miércoles, 29 de octubre de 2025

Educación de miras altas

Acaba de ser publicada (con una traducción de trabajo en castellano) la Carta apostólica Diseñar nuevos mapas de esperanza, de León XIV (27-X-2025), con ocasión del LX aniversario de la Declaración conciliar Gravissimum educationis. 

Como invitación a la lectura del documento, señalamos sus claves.

La educación es el “tejido mismo” de la evangelización. Es una “obra coral” de la entera comunidad educativa. En nuestro mundo complejo, la educación de inspiración cristiana, con su propia identidad, es tanto o más necesaria que en la época del Vaticano II, como brújula (en la estela de la declaración Gravissimum educationis) para navegar en la nueva urgencia educativa (causada por las guerras, las migraciones, las desigualdades y las diversas formas de pobreza), como una de las expresiones más altas de la caridad cristiana y una forma de esperanza: tarea de amor y de reconstruir la confianza.


La tradición educativa de los cristianos

La tradición educativa de los cristianos tiene una historia larga, dinámica y viva. Hoy también debe renovarse (innovación) sobre el centro de la persona, y con el presupuesto de la relación entre fe y razón, sin olvidar los aspectos afectivos y sociales, pues la verdad se busca en comunidad. Es fundamental la escucha de las preguntas y el diálogo.

La pedagogía católica presupone una visión antropológica integral con visión cristiana (antropología cristiana: un humanismo integral que incluye la responsabilidad social, la contemplación espiritual y también de la belleza creada, promoviendo estilos de vida sostenibles); supera, por tanto, visiones funcionalistas y utilitaristas, excesivamente dependientes del mercado laboral y de las finanzas; pide el discernimiento de las situaciones de las personas y sus circunstancias y promueve la fraternidad entre los pueblos

Para educar en la relación entre fe, cultura y vida, en colaboración con las familias (los padres y madres son los primeros educadores, y el Estado debe respetar el principio de subsidiaridad), es necesario el testimonio cristiano de los profesores, así como su formación permanente en sus distintos aspectos (científico, pedagógico, cultural y espiritual).

Desde el punto de vista de las instituciones educativas (hoy se requiere una mayor generosidad y altura de miras, al servicio de la sociedad y de la misión cristiana), se pide crecer en colaboración entre los distintos carismas educativos, con creatividad y espíritu de servicio, incluyendo el discernimiento de la tecnología, y dando la primacía a la maduración de la persona. En síntesis: calidad (en la planificación pedagógica, en la formación de los docentes y en la gobernanza) y valentía (para garantizar el acceso a los más pobres y apoyar a las familias frágiles).

Propone retomar (y ampliar) las prioridades del “Pacto Educativo Global” que lanzó el Papa Francisco, ampliando los 7 objetivos con otros tres, referentes a la vida interior, la digitalidad humana y la educación para la paz.

Los objetivos del Pacto Educativo Global

"Sus siete caminos siguen siendo nuestra base: poner a la persona en el centro; escuchar a los niños y jóvenes; promover la dignidad y la plena participación de las mujeres; reconocer a la familia como primera educadora; abrirse a la acogida y la inclusión; renovar la economía y la política al servicio del ser humano; cuidar la casa común" (10.1)

"A las siete vías añado tres prioridades. La primera se refiere a la vida interior: los jóvenes piden profundidad; necesitan espacios de silencio, discernimiento, diálogo con la conciencia y con Dios. La segunda se refiere a lo digital humano: formemos en el uso sabio de las tecnologías y la IA, colocando a la persona antes que el algoritmo y armonizando las inteligencias técnica, emocional, social, espiritual y ecológica. La tercera se refiere a la paz desarmada y desarmante: educamos en lenguajes no violentos, en la reconciliación, en puentes y no en muros" (10.3).


domingo, 26 de octubre de 2025

Sinodalidad y esperanza



El jubileo de los equipos sinodales y organismos de participación ha convocado a los representantes de la implementación de la sinodalidad en los distintos continentes y grandes regiones donde la Iglesia camina en el mundo. El sábado 25 de octubre León XIV mantuvo un encuentro con estos equipos sinodales. Intervino un representante de cada continente o gran región del mundo y cada uno formuló una pregunta al Papa. A continuación el Papa fue respondiendo a cada pregunta en el marco de las orientaciones que consideró conveniente. El encuentro, transmitido en directo, fue muy ilustrativo del camino que se está recorriendo tras el Documento final del sínodo culminado en 2024, con evidentes diferencias de acentos y sensibilidades, pero con un común deseo de unidad para la misión, en torno al sucesor de Pedro y a los obispos.

El domingo 26 la homilía de León XIV fue particularmente representativa de las enseñanzas de su pontificado al menos hasta ahora. Desarrolló el sentido de la sinodalidad a partir de la humildad, como pedía el Evangelio del día (parábola del fariseo y del publicano).


El camino sinodal en África, Oceanía, Norteamérica y Oriente Medio

En el encuentro del sabado día 25, el representante de África expuso el intenso trabajo que está teniendo lugar en ese continente en lo que se refiere a la formación y acompañamiento para la participación en la sinodalidad, con un particular sentido de familia y en apertura al diálogo interreligioso y al logro de la paz. Preguntó cómo puede la Iglesia seguir ayudando en esta línea, respetando los principios de la sinodalidad.

(Como no existe publicado ningún texto del encuentro, ni lo que dijeron los que intervinieron ni lo que dijo el Papa será aquí recogido de modo literal).

León XIV respondió subrayando que la primera mision es anunciar a Cristo y a la vez tender puentes de diálogo con las culturas y las religiones, concretamente el Islam, y promover la paz, contando con los jóvenes y las. familias. La sinodalidad –señaló– no es una campaña, ni impone un único modelo para todos los lugares, sino que es un modo de ser que promueve una actiud fundamental de escucha.

La representante de Oceanía manifestó el interés, en su continente, por mejorar la formación, el discernimiento y la participación, avanzando en unidad y diversidad (de culturas y de ritmos, de modelos de trabajo y alcance de la inclusión). Preguntó si el papel de las agrupaciones de Iglesias (conferencias episcopales, provincias eclesiásticas, conferencias continentales, etc.) seguirá creciendo como expresión de comunión en la Iglesia.

Leon XIV contestó afirmativamente. Puso el ejemplo del dialogo en torno a temas importantes y comunes en torno a la pobreza, la injusticia, el cambio climático, etc., como impulsó el Papa Francisco especialmente desde la encíclica Laudato si’: es un signo de la respuesta de la Iglesia y de todos nosotros, que debemos ser valientes y levantar nuestra voz para mejorar el mundo.

A continuación, el representante de Canadá y Estados Unidos expuso el contexto del continente norteamericano, donde se desean desarrollar estructuras de comunicación eclesial particularmente con México y el mundo latino; también la necesidad de la formación de todos para avanzar con confianza en el camino sinodal, mediante la conversión. Preguntó cómo superar los miedos, por parte de algunos pastores, de que la sinodalidad disminuya la autoridad en la Iglesia y cómo promover mejor la confianza y la responsabilidad en la misión.

León XIV respondió animando a la escucha y al diálogo, a pesar de las diferencias de ritmos y escala de avance que observamos en los distintos continentes. Respecto a la pregunta concreta contestó que a menudo las resistencias vienen por miedo o por falta de conocimiento o de comprensión. Es necesario dar importancia a la formación a todos los niveles, y a la escucha con paciencia. Hemos de encontrar modos concretos para discernir cómo superar esas resistencias. Y –lo que va de acuerdo con la cultura americana–, conviene desarrollar las estructuras diocesanas, para que sean más inclusivas.

Llegó el turno del Oriente Medio (esperan al Papa en Líbano). Su representante expuso las iniciativas que han tenido lugar en esa zona, acerca de la formación sobre la sinodalidad y el método de la conversación en el Espíritu, poniéndolo en el centro de la formación permanente (para obispos, sacerdotes y agentes pastorales, escuelas y universidades católicas) y desarrollando los principales aspectos de la misión. La cuestión aquí –dijo– es seguir testimoniando la misión en la tierra natal de Jesús, para vencer el odio y la violencia con el amor y el perdón.

La pregunta fue cuáles son, para avanzar en ese camino, los cambios urgentes y las conversiones fundamentales que necesitamos promover, comenzando a nivel parroquial, diocesano, etc., así como en todas las demás comunidades y estructuras eclesiales.

