jueves, 13 de marzo de 2025

Comunicar y compartir la esperanza


¿Cuáles han sido el primer mensaje y el primer gran acontecimiento del Año Santo? El Papa los dedicó al mundo de la comunicación. Sucedió poco antes de su ingreso en el hospital...

Con motivo de este Jubileo, exhorta el sucesor de Pedro a los comunicadores:

“Cuenten también historias de esperanza, historias que alimenten la vida. Que su arte de contar historias (storytellling) sea también arte de contar historias de esperanza (hopetelling). Cuando cuenten el mal, dejen espacio para la posibilidad de remendar lo que está desgarrado, para que el dinamismo del bien pueda reparar lo que está roto. Siembren interrogantes”.


Enlace al artículo publicado en "Omnes", número de marzo. 



Jardinero de una nueva humanidad: Doce años con Francisco

Pocos días antes de cumplirse los doce años de su pontificado, Francisco ha agradecido a los voluntarios de todo el mundo “tantos pequeños gestos de servicio gratuito [que] hacen germinar brotes de una nueva humanidad; ese jardín que Dios ha soñado y que sigue soñando para todos nosotros”...

(Publicado en www.vidanuevadigital.com, 13-III-2025)

Enlace al artículo


domingo, 9 de marzo de 2025

Sinodalidad: Comunión "en camino"





Bonnell, D., Camino de Emaús, Weston Christian Church, Missouri


La palabra sinodalidad (del griego sinodo, camino juntos) puede tomarse en dos sentidos: sentido amplio o general de la sinodalidad como caminar juntos de la Iglesia en la historia; un sentido más estricto, correspondiente a las asambleas y procesos sinodales (que manifiestan esa sinodalidad general, si bien cabría decir que no son la única manera de manifestarla, puesto que la vida misma de los cristianos es una manifestación importante del caminar eclesial en el mundo).

Teniendo en cuenta esos sentidos puede entenderse que, como ha dicho el Papa Francisco, la sinodalidad es "dimensión constitutiva de la Iglesia" y también "marco interpretativo para comprender el sentido del ministerio jerárquico" (Discurso en el 50º aniversario de la institución del Sínodo de los obispos, 17-X-2015); pues, en efecto, la jerarquía existe en la Iglesia al servicio de todos los fieles y del conjunto de la misión salvífica de la Iglesia, en favor de las personas y del mundo.

En la constitución apostólica Episcopalis communio (2018), Francisco amplía el sínodo de los obispos de evento a proceso de participación.

Desde 2021 a 2024 tuvo lugar el sínodo sobre la sinodalidad, bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. En octubre de 2024 el Papa tuvo varias intervenciones, en las que subrayamos algunos aspectos.


Responsabilidad, humildad y comunión

Las reuniones de ese mes fueron precedidas de un retiro que tuvo un carácter penitencial. Al culminar el retiro el Papa se preguntó: “¿Cómo podemos ser creíbles en la misión si no reconocemos nuestros errores y no nos inclinamos a curar las heridas que hemos causado con nuestros pecados?” (Reflexión, 1-X-2024). E invitó a interrogarse sobre nuestras responsabilidades a la hora de detener el mal con el bien.

Al día siguiente (2-X-2024), celebró la Misa de inauguración en la memoria de los santos Ángeles custodios. En su homilía Francisco exhortó a escuchar las voces, ante todo de Dios y también las de los demás: “Se trata, con la ayuda del Espíritu Santo, de escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”, con la ayuda del Señor y de sus ángeles, y con la actitud humilde de los niños, mirando la realidad de nuestro mundo al que queremos servir.

Luego, durante la primera congregación general, tuvo lugar un discurso donde el Papa se centró, de modo más específico, en la sinodalidad. La asamblea sinodal es guiada por el Espíritu Santo. “El proceso sinodal –señaló– es también un proceso de aprendizaje, durante el cual la Iglesia aprende a conocerse mejor a sí misma y a individuar las formas de acción pastoral más adecuadas para la misión que su Señor le confía”. Por eso el ministerio episcopal no puede vivir su servicio sino en y con el Pueblo de Dios. Y esto debe evitar dos peligros: “el primero la abstracción que olvida la fértil concreción de los lugares y de las relaciones, y el valor de cada persona; el segundo peligro es el de romper la comunión contraponiendo jerarquía a fieles laicos” (Discurso durante la primera congregación general del sínodo, 2-X-2024).

