El magisterio de Francisco es “revolucionario” porque va al centro del Evangelio, del mensaje cristiano. Y cuando alguien se acerca a ese centro descubre algo insólito: “Dios –señala el papa– es un maestro de las sorpresas. Siempre nos sorprende, siempre nos espera. Llegamos, y Él está esperando. Siempre. El Evangelio va acompañado de un sentido de asombro y novedad que tiene un nombre: Jesús” (Audiencia general, 25-I-2023).
El magisterio de Francisco recorre ese camino que es verdad profunda y vida plena (cf. Jn 14, 6). La vida cristiana consiste en acoger el amor de Dios manifestado en Cristo, y ese es el centro del mensaje cristiano.
El camino evangelizador de Francisco es un camino de alegría (exhortación Evangelii gaudium). Arranca de la fe (Lumen fidei), a hombros del gigante teológico que ha sido Benedicto XVI.
Como la columnata que construyó Bernini en la plaza de san Pedro del Vaticano, el mensaje del papa Bergoglio abre los brazos a todo lo creado y propone el cuidado de la tierra, junto con la atención a los más pobres (Laudato si’).
Su abrazo se concentra luego sobre los hombres y mujeres que pueblan el mundo, para recordarles que todos somos hermanos (Fratelli tutti). Y culmina invitando a participar de la caridad que brota del Corazón de Jesús (Dilexit nos). Vuelve así de nuevo a mostrar la fuente y la fuerza del camino cristiano. Veamos los jalones principales de este camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario