Mostrando entradas con la etiqueta Doctrina social. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Doctrina social. Mostrar todas las entradas

lunes, 2 de junio de 2025

León XIV: tras las huellas del Vaticano II

(Publicado en la web de "Omnes", 1-VI-2025)


 En pocas semanas hemos recibido ya muchas enseñanzas del nuevo Papa, León XIV. Los primeros días, sus palabras eran examinadas cuidadosamente por todos, para avizorar las claves y orientaciones de su pontificado.

¿Por dónde guiará a la Iglesia el nuevo pontífice?, queríamos saber. Pues bien, el mismo León XIV ha sido suficientemente explícito al respecto. A sus primeras palabras, desde la logia central del Vaticano el día de su elección, han seguido intervenciones clarificadoras.

Presentamos aquí esas primeras palabras, la homilía en la Misa con los cardenales y el discurso en el posterior encuentro con ellos y, finalmente, la homilía en el inicio del ministerio petrino.


Cristo resucitado trae la paz y la unidad

Como un eco de las de Cristo el día de su Resurrección, las palabras del nuevo Papa liberaron el aliento contenido de todos en la plaza del Vaticano (8-V-2022): “¡La paz esté con todos ustedes! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo del Cristo Resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, alcanzara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!”

No se trata de cualquier paz, sino de la paz de Cristo Resucitado: “una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante”, que proviene de Dios, quien nos ama a todos incondicionalmente.

Como Francisco, a quien el nuevo Papa evocó en su primera bendición a Roma y al mundo entero, también León XIV desea bendecir y asegurar al mundo la bendición de Dios y el amor de Dios, y su necesidad de seguir a Cristo:

El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayúdenos también ustedes, y ayúdense unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz. ¡Gracias al Papa Francisco!”.

Agradeció a los cardenales el haberle elegido y propuso “caminar (…) como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros”.

Declaró como hijo de san Agustín: “Con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”. Y añadió: “En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado”. Y saludó especialmente a la Iglesia en Roma, que debe ser misionera, constructora de puentes, con los brazos abiertos a todos, como la plaza de san Pedro.

A Roma ha llegado desde Chiclayo (Perú) donde estuvo ocho años como obispo y lo recuerda –y es recordado allí– con afecto: “donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”.

Expresó su deseo de caminar juntos, tanto en Chiclayo como en Roma. Con ello enlazó: “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cercana especialmente a los que sufren”.

Y terminó invocando a la Virgen de Pompeya, cuya advocación se celebraba ese día.

(Leer más)

viernes, 9 de mayo de 2025

Construir puentes




(Publicado por la Universidad de Navarra en su cuenta de Linkedin, el 9-V-2025)

En sus primeras palabras, León XIV ha anunciado y deseado la paz y la luz de Cristo.

Como proclamó el Concilio Vaticano II, Cristo es la "luz de las gentes" (Lumen gentium), el mediador de la salvación para todos y cada uno, el camino que Dios ha recorrido en lo que llamamos la “condescendencia” de Dios: su acercamiento para manifestarnos su misericordia.

"La humanidad –ha dicho el nuevo papa en referencia a Cristo– le necesita como puente para ser alcanzada por Dios y su amor". Cristo es "el Puente". Desde el 12 de diciembre de 2012, la cuenta de Twiter (después X) del papa es @pontifex. Pontífice significa hacedor o constructor de puentes.

A los discípulos de Cristo, León XIV les ha pedido ayuda e invitado para "construir puentes, mediante el diálogo y el encuentro, uniéndonos todos para ser un único pueblo, siempre en paz". 

domingo, 27 de abril de 2025

Los mensajes de Francisco

 (Entrevista al autor de este blog, publicada en "Ecclesia", 21-IV-2025)




Francisco llegó a la silla de Pedro tras la renuncia de un gigante del pensamiento, como Benedicto XVI: ¿hasta qué punto este pontificado ha sido, en materia de escritos, una continuación de la doctrina de Benedicto XVI y qué ha aportado de nuevo?

Si por doctrina entendemos una explicación de la fe, diría que en lo sustancial hay continuidad, como no podría ser menos, tratándose de dos papas que, además, han ejercido su ministerio uno tras otro en nuestro tiempo. Lo sustancial del mensaje cristiano se puede expresar en el trinomio fe-sacramentos-amor. Los dos papas expresaron el mismo mensaje, si bien en un orden diverso de elementos, o con acentos o subrayados diferentes.

Por limitarnos ahora a las encíclicas, Benedicto XVI comenzó por el amor (Deus caritas est, 2005), que puede verse como fruto de la fe y de los sacramentos. Siguió con la esperanza (Spe salvi, 2007) y, por medio de una encíclica social, mostró las implicaciones sociales del mensaje cristiano (Caritas in veritate, 2009). Finalmente, proyectó una encíclica donde mostró la luz y la capacidad trasformadora de la fe cristiana (Lumen fidei, 2013), con la colaboración de Francisco y firmada por él. En su opinión, además, se trata de una encíclica que merecería ser más conocida, estudiada y valorada.

Francisco, tras ese texto «a cuatro manos» sobre la fe (Lumen fidei), publica su exhortación programática Evangelii gaudium (2013), sobre la alegría de evangelizar, es decir, de anunciar la fe cristiana. Luego, con un lenguaje de tipo antropológico y social, muestra las dimensiones cósmicas (Laudato si’, 2015) y humanas (Fratelli tutti, 2020) del mensaje cristiano. Y explicita el núcleo de ese mensaje, que es el amor de Dios, por así decir, condensado en el Corazón de Cristo (Dilexit nos, 2024).

No se trata, por tanto, de una mera continuación de la «doctrina» del papa anterior, sino, repito, de una profundización en ciertos aspectos y de un subrayado de otros. Se podría decir que, en general, la perspectiva de Francisco es más práctica —es decir, referida a la acción— que especulativa, pero no por ello carece de especulación, si bien lo está de modo distinto. La novedad no reside tanto en el qué, sino sobre todo en el cómo o la forma del mensaje.

En cuanto a esta forma, los escritos de los dos papas son bastante diferentes, como era de esperar por el carácter, la formación y la procedencia geográfica y cultural de cada uno. En perspectiva creyente habría que señalar, ante todo, la asistencia del Espíritu Santo para cada necesidad, y los carismas, en sentido teológico, de cada papa.

