El viaje del Papa a Kazajistán con motivo del VII Congreso de los líderes de las religiones mundiales y tradicionales (13-15/IX/2022) ha puesto de relieve algunos criterios teológico-pastorales, vigentes y útiles para el diálogo entre las religiones (y el papel de los cristianos), en el ambiente actual, multicultural y multirreligioso.
Estos criterios se desarrollan en conjunción con otros, procedentes todos ellos de la antropología cristiana, de la ética y de la Doctrina social de la Iglesia (como los desarrollados en las encíclicas Laudato sí’ y Fratelli tutti); y, siempre, en el contexto de la misión evangelizadora.Todo ello se sitúa en la estela del Concilio Vaticano II (cf. Decl. Nostra aetate sobre las relaciones con las religiones no cristianas). Las enseñanzas de Francisco sobre esta cuestión pueden presentarse en cinco puntos (*).
Ayuda de las religiones al diálogo intercultural
1. Es posible aspirar, en una determinada región o país, a una “sinfonía de tradiciones culturales y religiosas”. En el momento actual, de rápidos cambios económicos y sociales, es importante, al mismo tiempo, asegurar el vínculo con las tradiciones locales y la memoria del país, cosa que puede hacerse teniendo en cuenta la historia, el arte y la geografía. Esto es más importante en lugares (como Kazajistán) que son puentes entre culturas e incluso continentes, entre lenguas, razas y religiones (Cf. Discurso en el Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo dioplomático, sala de conciertos, Qazaq, Nursultán, 13-IX-2022).
2. Un factor decisivo es la "sana laicidad", que respeta la libertad religiosa, al mismo tiempo que favorece el sentido de pertenencia al país, por parte de las personas de muy diverso origen; esto debe asociarse a la libertad de pensamiento, conciencia y expresión; así como al fortalecimiento de los mecanismos democráticos en las instituciones y al servicio del pueblo, la lucha contra la corrupción y la protección de los más débiles, la renuncia a los armamentos nucleares y las políticas energéticas y ambientales (cf. Ibid.)
1. Es posible aspirar, en una determinada región o país, a una “sinfonía de tradiciones culturales y religiosas”. En el momento actual, de rápidos cambios económicos y sociales, es importante, al mismo tiempo, asegurar el vínculo con las tradiciones locales y la memoria del país, cosa que puede hacerse teniendo en cuenta la historia, el arte y la geografía. Esto es más importante en lugares (como Kazajistán) que son puentes entre culturas e incluso continentes, entre lenguas, razas y religiones (Cf. Discurso en el Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo dioplomático, sala de conciertos, Qazaq, Nursultán, 13-IX-2022).
2. Un factor decisivo es la "sana laicidad", que respeta la libertad religiosa, al mismo tiempo que favorece el sentido de pertenencia al país, por parte de las personas de muy diverso origen; esto debe asociarse a la libertad de pensamiento, conciencia y expresión; así como al fortalecimiento de los mecanismos democráticos en las instituciones y al servicio del pueblo, la lucha contra la corrupción y la protección de los más débiles, la renuncia a los armamentos nucleares y las políticas energéticas y ambientales (cf. Ibid.)
3. Las religiones son un factor importante en la promoción de la fraternidad universal, pues tienen en común un ser Creador, un padre celestial que está en el origen de la vida humana y de la casa común; mantienen las “preguntas últimas” sobre el sentido de la vida y ayudan a concretar y desarrollar la espiritualidad humana. En el contexto de las crisis que padecemos (“crisis geopolíticas, sociales, económicas y ecológicas —pero, en la raíz, espirituales” (favorecen una convivencia más armoniosa).
Algunas condiciones: libertad religiosa, no relativismo ni sincretismo
Todo ello tiene como condición una religiosidad auténtica (sin fundamentalismos) y libre de opresión sofocante por parte de Estados ateos que la desprecien e incluso persigan (cf. Discurso de apertura de la sesión plenaria del Congreso de líderes de religiones mundiales y tradicionales, Palacio de la Independencia, Nursultán, 14-IX-2022).
Las religiones pueden ayudar a vencer cuatro desafíos actuales: 1) la situación de pospandemia (necesitada de solidaridad); 2) la paz (al contrario de lo que promueven el terrorismo y el extremismo, el radicalismo y el nacionalismo de raíz pseudorreligiosa); 3) la hospitalidad y acogida fraterna (especialmente de los migrantes); y 4) el cuidado de la casa común.
“Poner las religiones en el centro del compromiso para la construcción de un mundo en el que nos escuchamos y nos respetamos en la diversidad (…) no es relativismo” (Francisco, en la Audiencia general, donde hizo balance del viaje, 21-IX-2022). En efecto, porque no todas las religiones son iguales ni valen lo mismo; por eso se requiere conocer sus principios, valores y propuestas.