El Papa consideró que Oriente Medio es especialmente un lugar que requiere ser cuidado con signos de esperanza, contando con el entusiasmo de tantos cristianos. Hay que entender las muchas diferencias que existen entre las Iglesias latinas, orientales, etc., de ahí la necesidad del respeto y escucha recíproca. La formación a todos los niveles –insistió– forma parte de la respuesta, para participar en el camino de la Iglesia a partir de la oración y de la vida espiritual, individual y comunitaria: “rezar mucho”, dijo, para poder discernir cómo ser testigos del Señor y promotores de la reconciliación y la paz entre los pueblos. 


América Latina y el Caribe, Europa y Asia

Tras un breve descanso animado por música, siguió el encuentro con la intervención del representante de América Latina y el Caribe. Tras enumerar las principales iniciativas que se vienen impulsando desde hace tiempo, ya desde antes del Sínodo, destacó el camino que condujo a celebrar la primera Asamblea Eclesial. El CELAM (que viene trabajando en esta línea desde el Concilio Vaticano II y ha llevado adelante con fruto las distintas Conferencias a nivel del “continente” latinoamericano) ha seguido promoviendo, a través de múltiples encuentros y publicaciones, la sensibilidad y la participación sinodal.

La pregunta esta vez es cómo promover, desde el proceso de la sinodalidad, en nuestras sociedades, la justicia, la inclusión y la paz.

Al responder a esa pregunta, tras agradecer tantas cosas que todos hemos aprendido de América Latina, el Papa precisó que él se sentía inspirado no tanto por un “proceso” sino por “las personas que vivan entusiasmo en la fe”. Señaló la importancia de la conversión, de una auténtica espiritualidad que arranca de la escucha del Espíritu Santo y la comparte con otros para ser discípulos misioneros fieles en el camino, constructores de paz y de comunión

La representante del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, abordó la crisis de nuestras sociedades secularizadas. Sabemos –explicó– que hay situaciones muy diferentes y es necesario conocerse mejor y superar las imágenes distorsionadas que podemos tener, con muchas riquezas espirituales como hay, concretamente, en las relaciones con las Iglesias ortodoxas. Subrayó la necesidad de participación de las mujeres, que en algunos lugares se encuentra con miedos, resistencias o escepticismo. En el espacio de langua alemana se han generado formas sofisticadas de participación laical. Con todo, la sinodalidad en Europa sigue siendo un acto de valentía y de confianza, para hacer de la Iglesia un lugar de esperanza. La pregunta sería qué esperanzas pueden alimentar las mujeres en el contexto sinodal y si hay lugar real para igualdad entre hombres y mujeres en la Iglesia.

El Papa relató algunas experiencias personales en las que subrayó los muchos dones que las mujeres pueden ofrecer en la vida familiar y parroquial y también las comunidades religiosas. Dijo que dejando de lado los temas más difíciles que se siguen estudiando, el problema son los obstáculos culturales, porque no todos quieren impedir el papel de las mujeres. Pero hay culturas donde la mujer sufre como si fuera una ciudadana de segunda, y por eso hemos de promover juntos los derechos de todos y de todas, cada uno en base a su vocación. La realidad es que culturalmente no todos los países están al nivel de Europa o Estados Unidos, y por eso no podemos suponer que las mujeres son respetadas. Lamentablemente la fe está más impregnada por la cultura y menos por los valores evangélicos. Y todos nosotros debemos ser una fuerza y una inspiración para que se reflexione sobre las diferencias existentes no solo entre hombre y mujer, sino también entre clases y rangos sociales, y a veces nos sentimos impotentes ante esto. Así que queda mucho por hacer, esperando que poco a poco puedan darse cambios en estas culturas, para que se puedan respetar y valorar los carismas de cada persona.

Llegó finalmente el turno de Asia, con su pluralismo religioso y complejidad sociocultural, tal como puso de relieve el representante de la Federación de las conferencias episcopales en Asia. Tras señalar en puntos concretos el impacto positivo de la sinodalidad y los muchos desafíos que se han detectado hasta ahora en ese continente, preguntó qué mensaje deseaba compartir el Papa para favorecer la conversión sinodal.

El Papa agradeció, como en las intervenciones anteriores, los trabajos, las aportaciones y observaciones. Destacó que el diálogo es esencial para una convivencia pacífica. En general, excepto Filipinas, los cristianos están en minoria y les resulta difícil vivir la fe. A favor juega el sentido del misterio y de lo sagrado como parte de muchas religiones de Asia, que facilita el diálogo interreligioso (no solo en Asia). Por ello cuando hablamos del “Espíritu” de la sinodalidad o del conversión en el Espíritu, hay un elemento contemplativo que podemos aprender de Asia y del Oriente. Los muchos desafíos los tenemos que integrar en una visión más grande, también aspirando a una mayor justicia e igualdad, y compartir lo que unas Iglesias tienen para otras. 


La Iglesia: un pueblo de hijos amados

La homilía de León XIV el domingo 26 de octubre, puso el broche de oro al “jubileo de la sinodalidad”. Para exponer su contenido puede hacerse en los siguientes puntos.

1. Esta celebración del jubileo con los equipos sinodales y los órganos de participación, dijo el Papa, “nos invita a contemplar y a redescubrir el misterio de la Iglesia, que no es una simple institución religiosa ni se identifica con las jerarquías o con sus estructuras”. Pues la Iglesia, como ha recordado el Concilio Vaticano II, es “el signo visible de la unión entre Dios y los hombres, de su proyecto de reunirnos a todos en una única familia de hermanos y hermanas y de hacer de nosotros su pueblo, un pueblo de hijos amados, todos unidos en el único abrazo de su amor” (la Iglesia como “sacramento”, y como pueblo y familia de Dios Padre).

Sobre ese trasfondo se entiende el significado de los equipos sinodales y órganos de participación: “Estas estructuras expresan lo que ocurre en la Iglesia, donde las relaciones no responden a las lógicas del poder sino a las (lógicas) del amor”. Las lógicas de poder son lógicas “mundanas”, mientras que las lógicas del amor ponen por delante “la vida espiritual, que nos hace descubrir que todos somos hijos de Dios, hermanos entre nosotros, llamados a servirnos los unos a los otros”.

Por tanto, lo primero es el amor: “La regla suprema en la Iglesia es el amor. Nadie está llamado a mandar, todos lo son a servir; nadie debe imponer las propias ideas, todos deben escucharse recíprocamente; sin excluir a nadie, todos estamos llamados a participar; ninguno posee la verdad toda entera, todos la debemos buscar con humildad, y juntos”.


Caminar “juntos”

2. Ser sinodales es “caminar juntos”. Esto significa lo que recoge León XIV tomándolo del Papa Francisco: ”Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios” (Mensaje de Cuaresma, 25-II-2025).

El fariseo y el publicano caminaban, pero no juntos. Estaban divididos y entre ellos no había ninguna comunicación. Uno ocupaba el primer lugar en el templo y el otro el último. “Ambos rezan al Padre, pero sin ser hermanos y sin compartir nada”. La actitud del fariseo es completamente egocéntrica: solo quería mirarse, justificarse y alabarse a sí mismo y menospreciar al otro.

Esta actitud, señala el Papa, puede darse también en la comunidad cristiana: “Sucede cuando el yo prevalece sobre el nosotros, generando personalismos que impiden relaciones auténticas y fraternas; cuando la pretensión de ser mejor que los demás, como hace el fariseo con el publicano, crea división y transforma la comunidad en un lugar crítico y excluyente; cuando se aprovecha del propio cargo para ejercitar el poder y ocupar espacios”.

El publicano, en cambio, destaca por la humildad: “En la Iglesia nos debemos reconocer todos necesitados de Dios y necesitados los unos de los otros, ejercitándonos en el amor mutuo, en la escucha recíproca, en la alegría de caminar juntos”. Sabiendo, como dice San Clemente de Roma, que ‘Cristo está con los que son humildes de corazón y no con los que se exaltan a sí mismos por encima de la grey’ (Carta a los corintios, c. XVI).


Ensanchar el espacio: colegial y acogedor

3. Pues bien, observa el sucesor de Pedro: los equipos sinodales y órganos de participación son imágenes de la Iglesia que vive en la comunión; que es invitada a la escucha y el diálogo, la fraternidad y la parresía. Y “en la Iglesia, antes de cualquier diferencia, estamos llamados a caminar juntos en busca de Dios, para revestirnos de los sentimientos de Cristo; ayúdennos a ensanchar el espacio eclesial para que este sea colegial y acogedor”.

¿Con qué finalidad? Concreta el Papa Prevost: “Esto nos ayudará a afrontar con confianza y con espíritu renovado las tensiones que atraviesan la vida de la Iglesia –entre unidad y diversidad, tradición y novedad, autoridad y participación–, dejando que el Espíritu las transforme, para que no se conviertan en contraposiciones ideológicas y polarizaciones dañinas”. Y precisa: “No se trata de resolverlas reduciendo unas a otras, sino dejar que sean fecundadas por el Espíritu, para que se armonicen y orienten hacia un discernimiento común”.