Leer más (enlace a Ecclesia)

sábado, 26 de abril de 2025

El abrazo de Bernini


(publicado en ABC, 22-IV-25)


El magisterio de Francisco es “revolucionario” porque va al centro del Evangelio, del mensaje cristiano. Y cuando alguien se acerca a ese centro descubre algo insólito: “Dios –señala el papa– es un maestro de las sorpresas. Siempre nos sorprende, siempre nos espera. Llegamos, y Él está esperando. Siempre. El Evangelio va acompañado de un sentido de asombro y novedad que tiene un nombre: Jesús” (Audiencia general, 25-I-2023).

El magisterio de Francisco recorre ese camino que es verdad profunda y vida plena (cf. Jn 14, 6). La vida cristiana consiste en acoger el amor de Dios manifestado en Cristo, y ese es el centro del mensaje cristiano.

El camino evangelizador de Francisco es un camino de alegría (exhortación Evangelii gaudium). Arranca de la fe (Lumen fidei), a hombros del gigante teológico que ha sido Benedicto XVI.

Como la columnata que construyó Bernini en la plaza de san Pedro del Vaticano, el mensaje del papa Bergoglio abre los brazos a todo lo creado y propone el cuidado de la tierra, junto con la atención a los más pobres (Laudato si’).

Su abrazo se concentra luego sobre los hombres y mujeres que pueblan el mundo, para recordarles que todos somos hermanos (Fratelli tutti). Y culmina invitando a participar de la caridad que brota del Corazón de Jesús (Dilexit nos). Vuelve así de nuevo a mostrar la fuente y la fuerza del camino cristiano. Veamos los jalones principales de este camino.
 

Leer más


miércoles, 23 de abril de 2025

Tejedor de sueños



En El espíritu de la esperanza, recoge Byung-Chul Han la opinión de que los sueños despiertos se distinguen de los sueños nocturnos por tres características: llevan a actuar, implican a la esperanza activa; remiten al futuro, no al pasado, son un soñar hacia delante; tienen que ver con los demás y conducen a la acción para mejorar el mundo, mientras que el que duerme está ensimismado, en privado con sus tesoros.

(...)

El papa Francisco ha sido un soñador despierto. Ha vivido en rebeldía con el conformismo, en roce del corazón con la historia, en respuesta rápida ante “las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (Gaudium et spes, 1). Le caracterizaba este soñar despierto que, si son ciertas esas ponderaciones, corresponde a la enfermedad que lleva a gastarse y morir con las botas puestas, si así lo dispone la Providencia.

(Artículo de R. Pellitero, publicado por la Universidad de Navarra en Linkedin)

 Para leer más


domingo, 9 de marzo de 2025

Sinodalidad: Comunión "en camino"





Bonnell, D., Camino de Emaús, Weston Christian Church, Missouri


La palabra sinodalidad (del griego sinodo, camino juntos) puede tomarse en dos sentidos: sentido amplio o general de la sinodalidad como caminar juntos de la Iglesia en la historia; un sentido más estricto, correspondiente a las asambleas y procesos sinodales (que manifiestan esa sinodalidad general, si bien cabría decir que no son la única manera de manifestarla, puesto que la vida misma de los cristianos es una manifestación importante del caminar eclesial en el mundo).

Teniendo en cuenta esos sentidos puede entenderse que, como ha dicho el Papa Francisco, la sinodalidad es "dimensión constitutiva de la Iglesia" y también "marco interpretativo para comprender el sentido del ministerio jerárquico" (Discurso en el 50º aniversario de la institución del Sínodo de los obispos, 17-X-2015); pues, en efecto, la jerarquía existe en la Iglesia al servicio de todos los fieles y del conjunto de la misión salvífica de la Iglesia, en favor de las personas y del mundo.

En la constitución apostólica Episcopalis communio (2018), Francisco amplía el sínodo de los obispos de evento a proceso de participación.

Desde 2021 a 2024 tuvo lugar el sínodo sobre la sinodalidad, bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. En octubre de 2024 el Papa tuvo varias intervenciones, en las que subrayamos algunos aspectos.


Responsabilidad, humildad y comunión

Las reuniones de ese mes fueron precedidas de un retiro que tuvo un carácter penitencial. Al culminar el retiro el Papa se preguntó: “¿Cómo podemos ser creíbles en la misión si no reconocemos nuestros errores y no nos inclinamos a curar las heridas que hemos causado con nuestros pecados?” (Reflexión, 1-X-2024). E invitó a interrogarse sobre nuestras responsabilidades a la hora de detener el mal con el bien.

Al día siguiente (2-X-2024), celebró la Misa de inauguración en la memoria de los santos Ángeles custodios. En su homilía Francisco exhortó a escuchar las voces, ante todo de Dios y también las de los demás: “Se trata, con la ayuda del Espíritu Santo, de escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”, con la ayuda del Señor y de sus ángeles, y con la actitud humilde de los niños, mirando la realidad de nuestro mundo al que queremos servir.

Luego, durante la primera congregación general, tuvo lugar un discurso donde el Papa se centró, de modo más específico, en la sinodalidad. La asamblea sinodal es guiada por el Espíritu Santo. “El proceso sinodal –señaló– es también un proceso de aprendizaje, durante el cual la Iglesia aprende a conocerse mejor a sí misma y a individuar las formas de acción pastoral más adecuadas para la misión que su Señor le confía”. Por eso el ministerio episcopal no puede vivir su servicio sino en y con el Pueblo de Dios. Y esto debe evitar dos peligros: “el primero la abstracción que olvida la fértil concreción de los lugares y de las relaciones, y el valor de cada persona; el segundo peligro es el de romper la comunión contraponiendo jerarquía a fieles laicos” (Discurso durante la primera congregación general del sínodo, 2-X-2024).

Nueve días después, durante la vigilia ecuménica que tuvo lugar en el marco del sínodo, Francisco pronunció una homilía donde reafirmó que “El camino de la sinodalidad […] debe ser ecuménico, así como el camino ecuménico es sinodal”. Y añadió: . “La unión entre los cristianos crece y madura en la común peregrinación ‘al ritmo de Dios’, como los peregrinos de Emaús acompañados por Jesús resucitado” (Homilía, 11-X-2024). Nuestra unidad es gracia (don de Dios), es armonía (buscada por el Espíritu Santo) y es para llevar adelante la misión de la Iglesia.

El 26 de octubre, una vez asumido y firmado por Francisco el Documento final como fruto de los trabajos sinodales (lo que estaba previsto, aunque no es habitual después de los sínodos, sino que el Papa suele elaborar una exhortación postsinodal), el sucesor de Pedro tuvo también un saludo final. Ahí consideró que este documento es un triple regalo: para el Obispo de Roma, para todo el Pueblo de Dios y para el mundo, de modo que ayude a promover la paz como fruto de la escucha, del diálogo y de la reconciliación.

En la homilía de la Misa de conclusión del sínodo aludió a la escena del ciego Bartimeo, al que el Señor llama para que le siga por el camino: “Esta es una imagen de la Iglesia sinodal: el Señor nos llama, nos levanta cuando estamos sentados por tierra o caídos, nos hace recobrar una vista nueva, para que, a la luz del Evangelio, podamos ver las inquietudes y los sufrimientos del mundo” (Homilía 27-X-2024).


Los fundamentos de la sinodalidad

El Documento final del sínodo de la sinodalidad, en octubre de 2024, pertenece al magisterio ordinario del Papa. Viene precedido de una nota escrita por Francisco. En ella señala que este documento “no es estrictamente normativo” y “su aplicación necesitará de diversas mediaciones”. Pero sí “compromete a las Iglesias a tomar decisiones coherentes con lo que en él se indica”, a través de procesos de discernimiento que requieren su tiempo.

A la hora de ponerlo en práctica, añade, a veces bastará con hacer lo que está ya previsto en el derecho vigente. En otros casos habrá que poner en marcha nuevas formas de ministerialidad y de acción misionera

El Documento en sí consta de una introducción, cinco partes y una conclusión.

La introducción se enmarca en la enseñanza del Concilio Vaticano II acerca de “la Iglesia como Misterio y Pueblo de Dios, llamado a la santidad a través de una continua conversión que viene de la escucha del Evangelio” (n. 5).

En sus cinco partes el documento expone sucesivamente: los fundamentos de la sinodalidad (I); la necesaria conversión de las relaciones (II); la práctica de la sinodalidad (III); los desarrollos y vínculos que surgen en ella (IV); y, finalmente, la necesidad de la formación (V). La conclusión subraya la misión de la Iglesia como testimonio, en el mundo, del amor salvador de Dios.

Desgranamos ahora, finalmente, solo la primera parte (fundamentos). Su itinerario aparece distribuido en seis apartados:

1) La Iglesia, Pueblo de Dios, como sacramento de unidad y como forma que la Iglesia-misterio de la comunión adquiere durante la historia (cf. nn. 15-20). Aquí es importante notar el orden de presentación de las cuestiones. La Iglesia es primero (por su ser) Misterio de comunión con Dios; segundo, durante la historia es Pueblo de Dios y “sacramento” (signo e instrumento) de esa comunión.

2) La “sacramentalidad” del Pueblo de Dios, sobre la base de la fe, los sacramentos y la participación del “triple oficio” de Cristo (profeta, sacerdote y rey), especialmente el munus profético (cf. nn. 21-27). Cabe notar que esto tiene que ver con la estructura de la Iglesia, si bien podrían integrarse más los carismas.

3) Significado y dimensiones de la sinodalidad. Es decir, cómo se denomina y se organiza la sinodalidad: aspectos terminológicos y estructurales (cf. nn. 28-33). Un tema interesante sería desarrollar la relación entre sinodalidad y vida ordinaria de los fieles.

4) La unidad como armonía. El Pueblo de Dios no es uniforme sino plural, uno y diverso, y vive en los pueblos y culturas de la tierra (cf. nn. 34-42). Esto también podría desplegarse mostrando la relación entre los aspectos institucionales (que destacan en la sinodalidad considerada en sentido más estricto), y los carismáticos y familiares en la Iglesia.

5) La espiritualidad sinodal. Aquí se subraya la traducción existencial y espiritual de la sinodalidad, en la vida cristiana y en la Iglesia, como consecuencia de la acción del Espíritu Santo (nn. 43-46).

6) Sinodalidad como profecía social: es decir, implicaciones o consecuencias sociales y culturales –vinculadas al munus regale o de servicio (nn. 47-48)– de la sinodalidad: testimonio, desafío ante el individualismo y comunitarismo exagerado, atención preferencial a los más débiles y ecología integral. Este apartado está abierto a explicar esa relación de la sinodalidad con el testimonio cristiano, para contrarrestar, en efecto, tanto el individualismo como el comunitarismo así entendido; y también –aunque no se menciona en el texto– el clericalismo.


miércoles, 1 de enero de 2025

Paz, esperanza, fraternidad

 

El mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2025 (“Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz”) se inscribe en el Jubileo recién comenzado. Tiene cuatro partes.

Ante todo, se invita a situarnos “escuchando el grito de la humanidad amenazada” por tantas injusticias que son resultado de los pecados (Juan Pablo II habló de las “estructuras pecado”, enc. Sollicitudo rei socialis, 36). Conviene que “todos, juntos y personalmente, nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia y, así, proclamar la justicia de Dios” (Mensaje, n. 4).

En la segunda parte se pide “Un cambio cultural: todos somos deudores”. “El cambio cultural y estructural para superar esta crisis se realizará cuando finalmente nos reconozcamos todos hijos del Padre y, ante Él, nos confesemos todos deudores, pero también todos necesarios, necesarios unos de otros” (n. 8).


Tres propuestas en la Jornada jubilar de la Paz

En tercer lugar, Francisco hace tres propuestas concretas (cf. n. 11): 
1) “una notable reducción si no una total condonación, de la deuda internacional que grava sobre el destino de muchas naciones” (Juan Pablo II, Carta ap. Tertio millennio ineunte, 51); 
2) “la eliminación de la pena de muerte en todas las naciones” (cf. Bula Spes non confundit, para el jubileo de 2025, 10); y 
3) “la constitución de un fondo mundial que elimine definitivamente el hambre” y facilite a los países más pobres un desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático (cf. enc. Fratelli tutti, 262 y otras intervenciones recientes del Papa).

La última parte se titula “La meta de la paz”. Esta pasa por un cambio profundo y práctico de actitudes a nivel personal y social, un “desarme del corazón” (Juan XXIII). “A veces –dice Francisco–, es suficiente algo sencillo, como ‘una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito’ (n. 14 del mensaje, cf. Spes non confundit, 18). Porque, “en efecto, la paz no se alcanza solo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado”.

