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miércoles, 22 de enero de 2025

La esperanza, motor de la educación



¿Cuál es –se preguntaba Francisco– el método educativo de Dios?” Y se respondía: “Es el de la proximidad y cercanía”. Así comenzó Francisco su discurso para un grupo de educadores católicos italianos, el pasado 4 de enero de 2025


La pedagogia de Dios

Sobre el telón de fondo de la cercanía, compasión y ternura, características del “estilo” Dios, se perfila la pedagogía divina: “Como un maestro que entra en el mundo de sus alumnos, Dios elige vivir entre los hombres para enseñar a través del lenguaje de la vida y del amor. Jesús nació en una condición de pobreza y sencillez: esto nos llama a una pedagogía que valora lo esencial y pone en el centro la humildad, la gratuidad y la acogida”. 

“La de Dios –señala Francisco– es una pedagogía del don, una llamada a vivir en comunión con Él y con los demás, como parte de un proyecto de fraternidad universal, un proyecto en el que la familia ocupa un lugar central e insustituible”. Es una síntesis, en clave educativa, de las líneas principales de su pontificado.

La pedagogía de Dios, prosigue, es “una invitación a reconocer la dignidad de cada persona, empezando por los descartados y marginados, como se trataba a los pastores hace dos mil años, y a apreciar el valor de cada etapa de la vida, incluida la infancia. La familia es el centro, ¡no lo olvidemos!” (cf. Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Dignitas infinita, 8-IV-2024) 

lunes, 19 de agosto de 2024

Literatura y evangelización

En su Carta sobre el papel de la literatura en la formación (17-VII-2024), señala el Papa Francisco que la literatura es un camino importante para la madurez personal, en cuanto que permite abrirse al mundo, a la realidad, a las otras personas y culturas, y entablar un diálogo interior enriquecedor, que tiene que ver con los propios deseos y expectativas.


Para abrir el mundo personal

De esta manera sirve al discernimiento espiritual y moral así como a la contemplación. El Papa utiliza diversas metáforas –el telescopio, el gimnasio, el acto de la digestión– para mostrar cómo la literatura es un excelente instrumento para la comprensión personal del mundo, para comprender y experimentar el sentido que los demás dan a sus vidas, para ver la realidad con sus ojos y no solo con los propios (cf. nn. 16-20, 26-40).

La literatura proporciona una escuela de la mirada y del “éxtasis” (salida de uno mismo), de la solidaridad, de la tolerancia y de la comprensión. Esto es así, piensa el sucesor de Pedro, porque “siendo cristianos, nada que sea humano nos es indiferente” (37).

Para los creyentes, la lectura es un camino para conocer las culturas (la propia las otras) y así, poder hablar al corazón de los hombres. Nos facilita reconocer las semillas plantadas por el Espíritu Santo en toda realidad humana y social. Y de este modo podemos responder hoy mejor a la sed de Dios que late en muchs corazones, aunque a veces no lo reconozcan.

Pero hay una condición: el anunciarles a Jesucristo, Palabra de Dios “hecha carne”, no a un Cristo sin carne. “Esa carne hecha de pasiones, emociones, sentimientos, relatos concretos, manos que tocan y sanan, miradas que liberan y animan; de hospitalidad perdón, indignación, valor, arrojo. En una palabra, de amor” (14).

De ahí que, a través de la literatura, los sacerdotes y en general todos los evangelizadores pueden hacerse más sensibles a la plena humanidad de Jesús, de modo que puedan anunciarlo mejor. Pues cuando el Concilio Vaticano II dice que “en realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS, 22), señala Francisco, “no se trata de una realidad abstracta, sino el misterio de ese ser humano concreto, con todas las heridas, deseos, recuerdos y esperanzas de su vida” (15).

domingo, 18 de agosto de 2024

Sentido de la vida y educación cristiana

Duccio di Buoninsegna, Jesús cura a un ciego de nacimiento (1311),
National Gallery, Londres

Sentido de la vida y educación cristiana


Contemplamos estos días el valor reconocido a los esfuerzos, mantenidos durante largo tiempo, de quienes llegan a obtener medallas en las Olimpiadas. Todos ellos, cuando se les pregunta, vienen a decir: "ha valido la pena el esfuerzo".

Sin duda el esfuerzo tiene que ver con el sentido de la vida, y esto es importante en la educación especialmente de los jóvenes.  ¿Cómo ilumina esto la fe cristiana?


