(publicado en la revista "Omnes", mayo de 2025)
El camino de Francisco, también en su magisterio doctrinal, ha sido un camino en cierto modo sorprendente –para quien lo sepa mirar con los ojos de la sencillez propia de la sabiduría–, como el de Cristo, y evangelizador. Aquí sugerimos las que pueden considerarse como principales luces de ese camino. Nos limitamos a sus encíclicas y exhortaciones apostólicas.
La fe transforma porque abre al amorLa encíclica
Lumen fidei (“La luz de la fe”, 2013) fue realizada, en cierto sentido, como discreto broche, pero broche de oro, del pensamiento y doctrina del papa Ratzinger, que aparece con la colaboración y la firma de Francisco.
Presenta la fe cristiana como
luz que hace vivir, porque en ella “se nos ha dado un gran Amor” que “nos transforma, ilumina el camino y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para poder recorrerlo con alegría” (n. 7)
La fe amplía el conocimiento de la verdad y trasnforma toda la persona. ¿Pero cómo lo hace? Sorprendentemente, afirma el texto: "La fe transforma toda la persona precisamente porque la fe se abre al amor” (n. 26), y así puede ayudar a ensanchar la razón. Y así, la fe cristiana, vivida realmente en la práctica, transforma la vida personal, familiar y social, la relación con la naturaleza y el sentido tanto de la alegría como del sufrimiento.
La alabanza, principio de la ecología cristianaLa
Laudato si’ (“Alabado seas”…, 2015) es la primera encíclica que
se ocupa directa y monográficamente de la visión cristiana de la ecología. Denuncia un antropocentrismo despótico o radical y promueve el auténtico sentido de una teología de la creación compatible con la evolución de los seres vivos. Critica simultáneamente una visión ecocéntrica radical, donde todos los seres tendrían igual valor, siempre relativo entre sí, pero sin jerarquía alguna.
Francisco llama al cuidado de la casa común y destaca la crisis ecológica como problema global que afecta especialmente a los más pobres. Pide una “ecología integral” que rechace el individualismo. Denuncia el consumismo, la explotación injusta de los recursos y la indiferencia ante el cambio climático.
Y concluye proponiendo un estilo de vida basado en la solidaridad, la contemplación, el respeto de la creación y el desarrollo sostenible. Promueve una “conversión ecológica” que nada tiene de superficial ni coyuntural.
La fraternidad, don y tarea
En la Fratelli tutti (“Todos hermanos”, 2020), con el trasfondo del binomio persona-sociedad, el Papa orienta el camino entre la fraternidad universal y la amistad social.
Desafía la superación de divisiones, indidualismos personals y grupales, y también los nacionalismos cerrados. Es crítico con la “cultura del descarte” y la globalización de la indiferencia ante los más vulnerables. Denuncia el mal uso de la política y la economía. Orienta hacia el diálogo, la paz y el amor esforzado y generoso, como caminos para una sociedad mas fraterna, sobre el trasfondo de la parábola del Buen Samaritano.
Para los cristianos, el manantial de la dignidad humana y de la fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. “De él surge, para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia, el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos” (n. 273).
Volver al corazón
Su última encíclica, Dilexit nos (“Nos amó”, 2024) apunta al centro mismo del mensaje cristiano y del proyecto divino sobre la humanidad y cada persona. El Corazón de Jesús aparece como el centro de la vida personal y social, especialmente ante un mundo marcado por el individualismo y el consumismo.
No se trata, por tanto, de una mera devoción piadosa, sino que nos llama a la acción concreta: a la compasión, la solidaridad y la justicia en nuestras actitudes y relaciones. Reclama una conversión del corazón que nos impulse a amar y servir a los demás, construyendo una civilización del amor, en expresión de san Pablo VI.
Advierte el Papa sobre los peligros de una sociedad qu pierde su capacidad de amar y se echa en los brazos cómodos de la indiferencia. Invita especialmente a los fieles cristianos a contemplar el Corazón de Jesús como fuente de renovación personal y eclesial, viviendo el amor en las acciones diarias.
La alegría del Evangelio
Entre sus exhortaciones apostólicas, destaca la Evangelii gaudium (“La alegría del Evangelio”, 2013), documento programático del pontificado. Incide en el entusiasmo por la misión evangelizadora, que corresponde a todo cristiano. Pide una conversión pastoral y misionera “en salida”, que corresponde también a toda la Iglesia y cada uno de los fieles, para llegar a las periferias existenciales, a los más vulnerables, débiles y marginados.
Para fomentar la “dimension social de la evangelización”, impulsa la renovación eclesial en el sentido de la compasión, la cercanía y la ternura, manifestando que la misericordia es, en lo externo, la virtud que más muestra la caridad, sin dañar a la verdad y a la justicia. Todo ello pide de los “discípulos misioneros” (todos y cada uno de los cristianos) una intensa espiritualidad.
Otras Exhortaciones apostólicas
Francisco ha publicado otras seis exhortaciones apostólicas:
– Amoris laetitia (“La alegría del amor”, 2016), sobre el amor en la familia, promueve el discernimiento para el acompañamiento personal especialmente de las familias en situaciones complejas. Esto ha de hacerse con misericordia y realismo, de modo que puedan seguir la voluntad de Dios, que incluye la educación de los hijos, sobre la base de una adecuada espiritualidad conyugal y familiar.
– Gaudete et exsultate (“Alegraos y regocijaos”, 2018), sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo. Pone en guardia frente frente al gnosticismo (intelectualismo sin Dios) y el pelagianismo (autosuficiencia sin tener en cuenta la primacía de la gracia). Sitúa en el centro de la vida cristiana las Bienaventuranzas (que apelan a la humildad, la misericordia y la justicia), la lucha espiritual (por medio de la oración, los sacramentos y la caridad), la alegría y el servicio, especialmente a los más necesitados.
– Chistus vivit (“Cristo vive”, 2019), exhortación postsinodal en forma de carta a los jóvenes, donde les llama a una vida plena, capaz de soñar, arriesgarse y aportar a la construcción de un mundo mejor, incluyendo la cultura digital. Así también pueden contribuir a renovar la Iglesia. Al mismo tiempo, les anima a discernir su vocación concreta por medio de la oración y del acompañamiento espiritual, cuidando la relación con la familia y la sociedad.
– C’est la Confiance (“Es la confianza”, 2023), con motivo del 150º aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús. Propone la confianza en el amor misericordioso de Jesús como camino principal para la santidad (que es una llamada para todos), junto con la aceptación de las propias limitaciones, y en medio de las pruebas y dificultades. Esto lleva a una vida de misión y de servicio desinteresado, de sencillez, alegría y entrega.
– Además, hay otras dos exhortaciones apostólicas: Querida Amazonia (2020) como fruto del sínodo sobre la Amazonia; y Laudate Deum (“Alabad a Dios”, 2023), sobre la crisis climática. Un caso aparte es el Documento final del sínodo sobre la sinodalidad, publicado en 2024, y asumido por Francisco como parte de su magisterio ordinario, en el lugar que podría haber ocupado una exhortación postsinodal.