En las vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios (31-XII-2024) señalaba el Papa: “La esperanza de un mundo fraterno no es una ideología, no es un sistema económico, no es el progreso tecnológico. La esperanza de un mundo fraterno es Él, el Hijo encarnado, enviado del Padre para que todos podamos llegar a ser lo que somos, es decir, hijos del Padre que está en el cielo, y por tanto hermanos y hermanas entre nosotros”. 

domingo, 22 de septiembre de 2024

El diálogo y la colaboración entre los creyentes


(Imagen: personas de diversas religiones trabajando en un proyecto común) 

Durante su visita apostólica en Asia y Oceanía, el Papa Francisco mantuvo un encuentro de carácter interreligioso en Yacarta, Indonesia (un país de gran mayoría musulmana, donde solamente hay un 10% de cristianos y un 3% de católicos), en la mezquita “Istiqlal” (cf. Discurso 5-IX-2024). Fue diseñada por un arquitecto cristiano y está unida a la catedral católica de Santa María de la Asunción por el “túnel (subterráneo) de la amistad”. Allí Francisco alabó la nobleza y la armonía en la diversidad, de modo que los cristianos pueden testimoniar su fe en diálogo con grandes tradiciones religiosas y culturales. El lema de su visita fue “fe, fraternidad, comprensión”.


Amistad y trabajo conjunto

Animó el Papa a los creyentes a proseguir con la comunicación –simbolizada en ese túnel de la amistad– en la vida del país:

“Los animo a continuar por este camino: que todos, todos juntos, cultivando cada uno la propia espiritualidad y practicando la propia religión, podamos caminar en la búsqueda de Dios y contribuir a construir sociedades abiertas, cimentadas en el respeto recíproco y en el amor mutuo, capaces de aislar las rigideces, los fundamentalismos y los extremismos, que son siempre peligrosos y nunca justificables”.

En esta perspectiva, quiso dejarles dos orientaciones. En primer lugar, ver siempre en profundidad. Porque más allá de las diferencias entre las religiones –diferencias en las doctrinas, ritos y prácticas–, “podríamos decir la raíz común de todas las sensibilidades religiosas es una sola: la búsqueda del encuentro con lo divino, la sed de infinito que el Altísimo ha puesto en nuestro corazón, la búsqueda de una alegría más grande y de una vida más fuerte que la muerte, que anima el viaje de nuestras vidas y nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios”.

E insistió en lo fundamental: “Mirando en profundidad, percibiendo lo que fluye en lo más íntimo de nuestra vida, el deseo de plenitud que vive en lo más profundo de nuestro corazón, descubrimos que todos somos hermanos, todos peregrinos, todos en camino hacia Dios, más allá de lo que nos diferencia”.

Con ello aludía a una de las claves de estos días: el significado de las religiones y el diálogo y la colaboración entre creyentes (1).

Pocos días después diría a los jóvenes en Singapur: “todas las religiones son un camino hacia Dios” (Encuentro, 13-IX-2024). Así es y se cumple en las religiones propiamente dichas y en la medida en que respeten la dignidad humana y no se opongan a la fe cristiana. No se dice esto, por tanto, en referencia a las deformaciones de la religión como la violencia, el terrorismo, el satanismo, etc.

Por otra parte, el Papa tampoco afirmó que las religiones fueran entre sí equivalentes, o que tuvieran el mismo valor en la perspectiva cristiana (cf. Decl. Nostra Aetate del Concilio Vaticano II y el magisterio posterior, cf. Decl. Dominus Iesus, de 2000). De hecho, la doctrina católica enseña que las religiones, junto con elementos de verdad y de bien, tienen elementos que es necesario purificar (vid. también el documento de la Comisión Teológica Internacional, El cristiano y las religiones, 1996). (2)

En segundo lugar, Francisco invitó a cuidar las relaciones entre los creyentes. Así como un pasaje subterráneo conecta, crea un enlace, “lo que realmente nos acerca es crear una conexión entre nuestras diferencias, ocuparnos de cultivar lazos de amistad, de atención, de reciprocidad”. 

domingo, 26 de noviembre de 2023

Dimensión social de la evangelización

(imagen: P. Rubens, El pago del tributo, 1612-1614)

Con motivo del 10º aniversario de la exhortación apostólica Evangelii gaudium, (=EG) el Papa ha dirigido un mensaje a un simposio promovido por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral (24-XI-2023)

En el texto, explica cómo la evangelización tiene necesariamente una dimensión social. Esto significa, entre otras cosas, que debe preocuparse por los pobres y por cambiar las estructuras sociales y las mentalidades. (Un tema que el Magisterio de la Iglesia ha ido confirmando –a la vez que aclarando, para rechazar interpretaciones ajenas al mensaje del Evangelio– en las últimas décadas).

Como desde el principio de la Iglesia, hoy –decía ya entonces Francisco en el texto programático de su pontificado– también tenemos dificultades, y resumía las causas (que vienen a ser: los límites humanos y el pecado, con sus consecuencias): “En todos los momentos de la historia están presentes la debilidad humana, la búsqueda enfermiza de sí mismo, el egoísmo cómodo y, en definitiva, la concupiscencia que nos acecha a todos. Eso está siempre, con un ropaje o con otro” (EG 263).


La “Iglesia en salida” nació entre dificultades

Esto sucedió ya desde los primeros cristianos: “Es sano acordarse de los primeros cristianos y de tantos hermanos a lo largo de la historia que estuvieron cargados de alegría, llenos de coraje, incansables en el anuncio y capaces de una gran resistencia activa” (EG 263). En estas circunstancias fueron difamados y perseguidos, pero ellos no se encerraron. Este, subraya ahora Francisco, fue “el paradigma de una Iglesia en salida” (es decir, el ejemplo y modelo que habrá de seguir la evangelización). Y esto se traduce así: “tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos” (EG 24)

En el mundo actual, sigue diciendo, el anuncio del Evangelio sigue requiriendo de nosotros “una resistencia profética contracultural ante el individualismo hedonista pagano” (EG 193), como la de los Padres de la Iglesia: “resistencia frente a un sistema que mata, excluye, destruye la dignidad humana; resistencia frente a una mentalidad que aísla, aliena, clausura la vida interior a los propios intereses, nos aleja del prójimo, nos aleja de Dios”. Resistencia, en suma, contra el secularismo (vivir como si Dios no existiera) y el individualismo de nuestro ambiente cultural.

sábado, 21 de octubre de 2023

Crisis climática, responsabilidad moral y fe cristiana


La confianza en Dios, propia de la fe (de ahí el término "fiel"= el que tiene confianza) nos da también la capacidad de confiar en quienes nos rodean. Y nos lleva a cuidar lo que pertenece al bien común, comenzando por la dignidad humana y abarcando el cuidado de la Tierra, que es para todos. 

La exhortación apostólica Laudate Deum (LD), sobre la crisis climática (4-X-2023), es una continuación de la encíclica Laudato si’ (LS) sobre el cuidado de la casa común (2015).