La búsqueda de la felicidad y el valor de la vida

    De un lado, hay en cada persona una búsqueda innata de felicidad, entendida como vida plena. A esto se vincula la pregunta por un bien supremo, que responda al porqué y para qué de la vida, y también la pregunta por el lugar del sufrimiento en la vida humana. De ahí la importancia de la educación del sentido que viene, a confluir con la orientación de los deseos, de las metas y de los fines de cada cual. 
    A la necesidad de una vida con sentido, se opuso el siglo pasado el "absurdismo", propio del existencialismo radical. Esto venía representado por el mito de Sísifo, condenado a subir una gran piedra por una pendiente: al llegar arriba la piedra se resbalaba y caía, y la situación se volvía a repetir indefinidamente,  de modo que la vida humana es un continuo comenzar en una tarea sin sentido. Se proponía aceptar ese sinsentido. 
    Sin embargo, la propuesta no es racional y por ello tampoco sana. 
    ¿Cómo encontrar un sentido verdadero de la vida? Verdadero puede traducirse aquí por válido, acorde con la realidad de las personas y sus esperanzas. Evidentemente, no todos los "sentidos" tienen el mismo valor. Si así fuera la vida de los hitlerianos y la de los santos sería equivalente. Nada sería bueno ni malo. Sin el sentido, como saben bien los psiquiatras, crece el riesgo del nihilismo y de la depresión, quizá compensados transitoriamente por mecanismos exteriores (ruidos, activismo, drogas, etc.) o por el esfuerzo en la lucha contra enemigos más o menos imaginarios. 
    En la práctica uno tiende a llenar de "sentidos" su vida o dejar que se la llenen otros: el ambiente, la mayoría, los medios de comunicación. Pero no todos los sentido, decíamos, valen los mismo. La vida no es un saco que se puede llenar de cualquier cosa. Ya san Agustín decía: "Corres bien, pero fuera del camino". 

domingo, 12 de mayo de 2024

Paciencia

(Imagen: Tiziano o Giorgione, Cristo llevando la cruz (h. 1506-1507), Scuola Grande di san Rocco, Venecia).

En su pequeño pero excelente libro sobre Virtudes (*), Romano Guardini dedica un capítulo a la Paciencia.

La primera acepción de paciencia que aparece en el diccionario del español es “capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”. Y entre los sinónimos se ofrecen términos como aguante, estoicismo o resignación. Así las cosas, no es extraño que en el sentir popular la paciencia no tenga un brillo particularmente atractivo. Quizá por ello se cuestiona Guardini si se trata, en efecto, de algo gris o mezquino, con que una vida oprimida trate de justificar su pobreza.

Para profundizar en el tema, el ilustre teólogo italoalemán se traslada inmediatamente a la cima de la realidad, que para un creyente se sitúa en Dios. Dios ha creado el mundo, pero ¿por qué? Contestar a esta pregunta a fondo no es posible en esta tierra.

De todas formas, aventura algunas reflexiones: Dios no tenía necesidad del mundo, a él no le sirve de nada. “Quizá –añade– en tales consideraciones, presentimos algo así como las raíces de la paciencia divina”.

El caso, explica Guardini, es que Dios no sólo ha creado el mundo, sino que lo mantiene y sostiene. Y no se harta de él.

A este propósito, evoca el mito indio de Shiva en estos términos: “El formador del universo, que creó el mundo en una tormenta de entusiasmo, pero luego se hartó de él, lo pisoteó despedazándolo y produjo uno nuevo. Con éste pasó lo mismo, y la producción y la destrucción prosiguen interminablemente”. Y con ello esta divinidad se transformó en imagen de la impaciencia.

En la perspectiva cristiana, el verdadero Dios tiene una relación bien diferente respecto al mundo. 

miércoles, 24 de abril de 2024

Actitudes de Jesús ante el sufrimiento humano



El tiempo de Pascua actualiza nuestra vida con Cristo resucitado, su victoria sobre el mal y las tinieblas. Y nos capacita para identificarnos con Él, si correspondemos a su invitación con generosidad, en sus actitudes ante la enfermedad, el sufrimiento y humano y las personas discapacitadas. También a nivel social podemos hacer mucho en este terreno, luchando contra la "cultura del descarte" de tantos niños y jóvenes, enfermos, personas discapacitadas, ancianos y marginados de la sociedad.

Así podemos contribuir, en el día a día y en las circunstancias concretas de cada uno, a mostrar y defender la "dignidad infinita" de todo ser humano (*).


