domingo, 24 de diciembre de 2023

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El pequeño número que representa el todo

 


Geertgen tot Sint Jans, Nacimiento de Cristo (h. 1490).
National Gallery, Londres. The Art Archive




En la historia de la salvación siempre unos pocos son capaces (por la gracia de Dios) de actuar para la salvación de muchos. Esto se cumple de modo eminente en quienes intervienen en la Navidad, principalmente Jesús, María y José: un pequeño grupo, en torno al Señor que, sobre todo Él, lleva en sí “el beneficio destinado a todos” (*).

Esto sigue siendo la Iglesia, a nivel universal (aunque no sea tan pequeña) y local, y también cada familia de los cristianos. Y cada cristiano que, sabiéndose miembro de Cristo, busca personalmente la santidad y procura anunciar la Buena Noticia, ante todo con su propia vida: ¡Nos ha nacido un Salvador!

 

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“La categoría bíblica fundamental no es la de cantidad, sino la idea de elementos representativos que tienen un valor dinámico universal: dos rasgos que se unen en la noción típicamente bíblica de primicias. “El pensamiento bíblico (…) comprende el fenómeno particular en el conjunto, ya sea como semilla, raíz y fruto de un árbol…” (W. Vischer) (…)

Pero esta totalidad es considerada como representada en una porción de ella misma, que es portadora del destino de la totalidad según el plan de Dios. Estudios bíblicos como los de Wilhem Vischer han demostrado que este plan, dinámico y progresiva, estaba penetrado por la idea de Pars pro toto [parte por el todo]: la humanidad es tomada [como representante] por el mundo para tributar a Dios la alabanza de la creación; Israel es tomado por la humanidad, para ser como el testigo y el sacerdote de Dios en medio de los hombres, y, en el fondo, el pueblo judío ha conservado, como sello indeleble de su elección, aun cuando lo profanase, el sentimiento de este ideal y de esta vocación: ‘Minoría al servicio de una mayoría’, dice de él J. Weill.

Pero Israel para nosotros es ahora la Iglesia: nosotros debemos aplicar a nuestro cristianismo el mismo sentimiento de ser esta minoría representativa y dinámica, encargada espiritualmente del destino final de todos…

En Israel, incluso, una porción se presentaba frecuentemente como representante del conjunto. Cuando los judíos más fervorosos se reúnen en Jerusalén para las grandes fiestas, todo Israel está místicamente representado. Cuando, a partir del siglo VIII antes de Jesucristo, los profetas empiezan a anunciar la destrucción de la ciudad santa y del templo, hablan también proféticamente del ‘resto’ cuya realidad cuantitativa importa poco y además no es tampoco determinada, pero que tiene el valor de representar a todo el nuevo Israel.

Finalmente, se sabe que el Israel nuevo no es representado ni tiene su punto de partida en un resto colectivo, sino en uno solo, el Hijo del hombre, que es portador, en sí mismo, del pueblo de los santos del Altísimo. En realidad, nuestra doctrina cristiana de la redención es incomprensible al margen de esta idea bíblica de inclusión representativa, que hemos expuesto ahora con algunos ejemplos.

Hay una aplicación constante de la Pars pro toto: Dios ve un gran número (el conjunto) y los incluye en su plan, pero se sirve de un pequeño grupo o de un solo individuo que providencialmente es el portador del beneficio destinado a todos”.

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(*) Ver el texto, que reproducimos a continuación, de Y. Congar, “El pequeño mundo que representa el todo”, en Idem., Amplio mundo mi parroquia (orig. francés, 1959), 29-31.

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