El marco de la Doctrina Social de la Iglesia

Vale la pena, ante todo, decir que se trata de dos documentos de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Y en esto cabría señalar tres puntos.

1) Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2419) que "la revelación cristiana nos conduce a una comprensión más profunda de las leyes de la vida social” (GS 23) y que "la Iglesia recibe del Evangelio la plena revelación de la verdad del hombre". En consecuencia : "Cuando cumple su misión de anunciar el Evangelio, enseña al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad propia y su vocación a la comunión de las personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz, conformes a la sabiduría divina".  De modo que, como también enseña el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia (2004), elaborado por expreso deseo de san Juan Pablo II, "la doctrina social es parte integrante del ministerio de evangelización de la Iglesia" (n. 66).

Por tanto, no se trata de que los pastores, comenzando por el Papa, se "metan" en política o en cuestiones socioeconómicas que no les corresponden, sino que, al enseñar la DSI, recurriendo a los datos que las ciencias aportan (y por tanto con los lógicos márgenes que eso supone), los pastores realizan una parte importante de la misión evangelizadora de la Iglesia. Esta función de la jerarquía de la Iglesia se mueve habitualmente en el terreno general de las orientaciones morales, pero no de las acciones concretas que en el campo de las realidades sociales han de llevar a la práctica sobre todo los fieles laicos.

2) Dicho de otra manera, conviene tener presente que en la DSI cada cristiano, ante todo como cada ciudadano del mundo, es siempre responsable, en cierta medida, mayor o menor, de las acciones concretas en favor del bien común de la sociedad, segun su propia vocación y misión. No es lo misma la responsabilidad de un obispo o de un presbítero que la de un fiel laico; y entre los laicos, la responsaiblidad varía según su propia situación: edad, profesión, y otras circunstancias.

3) Por último aunque podría considerarse lo primero, entre los muchos ámbitos de la DSI, aquí se trata de la ecología y por tanto de la ética ambiental, sus intereses valores y estrategiasY se trata desde una visión cristiana de la ecología, o desde el sentido cristiano de la ecología

Al ofrecerse en diálogo con todas las personas de buena voluntad, los argumentos de la Doctrina social,  junto con los principios generales de la moral social, muchos de ellos inmutables, dependen de los datos que proporciona la razón y la ciencia sobre el tema, y están sujetos al discernimiento personal y social. 
Así lo señala un texto de san Pablo VI que merece la pena recoger por entero: 

"Frente a tantos nuevos interrogantes, la Iglesia hace un esfuerzo de reflexión para responder, dentro de su propio campo, a las esperanzas de hombres y mujeres. El que hoy los problemas parezcan originales debido a su amplitud y urgencia, ¿quiere decir que la persona no se halla preparada para resolverlos? La enseñanza social de la Iglesia acompaña con todo su dinamismo a hombres y mujeres en esta búsqueda. Si bien no interviene para confirmar con su autoridad una determinada estructura establecida o prefabricada, no se limita, sin embargo, simplemente a recordar unos principios generales. Se desarrolla por medio de la reflexión madurada al contacto con situaciones cambiantes de este mundo, bajo el impulso del Evangelio como fuente de renovación, desde el momento en que su mensaje es aceptado en la plenitud de sus exigencias. Se desarrolla con la sensibilidad propia de la Iglesia, marcada por la voluntad desinteresada de servicio y la atención a los más pobres; finalmente, se alimenta en una rica experiencia multisecular que le permite asumir, en la continuidad de sus preocupaciones permanentes, las innovaciones atrevidas y creadoras que requiere la situación presente del mundo" (Carta ap. Octogesima Adveniens, 42)

En todo caso, en la enseñanza social de la Iglesia está siempre presente, desde el principio y cada vez de modo continuo, la mirada de la fe, aunque esa mirada solo se explicite de vez en cuando, quizá más bien al final de las reflexiones, como para declarar abiertamente que la fe no contradice a la razón, a la ciencia y a la cultura, sino que las ilumina y se sitúa en diálogo con ellas.

Dicho lo cual, podemos ya presentar brevemente la exhortación apostólica, con su introduccion y seis puntos.


Un drama moral

En la introducción el Papa parte, también aquí, de la mirada asombrada de Jesús ante las maravillas de la creación de su Padre : "Mirad los lirios del campo… " (Mt 6, 28-29). Enseguida declara el motivo del documento: ocho años después de su encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, no se ven "reacciones suficientes" ante un mundo que "se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre" (n. 2).

No se trata un tema meramente ecológico, sino que tiene graves repercusiones sobre el conjunto de la sociedad y comunidad mundial, sobre todo para las personas más vulnerables. En muchos casos se trata de un verdadero drama moral que implica diversos casos de lo que se denomina "pecado estructural" (cf. enc. Sollicitudo rei socialis, 36).

Así dice el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1869) : "Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad divina. Las ‘estructuras de pecado’ son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un ‘pecado social’".

El obispo de Roma comienza afirmando la existencia de la crisis climática global (nn. 5-19) en la que las causas humanas, si no las únicas, cuentan notablemente. Constata las resistencias y confusiones en la opinión pública, concretamente respecto al calentamiento global del planeta, resistencias y confusiones que achaca a falta de información o simplificaciones a veces intencionadas. Sostiene que algunos daños y riesgos son irreversibles quizá durante cientos de años. Y que más vale prevenir una catástrofe que lamentarla por negligencia. "Se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo" (n. 18). Además, como ha puesto de manifesto la pandemia del covid-19, todo está conectado y nadie se salva solo.

A continuación, Francisco lamenta el paradigma tecnocrático que sigue avanzando detrás de la degradación del ambiente. Se trata de un modo de pensar "Como si la verdad, el bien y la realidad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico" (LS 105); de ahí la propuesta de un crecimiento infinito o ilimitado (cf. ib., 106). Todo lo que ha sido creado se somete al capricho de la mente o de las capacidades humanas, lo que proporciona, a quienes lo manejan, un escalofriante dominio sobre el mundo entero, dominio que nadie garantiza que sea utilizado para el bien. En consecuencia se ve necesario repensar nuestro uso del poder (nn. 24 ss.), su sentido y sus límites, máxime en ausencia de una ética solida y una espiritualidad verdaderamente humana.

Frente a todo ello, el sucesor de Pedro enseña que el mundo no puede ser un mero objeto de aprovechamiento o disfrute y que el ser humano no es solamente un factor capaz de dañar el ambiente; sino que "la vida humana, la inteligencia y la libertad integran la naturaleza que enriquece a nuestro planeta y son parte de sus fuerzas internas y de su equilibrio" (n. 26). Pero de hecho, en la línea que advertía ya en 1970 san Pablo VI, "hace falta lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder y el progreso que generamos se vuelven contra nosotros mismos" (n. 28). Manipulados por la lógica del máximo beneficio al menor costo, "a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos" (n. 31). Así es, y todo ello nos devuelve siempre la pregunta por el sentido de la vida y del trabajo humano. Es lo que el Papa llama el aguijón ético, es decir, la responsabilidad moral.


Falta de una política internacional eficaz

Desde ahí pasa Francisco, en un tercer punto, a denunciar la debilidad de la política internacional (cf. nn. 34 ss). Si cada generación es responsable del cuidado del planeta en solidaridad con los demás, son los Estados los que tienen la mayor responsabilidad. Subraya la necesidad de una autoridad mundial en este tema, no necesariamente reducida a una persona o un grupo de personas, pero en todo caso regulada por el derecho internacional y dotada de autoridad real. Se impone asimismo la necesidad de reconfigurar el multilateralismo (cf. nn. 37 ss.), facilitando que los ciudadanos puedan controlar el poder político en el horizonte de la fraternidad universal. Hace falta renovar la política y la diplomacia, dotando al mundo de mecanismos globales "ante los retos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, especialmente para consolidar el respeto a los derechos humanos más elementales" (n. 42) y "asegurar" así el cuidado de todos.

Uno de los medios que se vienen poniendo son las conferencias sobre el clima, con sus avances y fracasos, en las últimas décadas. En ellas se proponen procesos y mecanismos para paliar o compensar los daños producidos por el cambio climático, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Pero no se prevén sanciones ni instrumentos eficaces para garantizar el cumplimiento de las disposiciones tomadas. La última de las conferencias (la COP27 de Scharm El Seikh, Egipto, 2022) fue testigo de las difíciles negociaciones en el marco de la crisis producida por la invasión de Ucrania. Estas negociaciones no avanzan a causa de los países que ponen sus intereses nacionales por delant del bien común global (cf. LS 169), con lo que eso supone de "falta de conciencia y de responsabilidad" (LD, n. 52).

En suma, las conferencias celebradas y los acuerdos tomados, ciertamente, han servido para frenar el avance del cambio climático, pero no con la velocidad suficiente.

El quinto apartado lo dedica el Papa a las expectativas ante la COP28 de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), prevista para celebrarse del 20 de noviembre al 12 de diciembre de 2023). Dubái es gran exportador de energías fósiles, al mismo tiempo que hace importantes inversiones en energías renovables. Ahí se abre la esperanza de que el camino tome una dirección más efectiva. Pero también ahora se alza la sombra del doble lenguaje, de modo que todo quede como un juego para distraer. "Necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y al mismo tiempo no tener la valentía de producir cambios sustanciales" (n. 56).

No basta, pues, con los parches tecnológicos a los problemas, sin afrontar las cuestiones de fondo. Francisco considera una irresponsabilidad presentar todo esto como un problema meramente ambiental, "verde" o romántico: "Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos" (n. 58). Es la sociedad entera la que "debería ejercer una sana ‘presión’, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos" (Ib.). Entiende que se necesitan "formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente" (n. 59). Y un proceso que sea a la vez drástico, intenso y que cuente con el compromiso de todos.


Motivaciones espirituales a la luz de la fe

El sexto y último punto del documento expone las motivaciones espirituales (nn. 61 ss.) "que brotan de la propia fe", sobre todo para los fieles católicos, a la vez que alienta que se haga lo mismo para los otros creyentes. El reconocimiento de Dios como creador, el respeto por el mundo, la sabiduría que de ahí dimana y el agradecimiento por todo ello se condensan en la actitud misma de Jesús, cuando contemplaba la realidad creada e invitaba a sus discípulos a cultivar actitudes semejantes (cf. n. 64). Además, el mundo será renovado en relación con Cristo resucitado, que envuelve a todas las criaturas y las orienta a un destino de plenitud, de modo que hay mística en las realidades más pequeñas y que "el mundo canta un Amor infinito: ¿cómo no cuidarlo ?" (n. 65).

Ante el paradigma tecnocrático, la cosmovisión judeocristiana invita a sostener un "antropocentrismo situado", es decir, que la vida humana se sitúa en el contexto de todas las criaturas. Como ya decía LS, 89: "Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde". No cabe pues pensar en "un ser humano autónomo, todopoderoso ilimitado" (LD, 68), sino abrirse a una perspectiva más humilde y más rica.

La propuesta del Papa para los fieles católicos es clara: individualmente, reconciliarnos con el mundo que nos alberga, embellecerlo con la propia aportación. Al mismo tiempo, fomentar adecuadas políticas nacionales e internacionales. En todo caso, lo que importa –afirma Francisco– es "recordar que no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas" (n. 70).

Aquí podría haber aludido al papel del Espíritu Santo como promotor de la unidad y de la vida cristiana en un mundo lleno de "semillas del Verbo", es decir, de mensajes de belleza, verdad y bien tanto en los corazones como en las culturas y en toda la realidad creada. Ese mismo Espíritu nos impulsa, especialmente a los cristianos, a contribuir, en modos y medidas diversos, al cuidado de la Tierra, como ciudadanos y como hijos de Dios, con la confianza puesta en nuestro Padre, con la vida de Jesús que late en nosotros y con la colaboración de nuestros trabajos al servicio de todos. Así podremos, como propone Francisco, caminar en comunión y en compromiso.

En todo caso, respecto a la crisis climática, concluye que junto a las decisiones políticas necesarias, se precisa un cambio en el estilo de vida, con gestos –que pueden incentivar los procesos de transformación a nivel social y político– a nivel personal, familiar y comunitario: "El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura" (n. 71). Así se podrá avanzar "en la senda del cuidado mutuo".

domingo, 6 de noviembre de 2022

Alegría, unidad y profecía


En su viaje al reino musulmán de Baréin, hoy, domingo, 6 de noviembre, el Papa Francisco ha mantenido un encuentro con fieles católicos (obispos, sacerdotes, consagrados, seminaristas y agentes pastorales), que son unos 80.000 de un total de 1,7 millones de habitantes. Y su discurso contiene un mensaje esencial, también en las circunstancias actuales de la Iglesia y del mundo, para todos los cristianos

En la introducción a su discurso, les ha dicho que “es bello pertenecer a una Iglesia formada por la historia de rostros diversos, que encuentran la armonía en el único rostro de Jesús”. Tomando pie de la geografía y cultura del país, les ha hablado del agua que riega y hace fructificar tantas zonas de desierto. Una bella imagen de la vida cristiana como fruto de la fe:

“Emerge a la superficie nuestra humanidad, demacrada por muchas fragilidades, miedos, desafíos que debe afrontar, males personales y sociales de distinto tipo; pero en el fondo del alma, bien adentro, en lo íntimo del corazón, corre serena y silenciosa el agua dulce del Espíritu, que riega nuestros desiertos, vuelve a dar vigor a lo que amenaza con secarse, lava lo que nos degrada, sacia nuestra sed de felicidad. Y siempre renueva la vida. Esta es el agua viva de la que habla Jesús, esta es la fuente de vida nueva que nos promete: el don del Espíritu Santo, la presencia tierna, amorosa y revitalizadora de Dios en nosotros".


