El contenido de la exhortación del papa Francisco, “
Christus vivit, a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios” –fruto del sínodo sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, de 2018– corresponde bien a su título. No es este un documento “sobre” los jóvenes, sino
una conversación con ellos, una carta dirigida en primer lugar a los jóvenes, a cada uno.
En cuanto a
los educadores y formadores, quizá en un texto como este (que recoge experiencias de todo el mundo) les interese no tanto buscar “novedades”, como más bien descubrir acentos, matices, puntos de luz y desafíos.
Desde el principio el papa pone a los jóvenes personalmente frente a Jesús: “Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos,
Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza” (n. 2). En torno a ese núcleo, Francisco mira a la realidad que rodea a los jóvenes y les invita a situarse en ella. También a mirarse a sí mismos en el ambiente en que se mueven, con sus luces y sus sombras. No deja de advertirles de algunos riesgos, pero sobre todo les impulsa a madurar personalmente, preocuparse por las necesidades de los demás y mejorar el mundo.
Para facilitar la lectura y el estudio del texto, se puede dividir en
tres partes: una primera, que se pregunta cómo las Sagradas Escrituras presentan la figura de los jóvenes (capítulos 1 y 2) y, desde la fe, mira a la realidad en la que se sitúan actualmente los jóvenes (capítulo 3); una segunda parte, la central, donde se presenta “el gran anuncio de la fe a los jóvenes”, junto con las consecuencias y condiciones (capítulos 4-6); la parte final, dirigida también a los educadores o formadores de los jóvenes sobre la formación, la vocación y el discernimiento (capítulos 7-9).