(La vida cristiana como Epifanía)
Gentile da Fabriano, Adoración de los Magos (1424),
Florencia, Galleria degli Uffici
En uno de sus libros evoca el cardenal Ravasi lo sucedido en el año 614, cuando el rey persa Cosroes cercó la basílica de Belén, que encierra en su cripta la gruta del Nacimiento, construida por Elena, madre de Constantino en el 330. Al ver en el frontal una representación de los Reyes Magos caracterizados como persas, desistió de su empeño. Y así los Magos salvaron la gruta.
Predicaba Benedicto XVI, en la
Epifanía de 2012, que los Magos,
por su corazón inquieto, vigilante y valiente fueron capaces no sólo de seguir la estrella sino de
iluminar, con su actitud, el camino de los hombres hacia Cristo.
En la misma línea, el Papa Francisco, en su homilía de Epifanía de este año ha dicho que el ejemplo de los Magos "nos ayuda a levantar la mirada hacia la estrella y a
seguir los grandes deseos de nuestro corazón. Nos enseñan a no contentarnos con una vida mediocre, de 'pequeño cabotaje', sino a
dejarnos atraer siempre por lo que es bueno, verdadero, bello… por Dios, ¡que todo esto lo es de modo cada vez más grande!" (Homilía 6-I-2013). Para ello, y de acuerdo con la tradición cristiana, nos ha aconsejado
contemplar "dos libros": el del Evangelio (escucharlo, leerlo y meditarlo) y el de la creación (el mundo creado por Dios y los acontecimientos de nuestra vida).
En otras ocasiones, reflexionando sobre las actitudes de los Magos, el Papa Ratzinger ponía de relieve la conexión entre
la humildad, la adoración y la sabiduría.