Los cristianos, responsables del "agua viva"

En un segundo momento, el Papa se detiene en una escena del Evangelio según san Juan. Jesús esta en el templo de Jerusalén. Se celebra la fiesta de los Tabernáculos, en la que el pueblo bendice a Dios agradeciendo el don de la tierra y de las cosechas y haciendo memoria de la Alianza. El rito más importante de esa fiesta era cuando el sumo sacerdote tomaba agua de la piscina de Siloé y la derramaba fuera de los muros de la ciudad, en medio de los cantos jubilosos del pueblo, para expresar que de Jerusalén fluiría una gran bendición para todos los pueblos (cf. Sal 87, 7 y sobre todo Ez 47, 1-12).

En ese contexto Jesús, "puesto en pie", grita: “¡Quien tenga sed, venga a mí y viva!, y de sus entrañas brotarán ríos de agua viva” (Jn 7, 37-38). El evangelista dice que se refería al Espíritu Santo que recibirían los cristianos en Pentecostés. Y observa Francisco: "Jesús muere en la cruz. En ese momento, ya no es del templo de piedras, sino del costado abierto de Cristo que saldrá el agua de la vida nueva, el agua vivificante del Espíritu Santo, destinada a regenerar a toda la humanidad liberándola del pecado y de la muerte".

martes, 27 de septiembre de 2022

Religiones y cristianismo en un ambiente multicultural

 

El viaje del Papa a Kazajistán con motivo del VII Congreso de los líderes de las religiones mundiales y tradicionales (13-15/IX/2022) ha puesto de relieve algunos criterios teológico-pastorales, vigentes y útiles para el diálogo entre las religiones (y el papel de los cristianos), en el ambiente actual, multicultural y multirreligioso.

Estos criterios se desarrollan en conjunción con otros, procedentes todos ellos de la antropología cristiana, de la ética y de la Doctrina social de la Iglesia (como los desarrollados en las encíclicas Laudato síy Fratelli tutti); y, siempre, en el contexto de la misión evangelizadora.

Todo ello se sitúa en la estela del Concilio Vaticano II (cf. Decl. Nostra aetate sobre las relaciones con las religiones no cristianas). Las enseñanzas de Francisco sobre esta cuestión pueden presentarse en cinco puntos (*). 

domingo, 31 de julio de 2022

La pobreza que libera

 

El 13 de junio Francisco publicó su mensaje para la VI Jornada mundial de los pobres, que se celebrará el mismo día del próximo noviembre. El lema resume la enseñanza y la propuesta: “Jesucristo se hizo pobre por vosotros (cfr. 2Co 8,9)”. Se trata de una sana provocación, dice el Papa, “para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”.

      También en el actual contexto de conflictos, enfermedad y guerras, Francisco evoca el ejemplo de San Pablo, que organizó colectas, por ejemplo, en Corinto, para atender a los pobres de Jerusalén. Se refiere concretamente a las colectas de la misa del domingo. “Por indicación de Pablo, cada primer día de la semana recogían lo que habían logrado ahorrar y todos eran muy generosos”. También nosotros debemos serlo por el mismo motivo, como signo del amor que hemos recibido de Jesucristo. Es un signo que los cristianos siempre han realizado con alegría y sentido de responsabilidad, para que a ninguna hermana o hermano le falte lo necesario”, como atestigua ya san Justino (cf. Primera Apología, LXVII, 1-6).

lunes, 5 de julio de 2021

Sobre la amistad social

 
 
La intención del Papa Francisco para el apostolado de la oración, en este mes de julio, es la amistad social.

Se trata de una realidad expresada en su encíclica Fratelli tutti (3-X-2020). Forma binomio con la fraternidad universal. Tiene su raíz principal en el amor o la caridad. Y de ella se deducen consecuencias bien concretas, en relación con la doctrina social, objeto de la encíclica.


Esencialmente vinculada a la fraternidad universal

La “amistad social” hace su entrada al explicar el contenido esencial del documento, dedicado precisamente “a la fraternidad y a la amistad social” (n. 2), inspirado el mensaje de san Francisco de Asís: “Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos” (Ibid.). Esto significa que la expresión amistad social no remite simplemente a un concepto que podría parecer paradójico, pues la amistad en principio no suele tenerse con la sociedad sino con algunas personas muy concretas; por lo que esa actitud, si es amistad no sería social, y si es social no sería amistad. Es algo más concreto que, primero, se relaciona estrechamente con la fraternidad (universal), que conduce a una siembra (también universal) de paz y, al mismo tiempo, a una cercanía especialmente con los más pobres y necesitados.

En segundo lugar, el Papa señala que las cuestiones implicadas en este binomio fraternidad-amistad social “han estado siempre entre mis preocupaciones” y a ellas se ha referido reiteradas veces. Lo hace ahora una vez más inspirado en la fraternidad con el patriarca ortodoxo (de Constantinopla) Bartolomé y estimulado por la amistad del gran imán Ahmad Al-Tayyeb, con el que se encontró en Abu Dabi (juntos firmaron un importante documento sobre el cuidado de la creación). Tenemos, pues, un dato más en cuanto al contenido de la amistad social: sus implicaciones respecto al cuidado de la creación.