Cuidar y unir, asumir y tocar

Quien mira a Cristo y vive con Él, camina con Él y participa de sus actitudes. En un Discurso a la plenaria de la Pontificia Comisión bíblica (11-IV-2024), el sucesor de Pedro nos exhorta a participar de las actitudes de Jesús, concretamente ante la enfermedad y el sufrimiento humano.

"Todos vacilamos bajo el peso de estas experiencias y debemos ayudarnos a atravesarlas viviéndolas ‘en relación’, sin replegarnos sobre nosotros mismos y sin que la rebelión legítima se convierta en aislamiento, abandono o desesperación".

Por la experiencia de los sabios y de las culturas, sabemos que el dolor y la enfermedad, sobre todo si los situamos a la luz de la fe, pueden convertirse en factores decisivos en un camino de maduración; pues el sufrimiento, entre otras cosas, permite discernir lo esencial de lo que no lo es.

Sostiene el Papa que es sobre todo el ejemplo de Jesús el que muestra el camino, la actitud que hemos de tomar ante la enfermedad y el sufrimiento propio y ajeno, y traducirlo en pasos provechosos: “Él nos exhorta a cuidar a quienes viven en situaciones de enfermedad, con la determinación de superar la enfermedad; al mismo tiempo, nos invita con delicadeza a unir nuestros sufrimientos a su ofrecimiento salvífico, como semilla que da fruto". Cuidar e intentar superar, unir y asumir.

En efecto, desde el comienzo de su pontificado, el 19 de marzo de 2013, viene enseñando, también cuando evoca el ejemplo de san José, la tarea cristiana y humana de custodiar y servir, de la cercanía y del cuidado de los demás, especialmente de aquellos que nos salen al encuentro o a los que podemos llegar, para aliviarles en sus necesidades (cf. también el mensaje para la Jornada mundial de la paz, 1-I-2021 sobre "la cultura del cuidado como camino de la paz").

En nuestros días Francisco ha señalado que la visión de fe nos puede llevar a afrontar el dolor con dos actitudes decisivas: compasión e inclusión.

sábado, 2 de diciembre de 2023

Quien reza "Padre" es un nosotros

(Imagen: F. Skarbina, Oración de la tarde, h. 1890)

¿Qué tiene que ver la oración personal, la de cada uno, con la Iglesia? Podría parecer que son dos realidades independientes, pero en la perspectiva cristiana, no es así; sino que se reclaman una a la otra. Y esto tiene importantes consecuencias.

En un texto sobre la teología de san Cipriano (*), muestra Joseph Ratzinger que la filiación divina, tal como se presenta en el Padrenuestro, tiene una importante dimensión eclesial o eclesiológica. Y esa dimensión debe traducirse en el amor y el servicio efectivo a los hermanos más necesitados. Pues en el prójimo, como miembro (al menos potencial) del cuerpo de Cristo, Dios se nos hace presente. Y “para san Cipriano el hablar de Dios es siempre un hablar sobre la Iglesia, así como el hablar sobre la Iglesia conlleva siempre también hablar sobre Dios”.

domingo, 6 de agosto de 2023

Buscar y arriesgar

 (Para una educación de inspiración católica)

Ante los universitarios en Lisboa (cf. Discurso en la Universidad católica de Lisboa, 3-VIII-2023), el Papa les ha propuesto caminar, peregrinar hacia un horizonte de sentido. No hay peregrinar sin meta. 

No ha venido para dar respuestas fáciles, cómodas o ingenuas. Por eso les aconseja: “Desconfiemos de las fórmulas prefabricadas —son laberínticas—, desconfiemos de las respuestas que parecen estar al alcance de la mano, de esas respuestas sacadas de la manga como cartas de juego trucadas; desconfiemos de esas propuestas que parece que lo dan todo sin pedir nada". 

miércoles, 5 de julio de 2023

Sinodalidad del Espíritu Santo

Frente a otras maneras de entender la sinodalidad (no todas plenamente católicas), el Papa Francisco viene señalando algunos criterios para el camino sinodal que hoy desea la Iglesia recorrer. Un camino que cabría denominar “sinodalidad del Espíritu Santo”, en honor a su protagonista principal (*).

En este sentido, el obispo de Roma se dirigió concretamente a los participantes en un Encuentro nacional de referentes diocesanos del camino sinodal en Italia (Discurso en el Aula Pablo VI, 25-V-2023). Comenzó diciendo que el proceso sinodal está posibilitando la participación de muchas personas en torno a temas cruciales y añadió que quería proponerles algunos criterios, respondiendo a sus inquietudes.

domingo, 21 de mayo de 2023

Humanismo y tecnología

Durante su viaje pastoral a Hungría, en el encuentro con el mundo universitario y de la cultura (cf. Discurso en la Universidad católica Péter Pázmány, 30-IV-2023), el Papa Francisco retomó un argumento frecuente en las enseñanzas de su predecesor, Benedicto XVI (cf. Discurso en la entrega del I premio Ratzinger de teología, 30-VI-2011).

Se trata del contraste entre dos formas de conocimiento. Por un lado, el conocimiento humilde y relacional –humanista y realista– que se abre a la tecnología, la respeta y a la vez la sitúa constantemente en su adecuada perspectiva. Por otro lado, el conocimiento que tiende a dominar y poseer –tecnocrático–, en principio legítimo, pero que en nuestro tiempo conlleva de hecho el riesgo de acabar con el primer tipo de conocimiento, el humanismo. La armonía entre estos dos tipos de conocimientos, pertenece, efectivamente, a la buena salud de nuestras raíces.

Este argumento lo planteaba ya Romano Guardini hace un siglo: “En estos días he comprendido más que nunca que hay dos formas de conocimiento […], una conduce a la inmersión en el objeto y su contexto, por lo que el hombre que quiere saber trata de vivir en él; la otra, al contrario, reúne las cosas, las descompone, las ordena en cajas, adquiere dominio y posesión, las domina» (Cartas desde el Lago de Como. La técnica y el hombre –texto original de 1924-1927–, Brescia 2022, 55). 

jueves, 16 de febrero de 2023

Comprensión y discernimiento

 


(Leonid Afremov, Parque en otoño)

Los especialistas suelen decir que es difícil comprender a un enfermo mental, a menos que hayas pasado por su enfermedad. Esto puede suceder no sólo con los enfermos mentales, sino con todos los enfermos y aún los sanos. Cada uno es muy sensible a lo que le afecta de verdad, pero a veces ¡tan poco! sensible por lo que afecta a los demás. Pero no hay que caer en el pesimismo: es difícil comprender, no imposible, sobre todo para un cristiano que se esfuerce en vivir la caridad.


Comprender: tarea dífícil, pero no imposible

      Según el diccionario, “hacerse cargo” significa tomar sobre sí un asunto, formarse la idea de algo, considerar todas las circunstancias de un caso. Cuando se trata de personas hay que suponer que, en principio, no terminamos de “hacernos cargo” totalmente de la situación de las otros, aunque hayamos vivido largo tiempo con ellos. Y es que somos diferentes de carácter, quizá hemos sido educados de forma diferente, tenemos experiencias diferentes, ilusiones diferentes y las heridas nos han dejado cicatrices diferentes. Por eso nos enfadamos con frecuencia si nos llevan la contraria, o al menos, nos desconcertamos. No comprendemos.


Atención, oración, acción


      Por eso, antes de juzgar a una persona –suele citarse como proverbio indio–, hay que caminar tres lunas en sus mocasines. Se requiere un esfuerzo continuo –que no cuesta tanto si uno la quiere de verdad– apoyado en la oración, para ponerse en el lugar del otro. Y seguir luego reflexionando y observando, ¡rezando y actuando!, quizá en detalles que él o ella no percibirán, para poder ayudarle de verdad. Y tal vez pasado el tiempo se puede llegar a comprender mejor aquello que no se comprendía, porque no se sabían los antecedentes, las circunstancias, los contextos. Y entonces puede que se descubra que aquella persona no podía pensar de otra forma, o debía actuar así y tenía mucho mérito al hacerlo. O no se descubre del todo, porque una parte de ese misterio que cada uno lleva dentro sólo la conoce Dios y cuenta con eso (¡la cruz!), para cambiar cosas que no pueden ser cambiadas de otra manera.

jueves, 1 de septiembre de 2022

El don de la ancianidad: servicio y testimonio de esperanza

 Ha concluido la catequesis del Papa sobre el sentido y el valor de la vejez (23-II al 24-VIII-2022). Quiso “animar a todos a invertir pensamientos y afectos en los dones que ella trae consigo y para las otras edades de la vida” (23-III-2022); pues, en efecto, la ancianidad es un don y bendición divinos (*).



Los ancianos, maestros de sabiduría

Francisco señaló que en la cultura dominante, “los ancianos son poco valorados, en su calidad espiritual, su sentido comunitario, su madurez y sabiduría. Y esto, a los ojos del Papa, implica un “vacío de pensamiento, imaginación, creatividad” (Ibid.).