Nueve días después, durante la vigilia ecuménica que tuvo lugar en el marco del sínodo, Francisco pronunció una homilía donde reafirmó que “El camino de la sinodalidad […] debe ser ecuménico, así como el camino ecuménico es sinodal”. Y añadió: . “La unión entre los cristianos crece y madura en la común peregrinación ‘al ritmo de Dios’, como los peregrinos de Emaús acompañados por Jesús resucitado” (Homilía, 11-X-2024). Nuestra unidad es gracia (don de Dios), es armonía (buscada por el Espíritu Santo) y es para llevar adelante la misión de la Iglesia.

El 26 de octubre, una vez asumido y firmado por Francisco el Documento final como fruto de los trabajos sinodales (lo que estaba previsto, aunque no es habitual después de los sínodos, sino que el Papa suele elaborar una exhortación postsinodal), el sucesor de Pedro tuvo también un saludo final. Ahí consideró que este documento es un triple regalo: para el Obispo de Roma, para todo el Pueblo de Dios y para el mundo, de modo que ayude a promover la paz como fruto de la escucha, del diálogo y de la reconciliación.

En la homilía de la Misa de conclusión del sínodo aludió a la escena del ciego Bartimeo, al que el Señor llama para que le siga por el camino: “Esta es una imagen de la Iglesia sinodal: el Señor nos llama, nos levanta cuando estamos sentados por tierra o caídos, nos hace recobrar una vista nueva, para que, a la luz del Evangelio, podamos ver las inquietudes y los sufrimientos del mundo” (Homilía 27-X-2024).


Los fundamentos de la sinodalidad

El Documento final del sínodo de la sinodalidad, en octubre de 2024, pertenece al magisterio ordinario del Papa. Viene precedido de una nota escrita por Francisco. En ella señala que este documento “no es estrictamente normativo” y “su aplicación necesitará de diversas mediaciones”. Pero sí “compromete a las Iglesias a tomar decisiones coherentes con lo que en él se indica”, a través de procesos de discernimiento que requieren su tiempo.

A la hora de ponerlo en práctica, añade, a veces bastará con hacer lo que está ya previsto en el derecho vigente. En otros casos habrá que poner en marcha nuevas formas de ministerialidad y de acción misionera

El Documento en sí consta de una introducción, cinco partes y una conclusión.

La introducción se enmarca en la enseñanza del Concilio Vaticano II acerca de “la Iglesia como Misterio y Pueblo de Dios, llamado a la santidad a través de una continua conversión que viene de la escucha del Evangelio” (n. 5).

En sus cinco partes el documento expone sucesivamente: los fundamentos de la sinodalidad (I); la necesaria conversión de las relaciones (II); la práctica de la sinodalidad (III); los desarrollos y vínculos que surgen en ella (IV); y, finalmente, la necesidad de la formación (V). La conclusión subraya la misión de la Iglesia como testimonio, en el mundo, del amor salvador de Dios.

Desgranamos ahora, finalmente, solo la primera parte (fundamentos). Su itinerario aparece distribuido en seis apartados:

1) La Iglesia, Pueblo de Dios, como sacramento de unidad y como forma que la Iglesia-misterio de la comunión adquiere durante la historia (cf. nn. 15-20). Aquí es importante notar el orden de presentación de las cuestiones. La Iglesia es primero (por su ser) Misterio de comunión con Dios; segundo, durante la historia es Pueblo de Dios y “sacramento” (signo e instrumento) de esa comunión.

2) La “sacramentalidad” del Pueblo de Dios, sobre la base de la fe, los sacramentos y la participación del “triple oficio” de Cristo (profeta, sacerdote y rey), especialmente el munus profético (cf. nn. 21-27). Cabe notar que esto tiene que ver con la estructura de la Iglesia, si bien podrían integrarse más los carismas.

3) Significado y dimensiones de la sinodalidad. Es decir, cómo se denomina y se organiza la sinodalidad: aspectos terminológicos y estructurales (cf. nn. 28-33). Un tema interesante sería desarrollar la relación entre sinodalidad y vida ordinaria de los fieles.

4) La unidad como armonía. El Pueblo de Dios no es uniforme sino plural, uno y diverso, y vive en los pueblos y culturas de la tierra (cf. nn. 34-42). Esto también podría desplegarse mostrando la relación entre los aspectos institucionales (que destacan en la sinodalidad considerada en sentido más estricto), y los carismáticos y familiares en la Iglesia.

5) La espiritualidad sinodal. Aquí se subraya la traducción existencial y espiritual de la sinodalidad, en la vida cristiana y en la Iglesia, como consecuencia de la acción del Espíritu Santo (nn. 43-46).

6) Sinodalidad como profecía social: es decir, implicaciones o consecuencias sociales y culturales –vinculadas al munus regale o de servicio (nn. 47-48)– de la sinodalidad: testimonio, desafío ante el individualismo y comunitarismo exagerado, atención preferencial a los más débiles y ecología integral. Este apartado está abierto a explicar esa relación de la sinodalidad con el testimonio cristiano, para contrarrestar, en efecto, tanto el individualismo como el comunitarismo así entendido; y también –aunque no se menciona en el texto– el clericalismo.


miércoles, 22 de enero de 2025

La esperanza, motor de la educación



¿Cuál es –se preguntaba Francisco– el método educativo de Dios?” Y se respondía: “Es el de la proximidad y cercanía”. Así comenzó Francisco su discurso para un grupo de educadores católicos italianos, el pasado 4 de enero de 2025


La pedagogia de Dios

Sobre el telón de fondo de la cercanía, compasión y ternura, características del “estilo” Dios, se perfila la pedagogía divina: “Como un maestro que entra en el mundo de sus alumnos, Dios elige vivir entre los hombres para enseñar a través del lenguaje de la vida y del amor. Jesús nació en una condición de pobreza y sencillez: esto nos llama a una pedagogía que valora lo esencial y pone en el centro la humildad, la gratuidad y la acogida”. 

“La de Dios –señala Francisco– es una pedagogía del don, una llamada a vivir en comunión con Él y con los demás, como parte de un proyecto de fraternidad universal, un proyecto en el que la familia ocupa un lugar central e insustituible”. Es una síntesis, en clave educativa, de las líneas principales de su pontificado.

La pedagogía de Dios, prosigue, es “una invitación a reconocer la dignidad de cada persona, empezando por los descartados y marginados, como se trataba a los pastores hace dos mil años, y a apreciar el valor de cada etapa de la vida, incluida la infancia. La familia es el centro, ¡no lo olvidemos!” (cf. Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Dignitas infinita, 8-IV-2024) 

miércoles, 1 de enero de 2025

Paz, esperanza, fraternidad

 

El mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2025 (“Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz”) se inscribe en el Jubileo recién comenzado. Tiene cuatro partes.

Ante todo, se invita a situarnos “escuchando el grito de la humanidad amenazada” por tantas injusticias que son resultado de los pecados (Juan Pablo II habló de las “estructuras pecado”, enc. Sollicitudo rei socialis, 36). Conviene que “todos, juntos y personalmente, nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia y, así, proclamar la justicia de Dios” (Mensaje, n. 4).

En la segunda parte se pide “Un cambio cultural: todos somos deudores”. “El cambio cultural y estructural para superar esta crisis se realizará cuando finalmente nos reconozcamos todos hijos del Padre y, ante Él, nos confesemos todos deudores, pero también todos necesarios, necesarios unos de otros” (n. 8).


Tres propuestas en la Jornada jubilar de la Paz

En tercer lugar, Francisco hace tres propuestas concretas (cf. n. 11): 
1) “una notable reducción si no una total condonación, de la deuda internacional que grava sobre el destino de muchas naciones” (Juan Pablo II, Carta ap. Tertio millennio ineunte, 51); 
2) “la eliminación de la pena de muerte en todas las naciones” (cf. Bula Spes non confundit, para el jubileo de 2025, 10); y 
3) “la constitución de un fondo mundial que elimine definitivamente el hambre” y facilite a los países más pobres un desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático (cf. enc. Fratelli tutti, 262 y otras intervenciones recientes del Papa).

La última parte se titula “La meta de la paz”. Esta pasa por un cambio profundo y práctico de actitudes a nivel personal y social, un “desarme del corazón” (Juan XXIII). “A veces –dice Francisco–, es suficiente algo sencillo, como ‘una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito’ (n. 14 del mensaje, cf. Spes non confundit, 18). Porque, “en efecto, la paz no se alcanza solo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado”.

En las vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios (31-XII-2024) señalaba el Papa: “La esperanza de un mundo fraterno no es una ideología, no es un sistema económico, no es el progreso tecnológico. La esperanza de un mundo fraterno es Él, el Hijo encarnado, enviado del Padre para que todos podamos llegar a ser lo que somos, es decir, hijos del Padre que está en el cielo, y por tanto hermanos y hermanas entre nosotros”.