Confianza, humildad, discernimiento

4. A este propósito, el Papa señala algunas virtudes y actitudes fundamentales, necesarias para el discernimiento sinodal, con referencia al Documento final del sínodo: “libertad interior, humildad, oración, confianza mutua, apertura a las novedades y abandono a la voluntad de Dios”. (Sin duda son actitudes que forman parte de los “sentimientos" de Cristo). También se especifica ahí que el discernimiento eclesial “no es nunca la afirmación de un punto de vista personal o de grupo, ni se resuelve en la simple suma de opiniones individuales’ (Documento final, 2024, n. 82).

Y añade León XIV: “Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto”.

Este es el horizonte de la sinodalidad, y vale la pena citar el párrafo por entero: “Debemos soñar y construir una Iglesia humilde. Un Iglesia que no se mantiene erguida como el fariseo, triunfante y llena de sí misma, sino que se abaja para lavar los pies de la humanidad; una Iglesia que no juzga como hace el fariseo con el publicano, sino que se convierte en un lugar acogedor para todos y para cada uno; una Iglesia que no se cierra en sí misma, sino que permanece a la escucha de Dios para poder, al mismo tiempo, escuchar a todos”.

Confianza, discernimiento y humildad: estas son las pistas que León XIV señala para la sinodalidad: “Comprometámonos a construir una Iglesia totalmente sinodal, totalmente ministerial, totalmente atraída por Cristo y por lo tanto dedicada al servicio del mundo”.

viernes, 10 de octubre de 2025

El amor a los pobres, exigencia de la vida cristiana

Ante la exhortación apostólica “Dilexi te” (4-X-2025) alguien podría preguntarse: ¿por qué ahora un documento sobre los pobres? ¿Qué tiene que ver eso con la santidad como meta de la vida cristiana? ¿No es lo más importante la oración y los sacramentos? O por otra parte ¿no sería suficiente con insistir en que el cristianismo implica un compromiso social? En definitiva, ¿qué lugar deben ocupar los pobres y los necesitados en la Iglesia y en la vida cristiana?

Lo cierto es que el Papa León XIV ha demostrado ser “integrador” de los diversos aspectos de la vida cristiana, buscador de la unidad y de la coherencia. Pero de ningún modo relativizador, sino al revés, incisivo y profundo, sabiendo mostrar las exigencias de la verdad cristiana, aunque, ciertamente no se puede hablar de todo al mismo tiempo.

La exhortación apostólica Dilexi te, “te he amado” es el primer documento largo de León XIV. En su título recoge palabras que Cristo dirige, en el libro del Apocalipsis (3, 9), a una comunidad cristiana poco relevante y expuesta al desprecio. El texto se centra en el amor hacia los pobres. Se trata de un aspecto de la fe y de la vida cristiana que ha ido cobrando progresivamente importancia en el magisterio de la Iglesia sobre todo a partir del Concilio Vaticano II (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2443-2449).

La presentación vincula el tema de este documento con la encíclica Dilexit nos (2024) del Papa Francisco sobre el amor divino y humano de Cristo, pues contemplar el amor de Cristo, en palabras de esa encíclica, “nos ayuda a prestar más atención al sufrimiento y a las carencias de los demás, nos hace fuertes para participar en su obra de liberación, como instrumentos para la difusión de su amor”.


El amor a los necesitados, camino de santificación

El Papa Prevost señala que el documento retoma un texto preparado por Francisco sobre los pobres y necesitados, “imaginando que Cristo se dirigiera a cada uno de ellos diciendo: no tienes poder ni fuerza, pero ‘yo te he amado’”. Declara compartir el deseo del Papa anterior “de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres” (3). Así queda enunciado el objetivo principal del documento: proponer este “camino de santificación” de fuerte raigambre evangélica: reconocer a Cristo en los necesitados para configurarse con Cristo, en lo que consiste la santidad.

miércoles, 1 de octubre de 2025

La Pascua de Jesús, fuente viva de esperanza

Icono de la Anástasis (Resurrección)

Dentro de la catequesis del Año Jubilar 2025, cuyo título es Jesucristo nuestra esperanza, León XIV ha dedicado las últimas semanas a la Pascua de Jesús. Es decir, a los acontecimientos que tuvieron lugar en torno a su pasión, muerte y resurrección.

¿Qué lugar ocupa en nuestra vida la entrega de Jesús por nosotros? ¿La consideramos como un hecho del pasado, sin conexión con nuestro presente y nuestro futuro? La fe cristiana nos asegura que se trata de algo central, lleno de implicaciones para nuestra vida personal, social y eclesial. 


Preparar el encuentro con Dios y con los demás

El primero de estos miércoles (cfr. Audiencia general, 6-VIII-2025)el Papa se centró en la palabra preparar. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?” (Mc 14, 12). En realidad, todo estaba preparado de antemano por Jesús: “La Pascua, que los discípulos deben preparar, está en realidad ya preparada en el corazón de Jesús”.

Al mismo tiempo, él pide a sus amigos que hagan su parte: “La gracia no elimina nuestra libertad, sino que la despierta. El don de Dios no anula nuestra responsabilidad, sino que la hace fecunda”.

Por tanto, tenemos, también nosotros, que preparar esa cena. No se trata solamente, advierte el sucesor de Pedro, de la liturgia o de la Eucaristía (que significa “acción de gracias”), sino de“nuestra disponibilidad para entrar en un gesto que nos supera”.

“La Eucaristía –observa León XIV– no se celebra solo en el altar, sino también en la vida cotidiana, donde es posible vivir todo como ofrenda y acción de gracias”.

De ahí la interpelación: “Podemos entonces preguntarnos: ¿qué espacios de mi vida necesito reordenar para que estén listos para acoger al Señor? ¿Qué significa para mí hoy ‘preparar’?”.

Algunas sugerencias: “Quizás renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto”.

Leer el texto completo (enlace a la web de "Omnes")


domingo, 7 de septiembre de 2025

Los fundamentos de la formación

Romano Guardini fue un gran pensador y educador. En su obra se esfuerza por señalar los fundamentos antropológicos y éticos de la formación en general, y también de la formación cristiana (*).

Entiende que lo propio de la tarea educativa, y por tanto de la ciencia pedagógica es ayudar en la dinámica humana del llegar a ser (o devenir). Y hacerlo desde la propia identidad y en relación con lo que no soy (todo lo que hay frente a mí: las personas, el mundo y sobre todo Dios), para convertirlo, poniendo en juego mi libertad, en contenido de mi vida. 

Hay por tanto "dos dialécticas" o dos tensiones en el hacerse vivo del hombre. Una primera, que tira desde la persona, y que consiste en que "la mismidad del individuo que se hace está tensada desde la propia posibilidad hacia la propia realidad". Es decir, un llegar a ser a partir de sí mismo. Y una segunda que tira desde la vida exterior, de modo que arrastra al individuo hacia la realidad que está frente a él: "Solo puedo realizarme vivamente a mi mismo si voy más allá de mí mismo hacia lo que no soy, hacia el ser frente a mí: hacia las cosas, hacia las personas, hacia las ideas, hacia las obras y tareas". 

Pues bien, afirma Guardini: “En esta doble dialéctica y en sus direcciones de movimiento, se basa todo el impulso formativo”. Se trata de fomentar el “tránsito de lo viviente posible a lo viviente real”. La formación debe ayudar a que la persona se sitúe de modo dinámico y realista, y vaya madurando entre esas dos tensiones.

Crítica este autor tres concepciones insuficientes de la formación, que han atravesado la historia humana, pero son insuficientes de por sí: 1) el centrarse en el puro conocimiento (pues este no garantiza la sabiduría, y tiende a abandonar la vida real); 2) el buscar la pura ética o el valor moral (lo que es empobrecedor porque inhibe la plenitud humana y cultural); 3) el fomentar solo la plenitud natural, biológica y estética (lo que pude caer en lo infrahumano). 

A estas concepciones y a otras de tipo social, económico o político les falta, según Guardini, lo específicamente pedagógico. Pues, como en otros seres, lo propio del hombre es la configuración de su propio ser, la forma que le corresponde. Y lo demás está incluido en esto.


Dos dimensiones y dos “pedagogías”: identidad y servicio

En esta estructura propia de la persona humana, destaca Guardini dos dimensiones o componentes, que se corresponden respectivamente con las dos dialécticas señaladas más arriba: el elemento inmanente (que le lleva a perfeccionarse a sí misma desde sus propias estructuras) y el elemento trascendente (que le lleva a perfeccionarse saliendo de sí misma hacia el mundo exterior y hacia Dios).