La tercera alusión a la amistad social, siempre unida a la fraternidad universal, es para manifestar su deseo de que esta propuesta suya “no se quede en las palabras” (n. 6). Siendo una encíclica social, se abre desde el mensaje cristiano a todas las personas de buena voluntad. Y tiene en cuenta las problemáticas abiertas por la pandemia del Covid-19 precisamente para insistir en lo fundamental: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (n. 8). En efecto, la raíz común es la fraternidad que nos une desde la fe y/o desde la convicción de pertenecer a una misma humanidad y ser cobijados por una misma tierra. 

domingo, 21 de febrero de 2021

Catequesis, Vaticano II y humanismo cristiano


 
B. E. Murillo, Regreso del hijo pródigo (1667-1670) 
National Gallery of Art, Washington DC


El interés por la educación, que el Papa viene manteniendo durante la pandemia, se ha prolongado estas semanas en un discurso a los responsables de la catequesis en la Conferencia Episcopal Italiana (30-I-2021). Les ha señalado tres focos o prioridades: el anuncio, el futuro, la comunidad cristiana. Además ha reafirmado la necesidad de situarse en el marco del Concilio Vaticano II y del humanismo cristiano. Veamos el contenido de ese discurso y de su referencia al humanismo cristiano. 

jueves, 14 de enero de 2021

Cultura del cuidado y promoción de la paz

 
El mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz, del 1 de enero de 2021 se titula “La cultura del cuidado como camino de paz”. Ya por el título vemos que se sitúa en la estela del pontificado cuyo bing-bang se dedicó a ese mismo tema, el 19 de marzo de 2013. Pues, en efecto, la homilía de inicio del ministerio petrino giró en torno a la tarea de custodiar y servir, vista en san José. Ahora nos encontramos de lleno en un punto de ese itinerario, después de la exhortación programática Evangelii gaudium (2013) y las encíclicas Laudato si’ (2015) y Fratelli tutti (2020); y además, precisamente, en un Año de san José, al que se nos ha convocado con la carta Patris corde (8-XII-2020). El contexto sociológico viene marcado por la pandemia del Covid-19.

En efecto, en el comienzo de su pontificado Francisco presentaba a san José como aquél que cuidó del proyecto salvífico centrado en Cristo. Y lo hizo por medio de su propio discernimiento, a partir de los signos de la acción del Espíritu Santo que se perciben cuando se miran con fe y con realismo los acontecimientos.

La imagen escogida por el Papa es la navegación hacia la paz, que es nuestro puerto o nuestra meta. Hacia ahí navegamos, “todos estamos en la misma barca”, como señala en Fratelli tutti. Meses antes, el 27 de marzo había dicho que la pandemia nos ha hecho conscientes de estar una barca frágiles y desorientados. Ahora podemos ver claramente que esa barca es o debe ser la fraternidad, el camino es la justicia y el rumbo, la paz. El Papa desea que la humanidad “pueda progresar en este año por el camino de la fraternidad, la justicia y la paz”.

sábado, 24 de octubre de 2020

La fraternidad, don y tarea

El objetivo es sugerir algunas pistas para la lectura o relectura de la encíclica Fratelli tutti, sobre su trasfondo, unidad y trazos principales. Después de una introducción, pasamos a cuestiones de método y perspectiva, para terminar subrayando algunos aspectos de los contenidos (*). 

domingo, 4 de octubre de 2020

"Fratelli tutti": Amistad y fraternidad, diálogo y encuentro

 

La tercera encíclica del Papa Francisco Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social (3-X-2020) es una encíclica social, escrita desde las “convicciones cristianas” y ofrecida en diálogo a todas las personas de buena voluntad. 

Esas convicciones cristianas están recogidas en la referencia al concilio Vaticano II: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (Gaudium et spes, 1).

Por tanto, arranca desde una mirada al mundo que “es más que una aséptica descripción de la realidad”. Supone un “intento de buscar una luz en medio de lo que estamos viviendo”, una búsqueda abierta al diálogo y con el fin de “plantear unas líneas de acción” (56). El método es el propio del discernimiento ético y pastoral, que trata, como indica la palabra, de distinguir el camino del bien para encauzar, superando los riesgos de las polarizaciones unilaterales, el obrar personal en el contexto de la sociedad y de las culturas.

Al tratar de la fraternidad y la amistad social, el Papa declara que se detiene en la dimensión universal de la fraternidad. No en vano una de las claves del documento es el rechazo del individualismo. “Todos somos hermanos”, miembros de la misma familia humana, que procede de un solo Creador, y que navega en la misma barca. La globalización nos manifiesta la necesidad que tenemos de colaborar para promover juntos el bien común y el cuidado de la vida, el diálogo y la paz. 

miércoles, 22 de julio de 2020

Desafíos de la evangelización en tiempos de pandemia

En varios lugares se ha recogido una conferencia que Germán Carriquiry –secretario y vicepresidente de la Comisión pontificia para América Latina– pronunció el 8 de julio de 2020, con el título “Tareas y desafíos para la misión de la Iglesia en tiempos de pandemia”.

Aunque se refiere directamente a Latinoamérica, sus consideraciones sin duda sirven, cambiando o concretando lo que sea preciso, para otras regiones y países.

La pandemia supone ante todo, a su juicio, un punto de inflexión, en lo que el papa Francisco llama un cambio de época. “Los tiempos de incertidumbres –señala Carriquiry– han de ser de discernimiento y profecía”; es decir, ocasiones para reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros, que nos pide urgentemente detectar, convocar, compartir y aportar todo aquello que pueda servir para ayudar a quienes sufren las consecuencias más penosas de esta situación.

Propone concretamente siete puntos para la reflexión, el diálogo y la acción. Nos detenemos especialmente en los cuatro primeros: la compasión, el discernimiento, la evangelización y la conversión.

sábado, 15 de febrero de 2020

Sueños de esperanza

La exhortación “Querida Amazonia” (2-II-2020) tiene la forma de una carta impregnada de afecto y preocupación por esa región, que el sucesor de Pedro ve como un “misterio sagrado”: un lugar donde late y se manifiesta la vida divina, también con provecho para otras regiones.

Su punto de vista es el propio de la fe cristiana y de la misión de la Iglesia. Ella se sabe impulsada y como vivificada por la Encarnación de Hijo de Dios para llevar la luz y la riqueza de la vida divina a las culturas: “Todo lo que la Iglesia ofrece debe encarnarse de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia” (n. 6).

Desde ese background, Francisco enuncia sus cuatro “sueños” desgranados en los respectivos capítulos. Esos sueños son paralelos a los “diagnósticos” que en su momento hizo el sínodo de Oceanía. Son, por tanto “sueños” que recogen el trabajo de muchas personas y proceden de un discernimiento eclesial. Son, ahora, los “ sueños" del sucesor de Pedro, sus deseos, sus esperanzas, sus orientaciones, al retomar lo que ve y siente que Dios dice a la Iglesia, para fortalecerla y guiarla en su caminar. Son sueños estrechamente conectados desde la centralidad de Cristo, redentor del hombre y del mundo. Brotan de la Fe, de la Esperanza y del Amor que dinamizan al Pueblo de Dios en este momento histórico.