viernes, 30 de julio de 2021

Teología en salida, que anuncie el Evangelio

 

  E. Burnand, Mañana de la resurrección (c. 1898). Museo de Orsay, París
 [Juan, en actitud de oración, y Pedro, en actitud de arrepentimiento, corren hacia el sepulcro]      



En un artículo publicado en el Osservatore Romano el pasado 23 de julio, el cardenal portugués José Tolentino de Mendonça, bibliotecario y archivista de la Iglesia romana, se plantea la relación entre evangelización y teología; es decir, qué tipo de teología necesita en nuestro tiempo una Iglesia “en salida”. Sigamos sus pasos. 

 

Vencer el escepticismo

1. Ante todo encuentra tres obstáculos. En un ambiente secularista se desconfía de la investigación sobre la verdad. Pero también dentro de la comunidad eclesial hay quien piensa, por un lado, que haber acogido la verdad significa poseerla; y, por otro lado, hay quien sostiene que la verdad cristiana solo puede ser testimoniada como “intervención práctica” o servicio al mundo, sin necesidad de mediaciones sacerdotales.

“Para unos –por tanto– la verdad es solo enseñada, como un paquete de saberes indiscutible e inmutable; para los otros, a la verdad se accede solo en la acción y en el servicio y no, complementariamente, en el recorrido lento y paciente del ejercicio reflexivo y contemplativo de la racionalidad humana”.

Estos planteamientos escépticos, fuera y dentro de la comunidad eclesial, debilitan la teología. Frente a ellos, el cardenal escribe convencido de que no hay evangelización sin teología, es decir sin “pensar la Palabra de Dios a la luz de la historia humana y pensar la historia de los hombres a la luz de la Palabra de Dios”. Ni el anuncio del evangelio ni la Iglesia misma pueden existir sin teología. 

 

lunes, 5 de julio de 2021

Sobre la amistad social

 
 
La intención del Papa Francisco para el apostolado de la oración, en este mes de julio, es la amistad social.

Se trata de una realidad expresada en su encíclica Fratelli tutti (3-X-2020). Forma binomio con la fraternidad universal. Tiene su raíz principal en el amor o la caridad. Y de ella se deducen consecuencias bien concretas, en relación con la doctrina social, objeto de la encíclica.


Esencialmente vinculada a la fraternidad universal

La “amistad social” hace su entrada al explicar el contenido esencial del documento, dedicado precisamente “a la fraternidad y a la amistad social” (n. 2), inspirado el mensaje de san Francisco de Asís: “Porque san Francisco, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos” (Ibid.). Esto significa que la expresión amistad social no remite simplemente a un concepto que podría parecer paradójico, pues la amistad en principio no suele tenerse con la sociedad sino con algunas personas muy concretas; por lo que esa actitud, si es amistad no sería social, y si es social no sería amistad. Es algo más concreto que, primero, se relaciona estrechamente con la fraternidad (universal), que conduce a una siembra (también universal) de paz y, al mismo tiempo, a una cercanía especialmente con los más pobres y necesitados.

En segundo lugar, el Papa señala que las cuestiones implicadas en este binomio fraternidad-amistad social “han estado siempre entre mis preocupaciones” y a ellas se ha referido reiteradas veces. Lo hace ahora una vez más inspirado en la fraternidad con el patriarca ortodoxo (de Constantinopla) Bartolomé y estimulado por la amistad del gran imán Ahmad Al-Tayyeb, con el que se encontró en Abu Dabi (juntos firmaron un importante documento sobre el cuidado de la creación). Tenemos, pues, un dato más en cuanto al contenido de la amistad social: sus implicaciones respecto al cuidado de la creación.

La tercera alusión a la amistad social, siempre unida a la fraternidad universal, es para manifestar su deseo de que esta propuesta suya “no se quede en las palabras” (n. 6). Siendo una encíclica social, se abre desde el mensaje cristiano a todas las personas de buena voluntad. Y tiene en cuenta las problemáticas abiertas por la pandemia del Covid-19 precisamente para insistir en lo fundamental: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (n. 8). En efecto, la raíz común es la fraternidad que nos une desde la fe y/o desde la convicción de pertenecer a una misma humanidad y ser cobijados por una misma tierra.