El elemento imanente, a su vez, está constituido por la tensión entre dos polos: la forma humana esencial y la plenitud o movimiento existencial.

La forma humana contiene tanto lo biológico y lo psíquico como lo espiritual: la conciencia, la libertad, la iniciativa, la decisión y la acción; y está abierta a los demás, al mundo y a Dios. La plenitud de esta forma está en la vida de la gracia, que le otorga una semejanza con el ser divino. Para Guardini la forma del hombre constituye el primer fundamento de lo pedagógico.

Pero no debe entenderse esta “forma” según un canon abstracto, una norma universal establecida a priori, y en todo caso separada de las situaciones concretas en que se encuentra la persona. Si se entendiera así, una pedagogía centrada en la forma humana destruiría la auténticamente humano, e incluso podría hacer de esa idea o valor abstracto algo así como un dios.

Tampoco cabe suprimir la forma y quedarse solo con las situaciones concretas, en una perspectiva “actualista” (lo propio humano sería simplemente enfrentarse sucesivamente con las acciones aisladas) o existencialista; pues esto no tiene en cuenta que la persona pide una continuidad en el ser y en el hacer; y también esto puede llevar a un sentido trágico de la existencia.

Precisamente lo propio de la pedagogía es comprender y trabajar ayudando a la persona a situarse en la intersección entre esos dos polos: forma y movimiento, identidad (abierta a la libertad) y desarrollo (siempre desde la posesión de sí misma, mediante el encuentro, el diálogo, la amistad, el trabajo, etc). Subraya Guardini que la formación (la ayuda para lograr a llegar a la plenitud de la forma) no debe dirigirse a configurar la persona según una forma subjetivista o egocéntrica, sino abierta a lo “objetivo”, es decir,  a la relación y comunión con los demás, con Dios y con el mundo. Y con ello tenemos el elemento trascendente de la pedagogía.

Por eso la “pedagogía de la identidad” debe ir unida a una "pedaogía del servicio" que comienza por la aceptación de sí mismo, de las personas y de las cosas no como uno las considere o valore subjetivamente, sino en sí mismas (según sus leyes y valores reales y objetivos); y continúa por el servicio a las necesidades, peticiones y valores del “objeto”, constituido por la realidad que no es ella misma.


Riesgos o límites de estas “pedagogías”

Tambien cada una de esas “pedagogías” tiene sus riesgos o límites. La pedagogía de la inmanencia o de la identidad “tiene el peligro de empobrecer a la persona, encerrarla en sí misma. Por eso necesita como contrapartida la otra pedagogía de la aceptación y del servicio . Y así podrá desarrollar las “virtudes del carácter”: disciplina, diligencia, fidelidad, responsabilidad, fiabilidad, justicia, sensatez y mesura; y más de fondo, el auténtico hacerse a sí mismo, que solo puede realizarse por la auténtica entrega al "tú".

En cuanto a la pedagogía de la trascendencia o del servicio, tiene el límite relacionado con el orden que me impida caer en el caos, al relacionarme con las cosas, perjudicando mi identidad. Esto se puede resolver teniendo en cuenta el contrapunto de la otra dimensión: la pedagogía de la identidad constituida por el juego entre forma y movimiento o plenitud.


Orden, decisiones, discernimiento

En definitiva, para Guardini, los tres puntos de vista descritos (la forma, el movimiento y el servicio) expresan tres estructuras y posibilidades de la pedagogía que no pueden separarse porque se complementan necesariamente. La elección del orden que deben guardar en el acto pedagógico concreto puede variar, y depende de las decisiones del sujeto (de la persona o del educador) en las situaciones particulares, en determinadas temporadas, o en la relación con la vida en su conjunto. (De ahí la importancia, podríamos decir por nuestra parte, del discernimiento educativo en el educador y de que este enseñe a la persona a discernir a la hora de su actuar).

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(*) Hay sustancial acuerdo en que el ensayo del autor más acabado sobre este tema es “Fundamentación de la teoría de la formación”. Ver la traducción al castellano de Sergio Sánchez Migallón con el estudio introductorio de Rafael Fayos Febrer, Romano Guardini, Fundamentación de la teoría de la formación, Eunsa, Pamplona 2020.
         Entre la abundante bibliografía sobre su pensamiento y su actualidad, cabe citar la breve introducción de A. López Quintás, “La revitalización de un gran maestro”, en Humanitas 9 (2004) n. 34, 278-285.

martes, 2 de septiembre de 2025

Dejarse curar por Jesús


¿Por qué necesitamos dejarnos curar y contribuir a curar a los demás? Porque somos vulnerables. Sólo quien carece de experiencia o de conocimiento de sí mismo y de los otros puede desconocer esta necesidad.

Dentro del ciclo de catequesis correspondiente al Jubileo 2025 (“Jesucristo nuestra esperanza”), León XIV ha culminado, en el medio del verano, el itinerario de la vida publica de Jesús (encuentros, parábolas y curaciones), dedicando cuatro miércoles a las curaciones: Bartimeo, el paralítico de la piscina, la hemorroísa y la hija de Jairo, el sordomudo.


Bartimeo: levantarse ante Jesús que pasa y llama

En su camino a Jerusalén, Jesús se encuentra con Bartimeo, un ciego y mendigoo (cf. Audiencia general, 11-VI-2025). Su nombre significa hijo de Timeo, pero también hijo del homor o de la admiración Y ello nos sugiere que “Bartimeo –por su dramática situación, su soledad y su actitud inmóvil, como observa san Agustín– no consigue vivir lo que está llamado a ser”.

Sentado al borde del camino, Bartimeo necesita que alguien lo levante y lo ayude a salir de su situación y seguir caminando. Y para ello hace lo que sabe hacer: pedir y gritar. Es una lección para nosotros. “Si realmente deseas algo –nos propone el Papa–, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!”

De hecho, el grito de Bartimeo, “¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!” (Mc 10, 47)– se ha convertido en una oración muy conocida en la tradición oriental, que también nosotros podemos utilizar: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy pecador”.

Bartimeo es ciego, pero, paradójicamente, ve mejor que los demás y reconoce quién es Jesús. Ante su grito, Jesús se detiene y lo llama; “porque –observa el sucesor de Pedro– no hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a Él”.

martes, 8 de julio de 2025

Las parábolas y los movimientos eclesiales





Van Gogh, El sembrador al atardecer, 1888

¿Qué tienen en común las parábolas del Evangelio con los movimientos eclesiales? Pues que en ambos casos actúa el Espíritu Santo, para fomentar la conversión personal y la misión de la Iglesia.

¿Hasta qué punto nos dejamos sorprender por la predicación de Jesús en los Evangelios? ¿Somos conscientes del impulso que el Espíritu Santo está imprimiendo a la Iglesia a través de los movimientos eclesiales? Son dos preguntas que pueden centrar algunas de las enseñanzas de León XIV en estas semanas.

La actividad magisterial del Papa continúa tomando fuerza e intensidad, atendiendo a las necesidades del Pueblo de Dios y de la sociedad civil, que no son pocas. De esta manera sigue pulsando los “primeros acordes” de su pontificado, que le invitan a prodigarse en su solicitud por todos. Y todo ello en el marco del año jubilar, que convoca en Roma a fieles católicos y otras personas de diversa condición, agrupados con frecuencia según los servicios que prestan a la Iglesia y al mundo.

Presentamos aquí sus tres catequesis sobre algunas parábolas de Jesús y los discursos que León XIV ha  dirigido a los movimientos eclesiales con motivo de su participación en el Jubileo.


Las parábolas nos interpelan

Jesús desea personalizar su mensaje y por ello sus enseñanzas tienen un carácter que hoy podríamos llamar antropológico o personalista, experiencial y a la vez interpelador, para cada uno de los que le escuchaban y también hoy para nosotros.

De hecho, observa León XIV que el término parábola viene del verbo griego ”paraballein”, que significa ”lanzar delante”: “La parábola me lanza delante una palabra que me provoca y me empuja a interrogarme”.

Al mismo tiempo, es interesante que el Papa se fije en ciertos aspectos siempre sorprendentes de los pasajes del Evangelio.

lunes, 2 de junio de 2025

León XIV: tras las huellas del Vaticano II

(Publicado en la web de "Omnes", 1-VI-2025)


 En pocas semanas hemos recibido ya muchas enseñanzas del nuevo Papa, León XIV. Los primeros días, sus palabras eran examinadas cuidadosamente por todos, para avizorar las claves y orientaciones de su pontificado.

