miércoles, 1 de noviembre de 2023

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En el surco del Vaticano II

 (Sinodalidad para la misión, I)

(En la imagen, Pablo VI presidiendo el Concilio Vaticano II en 1963)

La relación de síntesis del sínodo sobre la sinodalidad, en su primera sesión de 2023 (“Una Iglesia sinodal en misión”, 28-X-2023), consta de una introducción y tres partes. Aquí nos referimos únicamente a la introducción.


En ella se recoge el agradecimiento por haber participado en la experiencia sinodal: “En la multiplicidad de intervenciones y la pluralidad de posiciones resonó la experiencia de una Iglesia que está aprendiendo el estilo de la sinodalidad y buscando las formas más adecuadas para realizarla”.

Después de las consultas realizadas en las etapas diocesana, nacional y continental, en esta sesión se abría la recepción de los frutos de esa amplia consulta “para discernir, en la oración y el diálogo, los caminos que el Espíritu nos pide seguir”. Al mismo tiempo se daba paso a una segunda fase del sínodo sobre la sinodalidad, fase que se cerrará en octubre de 2024.


En la estela del Concilio Vaticano II

Probablemente el párrafo más importante de la introducción es el que se refiere a la inserción del sínodo en la estela o surco del Concilio Vaticano II, así como a los presupuestos fundamentales del método utilizado, presupuestos que se enraízan en el mismo concilio y desean servir a su inspiración, recepción y fuerza evangelizadora. Vale la pena, por ello, recoger este párrafo por entero:

“Todo el camino, enraizado en la Tradición de la Iglesia, se desarrolla a la luz del magisterio conciliar. El Concilio Vaticano II fue, en efecto, como una semilla sembrada en el campo del mundo y de la Iglesia. La vida cotidiana de los creyentes, la experiencia de las Iglesias en todos los pueblos y culturas, los numerosos testimonios de santidad, la reflexión de los teólogos fueron el terreno en el que germinó y creció. El Sínodo 2021-2024 sigue aprovechando la energía de esa semilla y desarrollando su potencial. De hecho, el camino sinodal pone en práctica lo que el Concilio enseñó sobre la Iglesia como Misterio y Pueblo de Dios, llamada a la santidad. Valora la contribución de todos los bautizados, en la variedad de sus vocaciones, a una mejor comprensión y práctica del Evangelio. En este sentido, constituye un verdadero acto de recepción ulterior del Concilio, prolongando su inspiración y relanzando su fuerza profética para el mundo de hoy”.

La “plantilla” para el desarrollo de la asamblea sinodal ha sido el documento de trabajo (Instrumentum laboris), con su invitación a reflexionar sobre los principios y características de una Iglesia sinodal, y sobre las dinámicas de comunión, misión y participación que hacen posible la colaboración de todos los cristianos en el impulso con que el Espíritu Santo une, vivifica y guía a la Iglesia. “Pudimos –se declara– entrar en el fondo de las cuestiones, identificar los temas que requieren un estudio en profundidad y presentar un primer núcleo de propuestas”. El presente informe, se entiende como “una herramienta al servicio del discernimiento que aún deberá continuar”, a la vez que subraya los contenidos que se consideran prioritarios.

Principios, protagonistas y dinámicas

En efecto, las tres partes del documento se dedican, respectivamente, a la sinodalidad en sí misma (I. “El rostro de la Iglesia sinodal”: principios teológicos y características del estilo o modo de actuar), los sujetos protagonistas de la misión (II. “Todos discípulos, todos misioneros”: un camino conjunto en diálogo y complementariedad) y las dinámicas de la sinodalidad (III. “Tejer lazos, construir comunidad”: procesos y organismos que la hacen posible).

En total se trata de veinte breves capítulos, en cada uno de los cuales se distinguen “convergencias”, “cuestiones que deben abordarse” y “propuestas surgidas del diálogo”. Así se explica al final de la introducción: “Las convergencias identifican los puntos fijos a los que puede mirar la reflexión: son como un mapa que nos permite orientarnos en el camino y no perdernos. Las cuestiones a tratar recogen los puntos sobre los que hemos reconocido que es necesario continuar el estudio teológico, pastoral, canónico: son como encrucijadas en las que hay que detenerse, para comprender mejor la dirección a tomar. Las propuestas, en cambio, indican posibles caminos a seguir: algunas se sugieren, otras se recomiendan, otras se piden con más fuerza y determinación”.

Como ya se ve, desde el principio, se plantean algunos presupuestos importantes para una comprensión y vivencia de la sinodalidad. No son generalidades ni teorías, sino interpelaciones especialmente para quienes tenemos la responsabilidad de educar o transmitir la fe vivida. Y no las podemos dejar para mañana.

-Ante todo, la fe en el origen divino y el carácter trascendente de la Iglesia, junto con su dimensión humana e histórica.

-La llamada a vivir nuestro ser Iglesia y participar en su misión en unidad y diversidad, como es propio de su misterio de “comunión y misión”.

-La necesidad de la formación (especialmente en el plano espiritual y en el conocimiento de las enseñanzas del Concilio Vaticano II), para todos y a diversos niveles.


1 comentario:

  1. Gracias por la síntesis. Ayuda a mejor entender el texto.
    Saludos.

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