Especialmente es necesario para los educadores y en general para todo cristiano, pues todos tenemos responsabilidad para ayudar a los otros en el camino hacia Dios. Es uno de los temas de fondo de la exhortación Evangelii gaudium, del Papa Francisco.
Contemplación de nuestra cultura urbana
Tiene presente el Papa que
la finalidad de nuestra salvación, el Cielo, no es simplemente un lugar o un
estado sino también una ciudad. De la contemplación de la ciudad celeste extrae
motivo para su reflexión sobre los desafíos de las culturas urbanas:
“La nueva Jerusalén, la Ciudad santa (cf. Ap 21,2-4), es el destino hacia donde
peregrina toda la humanidad. Es llamativo que la revelación nos diga que la
plenitud de la humanidad y de la historia se realiza en una ciudad. Necesitamos
reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe
que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas.
La presencia de Dios acompaña las búsquedas sinceras que personas y grupos
realizan para encontrar apoyo y sentido a sus vidas. Él vive entre los
ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de
verdad, de justicia. Esa presencia no debe ser fabricada sino descubierta,
develada. Dios no se oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero,
aunque lo hagan a tientas, de manera imprecisa y difusa” (Evangelii gaudium, n. 71).
Prosigue
Francisco: “En la ciudad, lo religioso está mediado por diferentes estilos de
vida, por costumbres asociadas a un sentido de lo temporal, de lo territorial y
de las relaciones, que difiere del estilo de los habitantes rurales. En sus
vidas cotidianas los ciudadanos muchas veces luchan por sobrevivir, y en esas
luchas se esconde un sentido profundo de la existencia que suele entrañar
también un hondo sentido religioso. Necesitamos contemplarlo para lograr un
diálogo como el que el Señor desarrolló con la samaritana, junto al pozo, donde
ella buscaba saciar su sed (cf. Jn 4,7-26)” (Evangelii gaudium, n. 72).
Contemplación para salir de nosotros mismos hacia los demás
Desde ahí nos propone rechazar una espiritualidad
“espiritualista” (individualista, intimista) y en el fondo egoísta. Además de
decir que “no”, en el ambiente social, a la exclusión de los pobres, a la
idolatría del dinero, a la desigualdad y a la violencia, y en los
evangelizadores, a la tibieza egoísta, el pesimismo estéril y la mundanidad
espiritual, hay que decir que “Sí a las
relaciones nuevas que genera Jesucristo”.
En ese
marco propone el Papa salir de nosotros mismos, superar la desconfianza hacia los demás y las actitudes defensivas
de nuestra comodidad, ir al encuentro de los demás, de sus rostros reales
(necesidades, dolores, alegrías), rechazar el aislarse en una vida espiritual
que nos aleje de ellos, volviéndonos individualistas o cómodos. Y todo esto
implica que tenemos que aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás,
“incluso cuando recibimos agresiones injustas o ingratitudes, sin cansarnos
jamás de optar por la fraternidad” (n. 91).
Lo que
hemos de buscar –apunta– es “una fraternidad mística,
contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir
a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia
aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para
buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno” (n. 92).
Contemplativos de la Palabra y del pueblo
Lo que se dice del predicador, que
debe ser “contemplativo”, vale también para el educador o formador, y en
general para todo cristiano: ha de ser “un contemplativo de la Palabra y un
contemplativo del pueblo” (n. 154). Es decir, ha de saber descubrir las
aspiraciones profundas de la gente, sus necesidades, sus preguntas, para ser
capaces de ayudarles con el mensaje del Evangelio y la vida cristiana. Con
palabras de Pablo VI, se trata de una “sensibilidad espiritual para leer en los
acontecimientos el mensaje de Dios”; ser capaz de descubrir “lo que el Señor
desea decir en una
determinada circunstancia”.
Y así,
como escribe Juan Pablo II, el predicador –cabría decir, de nuevo, el educador
cristiano y todo cristiano– debe ejercitarse en el discernimiento evangélico
que intenta reconocer –a la luz del Espíritu Santo – “una llamada que Dios hace
oír en una situación histórica determinada; en ella y por medio de ella Dios
llama al creyente” (Pastores dabo vobis, 10).
La
contemplación es también requisito para una verdadera ayuda de dirección y
acompañamiento espiritual, tal como pide la evangelización: necesitamos, señala
Francisco, “la mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante el
otro cuantas veces sea necesario” (Evangelii
gaudium, n. 169), para luego poder hacer presente la presencia cercana del
Señor junto a ellos y su mirada personal. Para eso hay que aprender siempre “a quitarse
las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5).