Al mismo tiempo es conveniente estar alerta ante la tentación del sincretismo religioso: “No busquemos falsos sincretismos conciliadores —no sirven—, sino más bien conservemos nuestras identidades abiertas a la valentía de la alteridad, al encuentro fraterno. Sólo así, por este camino, en los tiempos oscuros que vivimos, podremos irradiar la luz de nuestro Creador” (Discurso de apertura, 14-IX-2022).
Todo ello tiene como condición una religiosidad auténtica (sin fundamentalismos) y libre de opresión sofocante por parte de Estados ateos que la desprecien e incluso persigan (cf. Discurso de apertura de la sesión plenaria del Congreso de líderes de religiones mundiales y tradicionales, Palacio de la Independencia, Nursultán, 14-IX-2022).
Las religiones pueden ayudar a vencer cuatro desafíos actuales: 1) la situación de pospandemia (necesitada de solidaridad); 2) la paz (al contrario de lo que promueven el terrorismo y el extremismo, el radicalismo y el nacionalismo de raíz pseudorreligiosa); 3) la hospitalidad y acogida fraterna (especialmente de los migrantes); y 4) el cuidado de la casa común.
“Poner las religiones en el centro del compromiso para la construcción de un mundo en el que nos escuchamos y nos respetamos en la diversidad (…) no es relativismo” (Francisco, en la Audiencia general, donde hizo balance del viaje, 21-IX-2022). En efecto, porque no todas las religiones son iguales ni valen lo mismo; por eso se requiere conocer sus principios, valores y propuestas.
Al mismo tiempo es conveniente estar alerta ante la tentación del sincretismo religioso: “No busquemos falsos sincretismos conciliadores —no sirven—, sino más bien conservemos nuestras identidades abiertas a la valentía de la alteridad, al encuentro fraterno. Sólo así, por este camino, en los tiempos oscuros que vivimos, podremos irradiar la luz de nuestro Creador” (Discurso de apertura, 14-IX-2022).
Papel de los cristianos
4. En este contexto, el papel de los cristianos es de una “levadura”, sal y luz, en orden al diálogo y la fraternidad, a la vez que anuncian la fe y la Cruz de Cristo como “ancla de salvación”. Para ello no son obstáculos la pequeñez ni la debilidad. Basta la humildad y la confianza en Dios. Y prueba de ello son los mártires.
Los fieles laicos deben ser, dentro de la sociedad, hombres y mujeres de comunión y de paz, rechazando los miedos y las quejas, con la ayuda de pastores cercanos y compasivos.
Cristo crucificado es el antídoto contra los venenos de las murmuraciones, desánimos, frente a las violencias y persecuciones. Sus brazos abiertos en la cruz son el camino de la fraternidad entre nosotros y con todos; “el camino del amor humilde, gratuito y universal, sin condiciones y sin peros” (Homilía en la Plaza de la Exposición, Nursultán, 14-IX-2022)
5. Entre política y religión (con su apelación a la trascendencia) no cabe ni confusión ni separación. No cabe confusión porque el hombre necesita libertad para abrirse a la trascendencia (hacia Dios y los demás). No cabe separación porque no se pueden excluir de la vida pública y social las más altas aspiraciones humanas (cf. Discurso en el Palacio de la Independencia, Nursultán, 15-IX-2022).
4. En este contexto, el papel de los cristianos es de una “levadura”, sal y luz, en orden al diálogo y la fraternidad, a la vez que anuncian la fe y la Cruz de Cristo como “ancla de salvación”. Para ello no son obstáculos la pequeñez ni la debilidad. Basta la humildad y la confianza en Dios. Y prueba de ello son los mártires.
Los fieles laicos deben ser, dentro de la sociedad, hombres y mujeres de comunión y de paz, rechazando los miedos y las quejas, con la ayuda de pastores cercanos y compasivos.
Cristo crucificado es el antídoto contra los venenos de las murmuraciones, desánimos, frente a las violencias y persecuciones. Sus brazos abiertos en la cruz son el camino de la fraternidad entre nosotros y con todos; “el camino del amor humilde, gratuito y universal, sin condiciones y sin peros” (Homilía en la Plaza de la Exposición, Nursultán, 14-IX-2022)
5. Entre política y religión (con su apelación a la trascendencia) no cabe ni confusión ni separación. No cabe confusión porque el hombre necesita libertad para abrirse a la trascendencia (hacia Dios y los demás). No cabe separación porque no se pueden excluir de la vida pública y social las más altas aspiraciones humanas (cf. Discurso en el Palacio de la Independencia, Nursultán, 15-IX-2022).
------------
(*) Ver más ampliamente el próximo número de la revista "Omnes" (Octubre).
No hay comentarios:
Publicar un comentario