¿Por dónde guiará a la Iglesia el nuevo pontífice?, queríamos saber. Pues bien, el mismo León XIV ha sido suficientemente explícito al respecto. A sus primeras palabras, desde la logia central del Vaticano el día de su elección, han seguido intervenciones clarificadoras.

Presentamos aquí esas primeras palabras, la homilía en la Misa con los cardenales y el discurso en el posterior encuentro con ellos y, finalmente, la homilía en el inicio del ministerio petrino.


Cristo resucitado trae la paz y la unidad

Como un eco de las de Cristo el día de su Resurrección, las palabras del nuevo Papa liberaron el aliento contenido de todos en la plaza del Vaticano (8-V-2022): “¡La paz esté con todos ustedes! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo del Cristo Resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, alcanzara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!”

No se trata de cualquier paz, sino de la paz de Cristo Resucitado: “una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante”, que proviene de Dios, quien nos ama a todos incondicionalmente.

Como Francisco, a quien el nuevo Papa evocó en su primera bendición a Roma y al mundo entero, también León XIV desea bendecir y asegurar al mundo la bendición de Dios y el amor de Dios, y su necesidad de seguir a Cristo:

El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayúdenos también ustedes, y ayúdense unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz. ¡Gracias al Papa Francisco!”.

Agradeció a los cardenales el haberle elegido y propuso “caminar (…) como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros”.

Declaró como hijo de san Agustín: “Con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”. Y añadió: “En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado”. Y saludó especialmente a la Iglesia en Roma, que debe ser misionera, constructora de puentes, con los brazos abiertos a todos, como la plaza de san Pedro.

A Roma ha llegado desde Chiclayo (Perú) donde estuvo ocho años como obispo y lo recuerda –y es recordado allí– con afecto: “donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”.

Expresó su deseo de caminar juntos, tanto en Chiclayo como en Roma. Con ello enlazó: “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cercana especialmente a los que sufren”.

Y terminó invocando a la Virgen de Pompeya, cuya advocación se celebraba ese día.

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miércoles, 21 de mayo de 2025

Del asombro a la coherencia

 (Actualidad de Nicea para la educación de la fe) *


Icono conmemorativo del primer Concilio de Nicea
(fuente: Wikipedia)

El 20 de mayo el mundo cristiano celebra los 1700 años del primer Concilio de Nicea, también primer concilio ecuménico. En él se declaró que Jesucristo es Dios (verdadero Dios y verdadero hombre), hijo eterno de Dios (homousios = de la misma naturaleza del Padre) y hecho hombre por nuestra salvación. La filiación divina de Jesús nos ha hecho hijos en Él y hermanos entre nosotros, especialmente los cristianos.

Esto ha tenido y sigue teniendo grandes consecuencias para la historia y la cultura, a través de la vida cristiana, como se apunta en el documento de la Comisión Teológica Internacional, “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador: 1700 años del Concilio Ecuménico de Nicea (325-2025)”. Nos limitamos aquí a señalar algunas implicaciones educativas de las conclusiones del texto (cf. nn 121-124).



Belleza, asombro

Ante todo, el camino de la belleza. Se dice que esta celebración “es una invitación apremiante para que la Iglesia redescubra el tesoro que se le ha confiado y aproveche para compartirlo con alegría, en un nuevo impulso, incluso en una ‘nueva etapa de evangelización’”, con palabras del Papa Francisco. Sin duda con implicaciones educativas.

Lo primero que propone es “dejarnos asombrar por la inmensidad de Cristo para que todos queden maravillados; reavivar el fuego de nuestro amor al Señor Jesús, para que todos puedan arder de amor por él. Nada ni nadie es más hermoso, más vivificante, más necesario que Él”, como ya dijo Dostoievski.

En efecto, ¿cómo es posible acostumbrarse a que Dios se haya unido, en Cristo, a la humanidad para llevarla a la plenitud de la vocación humana, y, además, de modo que nos ha hecho hijos amados y hermanos en la familia de Dios mediante el Espíritu Santo?

Y por eso: “Quienes han visto la gloria (doxa) de Cristo pueden cantarla y dejar que la doxología se convierta en anuncio generoso y fraterno, es decir, en kerigma”.

sábado, 17 de mayo de 2025

Contigo, todo comienza de nuevo



En la vigilia pascual pasada (celebrada por el cardenal Giovanni Baptista Re), la homilía del Papa Francisco considera el signo litúrgico de la llama que desde el cirio pascual, de manera discreta y humilde, termina iluminando todo.


Como un pequeño brote de luz

“La Pascua del Señor no es un evento espectacular con el que Dios se impone y obliga a creer en Él; no es una meta que Jesús alcanza por un camino fácil, esquivando el Calvario; y tampoco nosotros podemos vivirla de manera despreocupada y sin dudas interiores”. De hecho y por el contrario, “la Resurrección es como pequeños brotes de luz que se abren paso poco a poco, sin hacer ruido, a veces todavía amenazados por la noche y la incredulidad”.

El estilo de Dios, señala el obispo de Roma, no es resolverlo todo mágicamente. Por eso, ante la muerte y el mal, el egoísmo y la violencia, hemos de confiar en la esperanza de la Pascua, y llevarla a los demás “con nuestras palabras, con nuestros pequeños gestos cotidianos, con nuestras decisiones inspiradas en el Evangelio”. Así anunciamos la presencia de un nuevo comienzo, un “clarear en la oscuridad”, incluso ahí donde parece imposible.

“En Jesús Resucitado tenemos, en efecto, la certeza de que nuestra historia personal y el camino de la humanidad, aunque todavía inmersos en una noche donde las luces parecen débiles, están en las manos de Dios; y Él, en su gran amor, no nos dejará tambalear ni permitirá que el mal tenga la última palabra”.

Y concluye Francisco con una exhortación: “¡Hagámosle espacio a la luz del Resucitado! Y nos convertiremos en constructores de esperanza para el mundo”.


Buscarlo en la vida

Finalmente, en la homilía de la misa de resurrección (20 de abril), leída por el cardenal Angelo Comastri, Francisco nos animaba, en su última homilía, a buscar al Señor sin cansancio, siempre de nuevo, porque con Él comienza todo de nuevo. De hecho, en los relatos de la resurrección “todos los protagonistas corren”, quizá por la preocupación de que quizá se han llevado el cuerpo del Maestro, y sobre todo, “por el deseo, el impulso del corazón, la actitud interior de quien se pone en búsqueda de Jesús”.

En todo caso, no hay que buscarlo en el sepulcro, porque ya no está allí, sino en la vida. “Porque si ha resucitado de entre los muertos, entonces Él está presente en todas partes, habita entre nosotros, se esconde y se revela también hoy en las hermanas y los hermanos que encontramos en el camino, en las situaciones más anónimas e imprevisibles de nuestra vida. Él está vivo y permanece siempre con nosotros, llorando las lágrimas de quien sufre y multiplicando la belleza de la vida en los pequeños gestos de amor de cada uno de nosotros”.

“En Jesucristo lo tenemos todo”, decía Henri de Lubac. Jesús, señala Francisco, abre nuestra vida a la esperanza, y con Él se renueva nuestra vida. Y acaba pidiendo para todos nosotros el asombro de la fe pascual “porque contigo, Señor, todo es nuevo. Contigo, todo comienza de nuevo”. Así también hemos pedido que lo sea para el Papa Francisco. Descanse en la paz de Cristo y de su Madre.

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(*) Fragmento de un texto más amplio publicado en la revista "Omnes" (mayo del 2025) bajo el título "Hacer espacio a la luz". 

viernes, 16 de mayo de 2025

El camino evangelizador de Francisco

(publicado en la revista "Omnes", mayo de 2025)

El camino de Francisco, también en su magisterio doctrinal, ha sido un camino en cierto modo sorprendente –para quien lo sepa mirar con los ojos de la sencillez propia de la sabiduría–, como el de Cristo, y evangelizador. Aquí sugerimos las que pueden considerarse como principales luces de ese camino. Nos limitamos a sus encíclicas y exhortaciones apostólicas. 



La fe transforma porque abre al amor

La encíclica Lumen fidei (“La luz de la fe”, 2013) fue realizada, en cierto sentido,  como discreto broche, pero broche de oro, del pensamiento y doctrina del papa Ratzinger, que aparece con la colaboración y la firma de Francisco.

Presenta la fe cristiana como luz que hace vivir, porque en ella “se nos ha dado un gran Amor” que “nos transforma, ilumina el camino y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para poder recorrerlo con alegría” (n. 7)

La fe amplía el conocimiento de la verdad y trasnforma toda la persona. ¿Pero cómo lo hace? Sorprendentemente, afirma el texto: "La fe transforma toda la persona precisamente porque la fe se abre al amor” (n. 26), y así puede ayudar a ensanchar la razón. Y así, la fe cristiana, vivida realmente en la práctica, transforma la vida personal, familiar y social, la relación con la naturaleza y el sentido tanto de la alegría como del sufrimiento. 

viernes, 9 de mayo de 2025

Construir puentes




(Publicado por la Universidad de Navarra en su cuenta de Linkedin, el 9-V-2025)

En sus primeras palabras, León XIV ha anunciado y deseado la paz y la luz de Cristo.

Como proclamó el Concilio Vaticano II, Cristo es la "luz de las gentes" (Lumen gentium), el mediador de la salvación para todos y cada uno, el camino que Dios ha recorrido en lo que llamamos la “condescendencia” de Dios: su acercamiento para manifestarnos su misericordia.

"La humanidad –ha dicho el nuevo papa en referencia a Cristo– le necesita como puente para ser alcanzada por Dios y su amor". Cristo es "el Puente". Desde el 12 de diciembre de 2012, la cuenta de Twiter (después X) del papa es @pontifex. Pontífice significa hacedor o constructor de puentes.

A los discípulos de Cristo, León XIV les ha pedido ayuda e invitado para "construir puentes, mediante el diálogo y el encuentro, uniéndonos todos para ser un único pueblo, siempre en paz". 

El mundo necesita su luz

(Pubicado en Diario de Navarra, 9-V-2025)

En su homilía para la vigilia pascual (que leyó el cardenal Re), en vísperas del 20 de abril, el papa Francisco decía: “la Resurrección es como pequeños brotes de luz que se abren paso poco a poco, sin hacer ruido, a veces todavía amenazados por la noche y la incredulidad”.

Como la luz que brota del cirio pascual en esa noche, la luz de Cristo brota siempre de nuevo para el mundo con la elección de un nuevo papa.

León XIV lo ha dicho así desde el balcón de la Logia de las bendiciones, en la plaza de san Pedro del Vaticano este jueves 8 de mayo: “Cristo nos precede, el mundo necesita su luz. La humanidad le necesita como el puente para ser alcanzados por Dios y su amor”.

Con la luz de la Pascua nos ha llegado el nuevo pontífice, cuyo oficio tiene que ver con la construcción de puentes. Ha dedicado sus primeras palabras a la paz, a la unidad y a la misión evangelizadora de la Iglesia.

Ha saludado a los presentes y al mundo deseando la paz de Cristo. No cualquier paz sino “la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante”. Esa paz que “proviene de Dios, que nos ama a todos de manera incondicional”.

Junto con la paz, la unidad: “Todos estamos en manos de Dios, por lo tanto, sin miedo, todos unidos de la mano de Dios y entre nosotros, avancemos”. Podría verse como evocación de aquel “todos estamos en la misma barca” que dijo Francisco hace cinco años, en su célebre meditación durante la pandemia.

Nos ha emplazado a construir puentes “mediante el diálogo y el encuentro, para ser un único pueblo, siempre en paz”.

Y con la paz y la unidad, nos ha pedido ser fieles a Jesucristo: “Sin miedo para proclamar el Evangelio, para ser misioneros”.

Con este trinomio –paz, unidad, misión– el primer papa estadounidense, que ha gastado buena parte de sus años en el Perú –dedicó un afectuoso recuerdo a la que fue su diócesis en Chiclayo– se ha dirigido a los presentes, a los cristianos y al mundo. 

Poco antes se nos informaba que había elegido el nombre de León XIV.

Su predecesor León XIII ocupó la sede de Pedro durante veinticinco años, desde 1878 a 1903. Fue un papa de notable solidez teológica que no dudó en entablar diálogo con el mundo moderno para abrirle a la luz del Evangelio. Entre sus 85 encíclicas cabe destacar aquellas con las que alentó la renovación del tomismo (encíclica Aeterni Patris, 1879), puso las bases de la doctrina social de la Iglesia (encíclica Rerum novarum, 1891) e impulsó los estudios bíblicos (encíclica Providentissimus Deus, 1893).

El papa León XIV es agustino, doctor en Derecho canónico con una tesis sobre “el rol del prior local en la orden de san Agustín”. Ha sido misionero en el Perú durante muchos años y ha ocupado importantes cargos en su Orden. En los últimos años ha sido Prefecto de la Congregación para los obispos, por tanto, un estrecho colaborador del papa Francisco.

Bajo su liderazgo esperamos los cristianos seguir aportando luz al mundo, como también decía Francisco en su última homilía de la vigilia pascual, “con nuestras palabras, con nuestros pequeños gestos cotidianos, con nuestras decisiones inspiradas en el Evangelio”.

domingo, 27 de abril de 2025

Los mensajes de Francisco

 (Entrevista al autor de este blog, publicada en "Ecclesia", 21-IV-2025)




Francisco llegó a la silla de Pedro tras la renuncia de un gigante del pensamiento, como Benedicto XVI: ¿hasta qué punto este pontificado ha sido, en materia de escritos, una continuación de la doctrina de Benedicto XVI y qué ha aportado de nuevo?

Si por doctrina entendemos una explicación de la fe, diría que en lo sustancial hay continuidad, como no podría ser menos, tratándose de dos papas que, además, han ejercido su ministerio uno tras otro en nuestro tiempo. Lo sustancial del mensaje cristiano se puede expresar en el trinomio fe-sacramentos-amor. Los dos papas expresaron el mismo mensaje, si bien en un orden diverso de elementos, o con acentos o subrayados diferentes.

Por limitarnos ahora a las encíclicas, Benedicto XVI comenzó por el amor (Deus caritas est, 2005), que puede verse como fruto de la fe y de los sacramentos. Siguió con la esperanza (Spe salvi, 2007) y, por medio de una encíclica social, mostró las implicaciones sociales del mensaje cristiano (Caritas in veritate, 2009). Finalmente, proyectó una encíclica donde mostró la luz y la capacidad trasformadora de la fe cristiana (Lumen fidei, 2013), con la colaboración de Francisco y firmada por él. En su opinión, además, se trata de una encíclica que merecería ser más conocida, estudiada y valorada.

Francisco, tras ese texto «a cuatro manos» sobre la fe (Lumen fidei), publica su exhortación programática Evangelii gaudium (2013), sobre la alegría de evangelizar, es decir, de anunciar la fe cristiana. Luego, con un lenguaje de tipo antropológico y social, muestra las dimensiones cósmicas (Laudato si’, 2015) y humanas (Fratelli tutti, 2020) del mensaje cristiano. Y explicita el núcleo de ese mensaje, que es el amor de Dios, por así decir, condensado en el Corazón de Cristo (Dilexit nos, 2024).

No se trata, por tanto, de una mera continuación de la «doctrina» del papa anterior, sino, repito, de una profundización en ciertos aspectos y de un subrayado de otros. Se podría decir que, en general, la perspectiva de Francisco es más práctica —es decir, referida a la acción— que especulativa, pero no por ello carece de especulación, si bien lo está de modo distinto. La novedad no reside tanto en el qué, sino sobre todo en el cómo o la forma del mensaje.

En cuanto a esta forma, los escritos de los dos papas son bastante diferentes, como era de esperar por el carácter, la formación y la procedencia geográfica y cultural de cada uno. En perspectiva creyente habría que señalar, ante todo, la asistencia del Espíritu Santo para cada necesidad, y los carismas, en sentido teológico, de cada papa.

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sábado, 26 de abril de 2025

El abrazo de Bernini


(publicado en ABC, 22-IV-25)


El magisterio de Francisco es “revolucionario” porque va al centro del Evangelio, del mensaje cristiano. Y cuando alguien se acerca a ese centro descubre algo insólito: “Dios –señala el papa– es un maestro de las sorpresas. Siempre nos sorprende, siempre nos espera. Llegamos, y Él está esperando. Siempre. El Evangelio va acompañado de un sentido de asombro y novedad que tiene un nombre: Jesús” (Audiencia general, 25-I-2023).

El magisterio de Francisco recorre ese camino que es verdad profunda y vida plena (cf. Jn 14, 6). La vida cristiana consiste en acoger el amor de Dios manifestado en Cristo, y ese es el centro del mensaje cristiano.

El camino evangelizador de Francisco es un camino de alegría (exhortación Evangelii gaudium). Arranca de la fe (Lumen fidei), a hombros del gigante teológico que ha sido Benedicto XVI.

Como la columnata que construyó Bernini en la plaza de san Pedro del Vaticano, el mensaje del papa Bergoglio abre los brazos a todo lo creado y propone el cuidado de la tierra, junto con la atención a los más pobres (Laudato si’).