Insistió en que sin el diálogo entre generaciones tenemos “una sociedad estéril, sin futuro, una sociedad que no mira al horizonte, sino que se mira a sí misma” (2-II-2022).

A los ancianos les dijo: “Tenéis la responsabilidad de denunciar la corrupción humana en la que vivimos y en la que continúa esa forma de vida del relativismo, totalmente relativa, como si todo fuera lícito. Adelante. El mundo precisa, necesita jóvenes fuertes, que salgan adelante, y viejos sabios” (Ibid.).

A los demás, les recordó su deber de proteger a los ancianos y de educar en el cuidado de la ancianidad. A propósito del cuarto mandamiento ”honrar padre y madre” , señaló: “El honor falta cuando el exceso de confianza, en vez de manifestarse como delicadeza y cariño, ternura y respeto, se convierte en rudeza y prevaricación. Cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una falta. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en ocasión para la burla y la agresión” (23-II-2022).

domingo, 31 de julio de 2022

La pobreza que libera

 

El 13 de junio Francisco publicó su mensaje para la VI Jornada mundial de los pobres, que se celebrará el mismo día del próximo noviembre. El lema resume la enseñanza y la propuesta: “Jesucristo se hizo pobre por vosotros (cfr. 2Co 8,9)”. Se trata de una sana provocación, dice el Papa, “para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”.

      También en el actual contexto de conflictos, enfermedad y guerras, Francisco evoca el ejemplo de San Pablo, que organizó colectas, por ejemplo, en Corinto, para atender a los pobres de Jerusalén. Se refiere concretamente a las colectas de la misa del domingo. “Por indicación de Pablo, cada primer día de la semana recogían lo que habían logrado ahorrar y todos eran muy generosos”. También nosotros debemos serlo por el mismo motivo, como signo del amor que hemos recibido de Jesucristo. Es un signo que los cristianos siempre han realizado con alegría y sentido de responsabilidad, para que a ninguna hermana o hermano le falte lo necesario”, como atestigua ya san Justino (cf. Primera Apología, LXVII, 1-6).

domingo, 29 de mayo de 2022

Sobre la aceptación de sí mismo

Según Guardini (*), el presupuesto para el crecimiento de la vida moral, es decir, de la madurez en los valores, es la aceptación de uno mismo. Aceptarse a sí mismo, a las personas que nos rodean, al tiempo en que vivimos (cf. para lo que sigue R. Guardini, Una ética para nuestro tiempo, Madrid 1977, cap. III, pp. 140ss.).

Esto no quiere decir “dejarse llevar” sino trabajar en la realidad y si es preciso luchar por ella, para transformarla, para mejorarla en lo que dependa de nosotros, aunque sólo sea “un granito de arena”. 

En el animal sólo hay un acuerdo consigo mismo, no existe la dinámica propia del espíritu humano, que consiste en una tensión entre ser y deseo: entre lo que somos y lo que queremos ser, tensión que es buena, siempre que nos mantenga en la realidad y no nos haga refugiarnos en fantasías. 

Se puede comenzar por la aceptación de uno mismo: circunstancias, carácter, temperamento, fuerzas y debilidades, posibilidades y límites. Esto no es obvio, pues con frecuencia uno no se acepta: hay hastío, protesta, evasión por la imaginación, disfraces y máscaras de lo que somos, no sólo ante los demás sino ante uno mismo. Y esto no es bueno. Pero esconde la realidad de un deseo de crecer, que pertenece a la sabiduría. “Puedo y debo trabajar en mi estructura vital, dándole forma, mejorándola; pero, ante todo, he de decir ‘sí’ a lo que es, pues si no todo se vuelve inauténtico” (ibid., pp. 142s). 

Así, el que se le ha dado por naturaleza un sentido práctico, debe aprovecharlo, pero consciente de que carece de imaginación y creatividad. Mientras que el artista debe sufrir temporadas de vacío y desánimo, Quien es muy sensible ve más, pero sufre más. El que tiene un ánimo frío y no le afecta nada, se arriesga a desconocer grandes aspectos de la existencia humana. Cada uno debe aceptar lo que tiene, purificarlo para servir con ello a los demás, y luchar por lo que no tiene, contando también con los otros. 