Y
añade: “Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con
una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane,
libere y aliente a madurar en la vida cristiana” (Ibid). Y desde ahí ejercitar
la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de esperar, la docilidad al
Espíritu Santo, y especialmente el arte
de escuchar: “La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra
oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a
partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos
de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias
de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que
Dios ha sembrado en la propia vida” (Evangelii
gaudium, n. 171).
Así
aprenderemos también, sobre todo los educadores y formadores, la pedagogía de
saber llevar a los otros paso a paso hacia las virtudes con inmensa paciencia,
animando a las personas sin juzgarlas (cf. Ibid). “La propia experiencia de
dejarnos acompañar y curar, capaces de expresar con total sinceridad nuestra
vida ante quien nos acompaña, nos enseña a ser pacientes y compasivos con los
demás y nos capacita para encontrar las maneras de despertar su confianza, su
apertura y su disposición para crecer” (n. 172).
La
necesidad de la contemplación es asimismo condición para descubrir a Cristo en
los pobres y necesitados: “El verdadero amor siempre es contemplativo, nos permite servir al otro no por
necesidad o por vanidad, sino porque él es bello, más allá de su apariencia”
(n. 199). Solo así podremos lograr que se sientan como en su casa, cuando están
con nosotros.
Contemplación para evangelizar
En suma, de la contemplación surge siempre de nuevo el deseo
evangelizador, el afán apostólico. “Dejando que Él nos contemple”, desde el
crucifijo o el Sagrario, se renueva en nosotros el deseo de comunicar a los
demás “lo que hemos visto y oído es lo que anunciamos” (1 Jn 1, 3). O también
en la lectura y contemplación del Evangelio y de los misterios de la vida del
Señor: “La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es
contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si
lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y
otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo,
que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que
humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir
a los demás” (n. 264).
Es lógico
que todo ello se refuerce con la oración de intercesión, porque nuestra oración
ha de estar llena de los demás: “Así descubrimos que interceder no nos aparta
de la verdadera contemplación, porque la contemplación que deja fuera a los
demás es un engaño” (n. 281).
En definitiva, la oración y el examen de conciencia bien hechos y la búsqueda
de la presencia de Dios a lo largo del día nos llevan siempre a los demás, a
sus necesidades, comenzando por quienes viven conmigo: cómo son, qué necesitan,
qué les alegra o entristece, cómo descansan, qué puedo hacer por ellos; incluso
aunque me resultaran distantes o difíciles de tratar, pues “donde no hay amor
pon amor y sacaras amor” (San Juan de la Cruz).
Para
aprender este espíritu contemplativo que se traduce en evangelización, el Papa
nos aconseja acudir a María. Ella “es contemplativa del misterio de Dios en el
mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la
mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la
prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás ‘sin demora’ (Lc 1,39). Esta dinámica de justicia y
ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización”
(n. 288). Y en la oración final Francisco le invoca en esta misma línea:
Tú, Virgen
de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
(publicado en www.analisisdigital.com, 18-II-2014)
Cuando era Adolecente, veia a mis padres y abuelos que rezaban el rosario a diario, siempre me preguntaba como puedes comunicarte a Dios a traves del rosario si siempre se dice lo mismo, una ves y otra ves y no me hacia sentido, no veia razonable y use mis propias tecnicas de rezar.
ResponderEliminar25 anios despues les digo que mi metodo no funciono como yo lo pense de adolecente y me acorde de mis padres y abuelos ahora ya muertos, sobre el Rosario y pense razonadamente a ellos les funciono por algo lo hacian y empece a rezar el rosario todos los dias y despues de 7 anios de hacerlo, les puedo asegurar QUE FUNCIONA Y FUNCIONA MUY BIEN ! Por eso les aseguro que la pura Razon no funciona que se necesita la FE, y que paradogicamente la FE solo es dada por Dios asi que el rezar es como estarle pidiendole que nos de mas FE y mayor lucidad para poder poner la razon en orden. El vivir Cristianamente debe ser algo que se note, que no se presuma o se haga alarde de tu condicion sino que la gente pueda decir que no lo ves el es Catolico. Asi podras saber que esta viviendo como cristiano creo yo. Mas de Hechos que de Palabras y si no creen ahi esta el Papa Francisco que con sus hechos a cautivado hasta las publicaciones mas vanales en Estados Unidos como es la revista "Roling Stone" que aparecio en su portada este mes... entre muchas otras
Pues yo, personalmente, debo decir que encontre esta practica muy util:
ResponderEliminarhttp://solitariosensilencio.blogspot.com.ar/