Su abrazo se concentra luego sobre los hombres y mujeres que pueblan el mundo, para recordarles que todos somos hermanos (Fratelli tutti). Y culmina invitando a participar de la caridad que brota del Corazón de Jesús (Dilexit nos). Vuelve así de nuevo a mostrar la fuente y la fuerza del camino cristiano. Veamos los jalones principales de este camino.
 

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jueves, 24 de abril de 2025

Testigos de misericordia y esperanza

 (Nuevo libro) 


R. Pellitero, Testigos de misericordia y esperanza. Las enseñanzas del papa Francisco para el siglo XXI. Prólogo del cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Educación y la Cultura, ed. San Pablo, Madrid 2025, 392 pp.

De la editorial:

La fe, la Iglesia, los sacramentos, la moral, la oración, la evangelización, la fraternidad o la familia… De estos temas, y de otros muchos, nos ha hablado el papa Francisco desde su elección en el año 2013, en su afán por transmitir la belleza del Evangelio. Lo ha hecho con palabras, y también con gestos cercanos y humildes, que han impresionado a creyentes y no creyentes. Ramiro Pellitero nos ofrece en este libro una síntesis estructurada de este imponente Magisterio, para, a partir de ahí, presentar una serie de reflexiones que nos permitan aplicar el mensaje papal en nuestro día a día, para vivir el Evangelio de forma activa y ser «testigos de misericordia y esperanza» en tiempos de incertidumbre.

Del Prólogo del cardenal Tolentino:

"La belleza del mensaje cristiano brilla (...) en las enseñanzas del Papa Francisco, y es posible apreciarlo a través de las líneas de este libro (...). El mensaje del Evangelio, cuyo centro es Cristo y la vida con Él, es un mensaje de belleza que colma de esperanza el corazón del hombre, y nosotros hemos de hacerle eco. Por ello, pienso que este libro, Testigos de misericordia y esperanza, puede ser una buena herramienta para esa tarea".

Índice

Abreviaturas
Prólogo, por el cardenal José Tolentino de Mendonça
Presentacion
Introducción: De Pedro a Francisco y vuelta
    De Roma al fin del mundo
    Custodiar y servir

I. Fe, esperanza y caridad: tres hermanas inseparables
    Tres hermanas que caminan juntas
    La fe, luz que hace vivir
    El amor y la misericordia
    Peregrinos de esperanza

II. La Iglesia, madre fecunda
    La Iglesia, familia de Dios
    La Iglesia es madre como María
    Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo
    Una, santa, católica y apostólica
    Comunión “de los santos en las cosas santas”
    La sinodalidad: Comunión “en camino”

III. La belleza de la liturgia y los sacramentos: nuestro encuentro con Cristo

    Necesidad de la formación litúrgica
    El Bautismo, nacimiento a una vida nueva
    La Confirmación, sacramento del testimonio
    La Eucaristía, sacramento del amor
    Los “sacramentos de curación” y de “servicio a la comunidad”

IV. La moral cristiana, respuesta al Dios amante
    Buscar a Cristo en el Decálogo
    Las bienaventuranzas: el camino para alcanzar la alegría
    Caminar y madurar en la libertad cristiana (carta a los Gálatas)
    El discernimiento del corazón

V. La oración, escuela del corazón, y la santidad

    Sobre el Padrenuestro
    La oración: puerta, escuela y fuente de misericordia
    La santidad, también en la “puerta de al lado”
    La santidad pasa por el Corazón de Jesús
    Con corazón de padre (san José)
    Confianza en Dios y misión cristiana (santa Teresa del Niño Jesús)

VI. La alegría de evangelizar

    Hacia una conversión evangelizadora
    Pasión por la evangelización
    Los “hechos evangelizadores” de los apóstoles
    Sobre la Palabra de Dios en la vida cristiana y en la evangelización

VII. Llegar a todos

    El camino del ecumenismo
    La dimensión misionera, programa y paradigma de la vida cristiana
    El diálogo interreligioso al servicio de la paz
    Teología de rodillas

VIII. Diálogo, fraternidad, cuidado
    La dimensión social del mensaje cristiano
    La “inclusión social de los pobres” a la luz del Evangelio
    Enfermos, ancianos, migrantes
    Hacia una cultura de la paz
    Fraternidad universal y amistad social
    El cuidado de la “casa común”

IX. Hacer del mundo una familia
    La alegría del amor en la familia
    Los jóvenes, la fe y la vida en plenitud
    Educación y “pacto educativo”
    La comunicación al servicio de la justicia y la solidaridad

Índice analítico
Índice onomástico

miércoles, 23 de abril de 2025

Tejedor de sueños



En El espíritu de la esperanza, recoge Byung-Chul Han la opinión de que los sueños despiertos se distinguen de los sueños nocturnos por tres características: llevan a actuar, implican a la esperanza activa; remiten al futuro, no al pasado, son un soñar hacia delante; tienen que ver con los demás y conducen a la acción para mejorar el mundo, mientras que el que duerme está ensimismado, en privado con sus tesoros.

(...)

El papa Francisco ha sido un soñador despierto. Ha vivido en rebeldía con el conformismo, en roce del corazón con la historia, en respuesta rápida ante “las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (Gaudium et spes, 1). Le caracterizaba este soñar despierto que, si son ciertas esas ponderaciones, corresponde a la enfermedad que lleva a gastarse y morir con las botas puestas, si así lo dispone la Providencia.

(Artículo de R. Pellitero, publicado por la Universidad de Navarra en Linkedin)

 Para leer más


jueves, 3 de abril de 2025

Artistas, voluntarios y vocaciones



¿Qué tienen en común los artistas, los voluntarios y las vocaciones eclesiales? Que buscan sin conformarse, que caminan sin cansarse, que son llamados a responder con algo o mucho de la propia vida.

Entre las enseñanzas que Francisco ha seguido proponiendo las pasadas semanas desde el hospital Gemelli, hemos seleccionado tres apelaciones a grupos de personas especialmente queridas por el Papa: los artistas, el voluntariado y las vocaciones.


Para leer más... Enlace a la web de Omnes.

sábado, 22 de marzo de 2025

Sobre el Obispo de Roma y la sinodalidad

¿Cómo debe entenderse y ejercerse el ministerio del Papa? Se trata de una cuestión central para la Iglesia católica, para sus relaciones con las otras Iglesias y comunidades cristianas, así como para el desarrollo de su misión evangelizadora.

Esto es lo que plantea el documento de estudio publicado por el Dicasterio para la Unidad de los cristianos con el título “El Obispo de Roma. Primacía y sinodalidad en los diálogos ecuménicos y respuestas a la enclíclica Ut unum sint” (13-VI-2024).

En esa encíclica, san Juan Pablo II invitaba en 1995 a replantear las formas en que el Papa pueda ejercer su ministerio, para que “pueda cumplir un servicio de fe y de amor” reconocido por todos los interesados (n. 95). Desde entonces, el ahora Diasterio y antes Pontificio Consejo para la Unidad de los cristianos ha venido ocupándose de recoger las respuestas a esa invitación, especialmente las surgidas en los diálogos teológicos del ecumenismo.

El subtítulo, “primacía y sinodalidad” indica no solo la circunstancia del proceso sínodal actualmente en marcha como referencia, sino y más profundamente el que la figura del primado y su ministerio se desea expresar en el marco de la sinodalidad de la Iglesia.

El texto responde también a lo que ha constatado el Papa Francisco: “Hoy el ministerio petrino no puede ser plenamente comprendido sin esta apertura al diálogo con todos los creyentes en Cristo” (Homilía en las vísperas de la Conversión de san Pablo, 25-I-2014).


Para leer más... (enlace al artículo de "Omnes", julio de 2024)

jueves, 13 de marzo de 2025

Comunicar y compartir la esperanza


¿Cuáles han sido el primer mensaje y el primer gran acontecimiento del Año Santo? El Papa los dedicó al mundo de la comunicación. Sucedió poco antes de su ingreso en el hospital...

Con motivo de este Jubileo, exhorta el sucesor de Pedro a los comunicadores:

“Cuenten también historias de esperanza, historias que alimenten la vida. Que su arte de contar historias (storytellling) sea también arte de contar historias de esperanza (hopetelling). Cuando cuenten el mal, dejen espacio para la posibilidad de remendar lo que está desgarrado, para que el dinamismo del bien pueda reparar lo que está roto. Siembren interrogantes”.


Enlace al artículo publicado en "Omnes", número de marzo n. 740, pp. 24-27. 



Jardinero de una nueva humanidad: Doce años con Francisco

Pocos días antes de cumplirse los doce años de su pontificado, Francisco ha agradecido a los voluntarios de todo el mundo “tantos pequeños gestos de servicio gratuito [que] hacen germinar brotes de una nueva humanidad; ese jardín que Dios ha soñado y que sigue soñando para todos nosotros”...

(Publicado en www.vidanuevadigital.com, 13-III-2025)

Enlace al artículo


domingo, 9 de marzo de 2025

Sinodalidad: Comunión "en camino"





Bonnell, D., Camino de Emaús, Weston Christian Church, Missouri


La palabra sinodalidad (del griego sinodo, camino juntos) puede tomarse en dos sentidos: sentido amplio o general de la sinodalidad como caminar juntos de la Iglesia en la historia; un sentido más estricto, correspondiente a las asambleas y procesos sinodales (que manifiestan esa sinodalidad general, si bien cabría decir que no son la única manera de manifestarla, puesto que la vida misma de los cristianos es una manifestación importante del caminar eclesial en el mundo).

Teniendo en cuenta esos sentidos puede entenderse que, como ha dicho el Papa Francisco, la sinodalidad es "dimensión constitutiva de la Iglesia" y también "marco interpretativo para comprender el sentido del ministerio jerárquico" (Discurso en el 50º aniversario de la institución del Sínodo de los obispos, 17-X-2015); pues, en efecto, la jerarquía existe en la Iglesia al servicio de todos los fieles y del conjunto de la misión salvífica de la Iglesia, en favor de las personas y del mundo.

En la constitución apostólica Episcopalis communio (2018), Francisco amplía el sínodo de los obispos de evento a proceso de participación.

Desde 2021 a 2024 tuvo lugar el sínodo sobre la sinodalidad, bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. En octubre de 2024 el Papa tuvo varias intervenciones, en las que subrayamos algunos aspectos.


Responsabilidad, humildad y comunión

Las reuniones de ese mes fueron precedidas de un retiro que tuvo un carácter penitencial. Al culminar el retiro el Papa se preguntó: “¿Cómo podemos ser creíbles en la misión si no reconocemos nuestros errores y no nos inclinamos a curar las heridas que hemos causado con nuestros pecados?” (Reflexión, 1-X-2024). E invitó a interrogarse sobre nuestras responsabilidades a la hora de detener el mal con el bien.

Al día siguiente (2-X-2024), celebró la Misa de inauguración en la memoria de los santos Ángeles custodios. En su homilía Francisco exhortó a escuchar las voces, ante todo de Dios y también las de los demás: “Se trata, con la ayuda del Espíritu Santo, de escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”, con la ayuda del Señor y de sus ángeles, y con la actitud humilde de los niños, mirando la realidad de nuestro mundo al que queremos servir.

Luego, durante la primera congregación general, tuvo lugar un discurso donde el Papa se centró, de modo más específico, en la sinodalidad. La asamblea sinodal es guiada por el Espíritu Santo. “El proceso sinodal –señaló– es también un proceso de aprendizaje, durante el cual la Iglesia aprende a conocerse mejor a sí misma y a individuar las formas de acción pastoral más adecuadas para la misión que su Señor le confía”. Por eso el ministerio episcopal no puede vivir su servicio sino en y con el Pueblo de Dios. Y esto debe evitar dos peligros: “el primero la abstracción que olvida la fértil concreción de los lugares y de las relaciones, y el valor de cada persona; el segundo peligro es el de romper la comunión contraponiendo jerarquía a fieles laicos” (Discurso durante la primera congregación general del sínodo, 2-X-2024).

Nueve días después, durante la vigilia ecuménica que tuvo lugar en el marco del sínodo, Francisco pronunció una homilía donde reafirmó que “El camino de la sinodalidad […] debe ser ecuménico, así como el camino ecuménico es sinodal”. Y añadió: . “La unión entre los cristianos crece y madura en la común peregrinación ‘al ritmo de Dios’, como los peregrinos de Emaús acompañados por Jesús resucitado” (Homilía, 11-X-2024). Nuestra unidad es gracia (don de Dios), es armonía (buscada por el Espíritu Santo) y es para llevar adelante la misión de la Iglesia.

El 26 de octubre, una vez asumido y firmado por Francisco el Documento final como fruto de los trabajos sinodales (lo que estaba previsto, aunque no es habitual después de los sínodos, sino que el Papa suele elaborar una exhortación postsinodal), el sucesor de Pedro tuvo también un saludo final. Ahí consideró que este documento es un triple regalo: para el Obispo de Roma, para todo el Pueblo de Dios y para el mundo, de modo que ayude a promover la paz como fruto de la escucha, del diálogo y de la reconciliación.

En la homilía de la Misa de conclusión del sínodo aludió a la escena del ciego Bartimeo, al que el Señor llama para que le siga por el camino: “Esta es una imagen de la Iglesia sinodal: el Señor nos llama, nos levanta cuando estamos sentados por tierra o caídos, nos hace recobrar una vista nueva, para que, a la luz del Evangelio, podamos ver las inquietudes y los sufrimientos del mundo” (Homilía 27-X-2024).


Los fundamentos de la sinodalidad

El Documento final del sínodo de la sinodalidad, en octubre de 2024, pertenece al magisterio ordinario del Papa. Viene precedido de una nota escrita por Francisco. En ella señala que este documento “no es estrictamente normativo” y “su aplicación necesitará de diversas mediaciones”. Pero sí “compromete a las Iglesias a tomar decisiones coherentes con lo que en él se indica”, a través de procesos de discernimiento que requieren su tiempo.

A la hora de ponerlo en práctica, añade, a veces bastará con hacer lo que está ya previsto en el derecho vigente. En otros casos habrá que poner en marcha nuevas formas de ministerialidad y de acción misionera

El Documento en sí consta de una introducción, cinco partes y una conclusión.

La introducción se enmarca en la enseñanza del Concilio Vaticano II acerca de “la Iglesia como Misterio y Pueblo de Dios, llamado a la santidad a través de una continua conversión que viene de la escucha del Evangelio” (n. 5).

En sus cinco partes el documento expone sucesivamente: los fundamentos de la sinodalidad (I); la necesaria conversión de las relaciones (II); la práctica de la sinodalidad (III); los desarrollos y vínculos que surgen en ella (IV); y, finalmente, la necesidad de la formación (V). La conclusión subraya la misión de la Iglesia como testimonio, en el mundo, del amor salvador de Dios.

Desgranamos ahora, finalmente, solo la primera parte (fundamentos). Su itinerario aparece distribuido en seis apartados:

1) La Iglesia, Pueblo de Dios, como sacramento de unidad y como forma que la Iglesia-misterio de la comunión adquiere durante la historia (cf. nn. 15-20). Aquí es importante notar el orden de presentación de las cuestiones. La Iglesia es primero (por su ser) Misterio de comunión con Dios; segundo, durante la historia es Pueblo de Dios y “sacramento” (signo e instrumento) de esa comunión.

2) La “sacramentalidad” del Pueblo de Dios, sobre la base de la fe, los sacramentos y la participación del “triple oficio” de Cristo (profeta, sacerdote y rey), especialmente el munus profético (cf. nn. 21-27). Cabe notar que esto tiene que ver con la estructura de la Iglesia, si bien podrían integrarse más los carismas.

3) Significado y dimensiones de la sinodalidad. Es decir, cómo se denomina y se organiza la sinodalidad: aspectos terminológicos y estructurales (cf. nn. 28-33). Un tema interesante sería desarrollar la relación entre sinodalidad y vida ordinaria de los fieles.

4) La unidad como armonía. El Pueblo de Dios no es uniforme sino plural, uno y diverso, y vive en los pueblos y culturas de la tierra (cf. nn. 34-42). Esto también podría desplegarse mostrando la relación entre los aspectos institucionales (que destacan en la sinodalidad considerada en sentido más estricto), y los carismáticos y familiares en la Iglesia.

5) La espiritualidad sinodal. Aquí se subraya la traducción existencial y espiritual de la sinodalidad, en la vida cristiana y en la Iglesia, como consecuencia de la acción del Espíritu Santo (nn. 43-46).

6) Sinodalidad como profecía social: es decir, implicaciones o consecuencias sociales y culturales –vinculadas al munus regale o de servicio (nn. 47-48)– de la sinodalidad: testimonio, desafío ante el individualismo y comunitarismo exagerado, atención preferencial a los más débiles y ecología integral. Este apartado está abierto a explicar esa relación de la sinodalidad con el testimonio cristiano, para contrarrestar, en efecto, tanto el individualismo como el comunitarismo así entendido; y también –aunque no se menciona en el texto– el clericalismo.