En la práctica esto no es fácil. Hay que empezar por llamar bueno a lo bueno, malo a lo malo; sin molestarse cuando algo sale mal o a uno le corrigen. Sólo reconociendo mis propios defectos, que se van conociendo poco a poco, tengo la base real para mi superación. 

También hay que aceptar la situacion vital, la etapa de la vida en la que estamos y la época histórica en la que vivo, sin trata de escaparme de esas realidades: procurando conocerlas y mejorarlas. No se puede escapar hacia el pasado o hacia el futuro, sin valorar lo presente. 

Aquí entra la aceptación del destino (tratado por R. Spaemann en el último capítulo de Ética: cuestiones fundamentales, Pamplona 2010). El destino no es azar, sino resultado de la conexión de elementos interiores y exteriores, algunos de los cuales dependen de nosotros. Primero de nuestras disposiciones, carácter, naturaleza, etc. (de nuevo: aceptarse a sí mismo). Pero además es resultado de nuestra libertad en el día a día, también en lo pequeño que dejamos o no dejamos pasar. 

Aceptarse a sí mismo o al destino puede hacerse difícil cuando viene el dolor o el sufrimiento. Por eso incluye la capacidad de aprender del sufrimiento, sin limitarse a evitarlo, como es lógico, en lo posible; sino tratando de comprenderlo, aprender de él.

Aceptar la propia vida es aceptarla como recibida, recibida de los padres, de la situación histórica y de los antepasados, pero también, cabe pensar con sabiduría, de Dios. 

Según el cristianismo, Dios tiene experiencia de nuestros problemas pues ha tomado carne en Jesucristo, que se hizo vulnerable hasta el extremo, pero con plena libertad. Y en Dios no hay falta de sentido. Un sentido que no es solamente racional sino a la vez amor. Por eso no hay que confundir el hecho de que yo no capte hoy y ahora el sentido de esta situación, con el hecho de que esta situación tiene un sentido en el conjunto de mi vida, que yo debo descubrir y aprovechar con confianza.
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(*) Además del libro que se cita en este artículo, ver la primera parte (original de 1955) de su pequeño libro: “La aceptación de sí mismo; las edades de la vida”, Cristiandad, Madrid 1977; Lumen, Buenos Aires 1992. El tema de la aceptación fue desarrollado por el autor ocho años más tarde en un segundo libro, sobre las virtudes, que es el referido en nuestro texto. Cf. “La aceptación”, en Una ética para nuestro tiempo (originalmente titulado "Tugenden", virtudes, y publicado como segunda parte de La esencia del cristianismo, Cristiandad, Madrid 2007, pp. 139-151); en este caso la aceptación se considera como una virtud junto con otras del ámbito del dominio de sí (como respeto y fidelidad, paciencia y ascetismo, ánimo y valentía, concentración y silencio), de la búsqueda de la verdad y de la solidaridad. 


domingo, 19 de diciembre de 2021

Valentía de la esperanza

 


 

                                 Ulises, atado al mástil para poder oír el canto de las sirenas sin ir en su busca

                                              (parte de un mosaico del s. III, museo nacional del Bardo (Túnez)



Durante su viaje a Chipre y Grecia, en su encuentro con los jóvenes atenienses (Discurso en la escuela de san Dionisio, Atenas, 6-XII-2021) Francisco les habla de belleza y asombro, servicio y fraternidad, valentía y espíritu deportivo. Y como resumen les propone la valentía de la esperanza.

Comienza invitándoles al asombro, que es tanto el principio de la filosofía como una buena actitud para abrirse a la fe.

“Esto es así porque tener fe no consiste principalmente en un conjunto de cosas que hay que creer y de preceptos que hay que cumplir. El corazón de la fe no es una idea, no es una moral; el corazón de la fe es una realidad, una realidad bellísima que no depende de nosotros y que nos deja con la boca abierta: ¡somos hijos amados de Dios! Este es el corazón de la fe: ¡somos hijos amados de Dios!

viernes, 19 de noviembre de 2021

Fe cristiana, catolicidad y cultura digital

 

Dentro de su recién terminada catequesis sobre la Carta a los Gálatas (del 23 de junio al 10 de noviembre de este año 2021), el 13 de octubre el Papa Francisco dedicó su audiencia general de los miércoles a un punto clave: "Somos libres porque hemos sido liberados gratuitamente".

Esta exposición puede tomarse como representante de la entera catequesis de estos meses, si bien se centró en las consecuencias, para todo pueblo y cultura, de la libertad que Cristo nos ha obtenido.

