la humanidad, particularmente de su parte más frágil, aquellos miembros más necesitados. En todo caso se trata de un santo importante. Más aún, como escribe Francisco, “después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo”.

¿Por qué ahora esta carta? Francisco señala que, junto con la circunstancia del 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal, hay una razón “personal”: hablar de aquello que llena su corazón (cf. Mt 12, 34). Además confiesa en la introducción: “Este deseo ha crecido durante estos meses de pandemia”. Así vamos conociendo algunos pensamientos y procesos espirituales que han tenido lugar en el corazón del Papa durante la pandemia (vid. más extensamente el libro Soñemos juntos: el camino a un futuro mejor. Conversaciones con Austen Ivereigh, Plaza & Janés, Madrid 2020).

Concretamente el Papa, como ha hecho en diversas ocasiones, subraya y agradece el testimonio de tantas “personas comunes –corrientemente olvidadas– que (...) están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia”; porque trabajan, infunden esperanza y rezan, casi siempre de modo discreto, pero sujetándonos a todos.

A todos ellos y a nosotros nos propone el ejemplo y la ayuda de san José: “Todos pueden encontrar en san José –el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta– un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en 'segunda línea' tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud”.

En su carta, Francisco le dedica a san José siete epígrafes en forma de “títulos”, que podrían equivaler a siete oraciones de una pequeña “letanía del padre”: Padre amado, en la ternura, en la obediencia, en la acogida, en la valentía creativa, en el trabajo, siempre en la sombra

domingo, 6 de diciembre de 2020

Fomentar la unidad, aquí y ahora

 

 

¿Qué es el ecumenismo y por qué es importante? ¿Quienes son los responsables de llevarlo adelante? ¿Cómo se participa en el ecumenismo? ¿Qué podemos hacer nosotros, las comunidades cristianas, las familias, cada uno y cada una personalmente, en nuestra situación concreta?

Con motivo de la publicación del Vademecum ecuménico “El obispo y la unidad de los cristianos” por parte del Pontificio consejo para la unidad de los cristianos (4 de diciembre de 2020), cabe en primer lugar señalar los orígenes del movimiento ecuménico. A continuación, la importancia del ecumenismo y otros aspectos de la participación de los fieles católicos en la tarea ecuménica. Y finalmente, presentar a grandes rasgos el presente documento.

martes, 10 de noviembre de 2020

Fraternidad, discernimiento, comunicación

 

Trinidad (versión moderna del cuadro de Rublev),
tomada del blog de Diego Fares (diegojavierfares.com)
 
 
¿Cómo relacionar la fraternidad universal con el anuncio y la comunicación de la fe por parte de los cristianos?

1. En un libro publicado poco antes del Concilio Vaticano II, el joven teólogo Joseph Ratzinger se ocupó de La fraternidad de los cristianos (Salamanca 2004, original alemán de 1960). Es provechosa también ahora su lectura, a la luz de la encíclica Fratelli tutti. En el último capítulo de su libro, Ratzinger se pregunta cómo anunciar la fraternidad cristiana y promover la fraternidad universal. Y propone tres formas concretas del servicio cristiano a los “demás”: la misión, la caridad y el sufrimiento. 

sábado, 31 de octubre de 2020

Oración, misa y misión cristiana

 

Marc Chagall, El Cantar de los cantares (detalle), 
Museo M. Ch., Niza (Francia)


¿Qué tiene que ver nuestra oración con la oración de Jesús? ¿Se refiere esto a que su oración es modelo de la nuestra o que nos enseña a hacer oración? Sí, pero no solo eso. Todo en nuestro oración (que se puede hacer sencillamente como un diálogo con Dios) tiene que ver con la de Jesús. Lo ha explicado el Papa Francisco en su audiencia general del 28 de octubre.

Se ha fijado especialmente en la oración de Jesús el día de su bautismo en el río Jordán. Allí quiso ir, él, que no tenía pecado alguno de que lavarse, en obediencia a la voluntad del Padre. Y no se quedó al otro lado del río en la orilla, como diciendo: yo soy el santo, y vosotros sois los pecadores. Se puso a la cabeza de los penitentes, “en un acto de solidaridad con nuestra condición humana”. Esto es siempre así, constata el Papa: “Nunca rezamos solos, siempre rezamos con Jesús”
 
Un tema desarrollado y profundizado antes por el Papa emérito Benedicto. También para comprender a Cristo.

sábado, 24 de octubre de 2020

La fraternidad, don y tarea

El objetivo es sugerir algunas pistas para la lectura o relectura de la encíclica Fratelli tutti, sobre su trasfondo, unidad y trazos principales. Después de una introducción, pasamos a cuestiones de método y perspectiva, para terminar subrayando algunos aspectos de los contenidos (*). 

domingo, 4 de octubre de 2020

"Fratelli tutti": Amistad y fraternidad, diálogo y encuentro

 

La tercera encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social (3-X-2020) es una encíclica social, escrita desde las “convicciones cristianas” y ofrecida en diálogo a todas las personas de buena voluntad. 

Esas convicciones cristianas están recogidas en la referencia al concilio Vaticano II: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (Gaudium et spes, 1).

Por tanto, arranca desde una mirada al mundo que “es más que una aséptica descripción de la realidad”. Supone un “intento de buscar una luz en medio de lo que estamos viviendo”, una búsqueda abierta al diálogo y con el fin de “plantear unas líneas de acción” (56). El método es el propio del discernimiento ético y pastoral, que trata, como indica la palabra, de distinguir el camino del bien para encauzar, superando los riesgos de las polarizaciones unilaterales, el obrar personal en el contexto de la sociedad y de las culturas.

Al tratar de la fraternidad y la amistad social, el Papa declara que se detiene en la dimensión universal de la fraternidad. No en vano una de las claves del documento es el rechazo del individualismo. “Todos somos hermanos”, miembros de la misma familia humana, que procede de un solo Creador, y que navega en la misma barca. La globalización nos manifiesta la necesidad que tenemos de colaborar para promover juntos el bien común y el cuidado de la vida, el diálogo y la paz. 

lunes, 14 de septiembre de 2020

La cruz, el Espíritu Santo y la Iglesia

 

P. Sciancalepore (†), Cristo (detalle) en el Santuario de Torreciudad, Huesca, España


La cruz de Cristo fue humanamente una derrota y un fracaso. Pero para los cristianos la cruz de Cristo es sobre todo el signo de la victoria de Dios sobre el mal y el trono de su realeza, que es realeza de amor. Por eso la Iglesia exalta la cruz y la pone en su corazón, invitándonos a contemplarla sin miedo. Al mismo tiempo, para entender mejor el misterio de la cruz –y con ello el modo en que la fe cristiana ilumina el sentido del sufrimiento-, conviene considerar que "hemos nacido ahí" y ahí sigue estando nuestra fuerza: en el amor de Dios Padre, en la gracia que Jesús nos ganó con su entrega y en la comunión del Espíritu Santo (cf. 2 Co 13, 14).


La vida interior del cristiano se identifica con su relación con Cristo. Pues bien, esta vida pasa a través de la Iglesia, y viceversa: nuestra relación con la Iglesia pasa necesariamente por nuestra relación personal con Cristo. En este cuerpo de Cristo todos los miembros deben asemejarse a Cristo «hasta que Cristo esté formado en ellos» (Ga 4, 9).

«Por eso –dice el Vaticano II y recoge el Catecismo de la Iglesia Católica– somos integrados en los misterios de su vida (...), nos unimos a sus sufrimientos como el cuerpo a su cabeza. Sufrimos con él para ser glorificados con él» (Lumen gentium, 7; CEC 793). 

miércoles, 19 de agosto de 2020

Asombro, belleza y testimonio cristiano

Pestsäule (Columna de la peste), Viena
 
Columna monumental de 21 metros de atltura, dedicada a la Trinidad,
levantada en Viena en 1693 para agradecer el fin de la peste
que había asolado la ciudad años antes



El mensaje que el cardenal Parolin ha enviado al encuentro de Rimini, de parte del Papa Francisco (5-VIII-2020), subraya la posibilidad del asombro, para descubrir, también en medio de las experiencias dramáticas de la pandemia, con ojos de niño (cf. Mt 18, 3) el valor de la existencia humana, de la existencia de los demás seres y del amor, Y también el don de la fe. Ese asombro se traduce ahora ­–puede y debe traducirse– en compasión y en servicio a las necesidades de quienes nos rodean.

En efecto. La admiración, el asombro o estupor tiene que ver con la capacidad de mirar. El guardagujas le dice al Principito (capítulo XXII) que en los trenes los viajeros no buscan ni persiguen nada, normalmente duermen o bostezan; “únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.... únicamente ellos saben lo que buscan…”.

Si el principio de la filosofía es la atención hacia la realidad y la vida, también el asombro –capacidad exclusivamente humana– es condición para captar el Misterio que está en la raíz y el fundamento de todas las cosas y especialmente de todo lo que tiene que ver con las personas, la nostalgia y el anhelo de infinito. Con ello se conecta el camino de la belleza, cuya plenitud se encuentra en Cristo, que revela la maravilla de la vida cuando se descubre un amor que salva.

“Diversas personas –se lee en ese mensaje– se han apresurado en la búsqueda de respuestas o incluso solo de preguntas sobre el sentido de la vida, a lo que todos aspiramos, aunque no seamos conscientes: en lugar de apagar esa sed más profunda, el confinamiento ha reavivado en algunos la capacidad de maravillarse ante personas y hechos que antes se daban por supuestos. Una circunstancia tan dramática ha restituido, al menos un poco, un modo más genuino de apreciar la existencia, sin la complejidad de las distracciones y preconceptos que manchan la mirada, desdibuja las cosas, vacía el asombro y nos priva de preguntarnos quiénes somos”.