Cuando los cristianos creemos que Cristo nos ha ganado la libertad y actuamos en consecuencia, entonces vivimos lo que san Pablo llama "La fe que obra por la caridad". (Ga 5, 6). Los fundamentalistas judaizantes que se le oponían pensaban que Pablo se dejaba llevar por un "oportunismo pastoral" (el querer agradar a todos). Pero él no quería hacer eso (cf. Ga 1, 10; 1 Ts 2, 5-5).

Lo que san Pablo predica, con el corazón inflamado por el amor de Cristo, nos muestra adónde lleva la fe en relación con las culturas. La fe cristiana no lleva a renunciar a las culturas o a las tradiciones de los pueblos, sino a reconocer las semillas de verdad y de bien que en ellas se contienen. Y así las abre al universalismo de la fe y las lleva a plenitud.

Este fue el argumento que Francisco desarrolló para explicar la relación entre el Evangelio y las culturas. Un tema que con frecuencia sale a debate, también en la opinión pública, a propósito de la historia de la evangelización. 

viernes, 27 de agosto de 2021

Liderazgo educativo y tecnologías digitales

 




En un discurso a la International Catholic Legislators Network (27-VIII-2021), el Papa Francisco ha recordado que estamos todavía en un momento difícil: “La pandemia del Covid-19 está arrasando”.

Difícil, no solo por eso, sino porque es necesario afrontar las dificultades, particularmente las dificultades educativas, que esta crisis ha puesto de relieve: “Afrontar las causas profundas que la crisis ha revelado y amplificado: la pobreza, la desigualdad social, el extenso desempleo y la falta de acceso a la educación”.

Francisco se ha referido también al papel de las tecnologías en relación con el bien común, la dignidad humana, e, implícitamente, la educación. “Las maravillas de la ciencia y de la tecnología moderna han aumentado nuestra calidad de vida” (cf. Laudato sí’, 102). “Sin embargo –añade–, abandonadas a sí mismas y solo a las fuerzas del mercado, sin las directrices adecuadas dadas por las asambleas legislativas y otras autoridades públicas guiadas por un sentido de responsabilidad social, esas innovaciones pueden amenazar la dignidad del ser humano”.

Advierte que no se trata de frenar el progreso tecnológico, pero sí de proteger la dignidad humana, especialmente en relación con la plaga de la pornografía infantil, la explotación de los datos personales, los ataques a las infraestructuras críticas como los hospitales, las falsedades difusas por las redes sociales, etc. 

domingo, 15 de agosto de 2021

La llamada al arte de la vida


¿Qué puede incitar a que un comerciante de arte, cercano a su retiro y con problemas económicos, consiga un cuadro en una subasta, como “último tesoro”? ¿Qué puede significar que un buen pintor renuncie a firmar su obra? ¿Y cómo se relaciona ese cuadro con la vida del que lo ha comprado, inicialmente con la idea de revenderlo por un precio mucho mayor, puesto que ya sabía que era realmente una obra maestra?

Todo ello se plantea en la película finesa “El artista anónimo” (Klaus Härö, Tuntematum mestari, 2018, primer premio en el festival de Washington D.C., 2019, guión de Anna Heinämaa), estrenada en España en octubre de 2020.

Estamos ante una buena historia con dimensión pedagógica y familiar, a partir del conocimiento del alma humana y la búsqueda de la verdad. También es una parábola para valorar el trabajo bien hecho, y recordar que siempre hay posibilidad de redención: segundas oportunidades. Una película pequeña y no revolucionaria, se ha dicho, pero con un buen saber hacer que la hace sugerente e incluso apasionante. Un destello sobre el sentido de la vida, del arte e incluso del dinero –han señalado otros–, sobre la evolución de nuestra cultura y el diálogo entre las generaciones, que rechaza las fáciles respuestas y subraya la necesidad de contemplación. Y todo ello apoyado en un excelente trabajo de cámara, y en la música de Vivaldi, Mozart, Händel y Rachmaninov.

Pero hay más que puede verse en esta sencilla pero universal historia. Un plus que, posibilitando esas interpretaciones, llama al espectador desde planos más hondos. Una propuesta magistralmente mediada por la trama afectiva, cultural y también religiosa del film. Un plus que tiene que ver con la esperanza, no exento de buen humor. 

lunes, 5 de julio de 2021

Sobre la amistad social

 
 
La intención del Papa Francisco para el apostolado de la oración, en este mes de julio, es la amistad social.

Se trata de una realidad expresada en su encíclica Fratelli tutti (3-X-2020). Forma binomio con la fraternidad universal. Tiene su raíz principal en el amor o la caridad. Y de ella se deducen consecuencias bien concretas, en relación con la doctrina social, objeto de la encíclica.


Esencialmente vinculada a la fraternidad universal

La “amistad social” hace su entrada al explicar el contenido esencial del documento, dedicado precisamente “a la fraternidad y a la amistad social” (n. 2), inspirado el mensaje de san Francisco de Asís: “Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos” (Ibid.). Esto significa que la expresión amistad social no remite simplemente a un concepto que podría parecer paradójico, pues la amistad en principio no suele tenerse con la sociedad sino con algunas personas muy concretas; por lo que esa actitud, si es amistad no sería social, y si es social no sería amistad. Es algo más concreto que, primero, se relaciona estrechamente con la fraternidad (universal), que conduce a una siembra (también universal) de paz y, al mismo tiempo, a una cercanía especialmente con los más pobres y necesitados.

En segundo lugar, el Papa señala que las cuestiones implicadas en este binomio fraternidad-amistad social “han estado siempre entre mis preocupaciones” y a ellas se ha referido reiteradas veces. Lo hace ahora una vez más inspirado en la fraternidad con el patriarca ortodoxo (de Constantinopla) Bartolomé y estimulado por la amistad del gran imán Ahmad Al-Tayyeb, con el que se encontró en Abu Dabi (juntos firmaron un importante documento sobre el cuidado de la creación). Tenemos, pues, un dato más en cuanto al contenido de la amistad social: sus implicaciones respecto al cuidado de la creación.

La tercera alusión a la amistad social, siempre unida a la fraternidad universal, es para manifestar su deseo de que esta propuesta suya “no se quede en las palabras” (n. 6). Siendo una encíclica social, se abre desde el mensaje cristiano a todas las personas de buena voluntad. Y tiene en cuenta las problemáticas abiertas por la pandemia del Covid-19 precisamente para insistir en lo fundamental: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (n. 8). En efecto, la raíz común es la fraternidad que nos une desde la fe y/o desde la convicción de pertenecer a una misma humanidad y ser cobijados por una misma tierra. 

domingo, 25 de abril de 2021

Sueño, servicio, fidelidad

Imagen de san José, en el santuario de Torreciudad (Huesca, España)  

 

El mensaje de Francisco para la 58 Jornada mundial de oración por las vocaciones (25-IV-2021) se titula “san José: el sueño de la vocación”. Es un mensaje directo, incisivo, característico del estilo del Papa. Y se desarrolla a través de tres palabras: sueño, servicio, fidelidad.


Soñar como san José


1. La primera palabra, sueño, remite a la vida de san José, que supo hacer suyo el gran "sueño" de Dios: nuestra salvación. Aunque los Evangelios no recogen ni una sola palabra de José, con su corazón de padre, “capaz de dar y generar vida en lo cotidiano”, se ha ganado el ser patrono de las vocaciones en la Iglesia, que están para eso mismo: “generar y regenerar la vida cada día”.

Por eso las vocaciones son siempre necesarias y, añade el Papa, “especialmente hoy en tiempos marcados por la fragilidad y los sufrimientos causados también por la pandemia, que ha suscitado incertidumbre y miedo sobre el futuro y el mismo sentido de la vida”. 

viernes, 23 de abril de 2021

El reto de renovar la enseñanza de la religión

 

La Conferencia episcopal española, a través de su Comisión para la educación y cultura, ha hecho público un “documento de síntesis” (*) en relación con el trabajo que se está llevando a cabo para la renovación de la enseñanza de la religión católica.

Este documento sintetiza las presentaciones y diálogos de un grupo de expertos sobre el tema, así como las contribuciones y sugerencias que han enviado muchos profesores de religión, la mayor parte españoles, pero no todos, en un foro virtual celebrado con este fin en los últimos meses.

En el marco de la nueva ley educativa, la LOMLOE, se sigue trabajando para renovar el currículo de religión.

Resumimos aquí los 10 puntos de las conclusiones de ese documento.


1. La centralidad de la persona

Como subrayó el cardenal Angelo Bagnasco, presidente del Consejo de las conferencias episcopales europeas, en su conferencia de inauguración del foro, la enseñanza de la religión se sitúa al servicio del bien común y de la humanización. Esto implica poner a la persona en el centro de los procesos educativos, en la línea que el papa Francisco está señalando a propósito del “Pacto Educativo Global” y de sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti.