La perspectiva de la fe cristiana aporta una potente luz al discernimiento de la tarea educativa, tanto en la escuela como en la universidad. En esta última además, fomenta una verdadera “revolución cultural” al servicio de la sociedad. Lo ha dicho Francisco citando un documento sobre la renovación de los estudios en las universidades y facultades de la Iglesia.
El papa se extendió sobre este tema en una meditación que dirigió en la Pontificia Universidad Lateranense, el pasado 26 de marzo.
Partió de la liturgia del día (Dn 3, 25. 34-43). Un pasaje del libro de Daniel, donde se presenta la oración de tres jóvenes –arrojados a un horno de fuego por negarse a adorar una estatua del rey de Babilonia– y como Dios les libró de todo mal. Siempre pasa así, señaló Francisco: “Escuchar la Escritura a partir de la realidad del “hoy” desvela y comunica ulteriores significados que en ella se contienen”. Para dar valor a los creyentes ante las persecuciones sufridas por su fe, el libro recuerda los personajes ilustres que vivieron la fidelidad a Dios y su Torá. Así “la memoria del pasado nos trae no solo un mensaje, sino que nos aporta la fuerza de la pertenencia a un pueblo”.
Podemos dividir la intervención de Francisco en tres pasos: 1) presentación del contexto actual en relación con el camino académico; 2) llamada de atención ante una cultura individualista y consejo de cultivar una memoria agradecida; 3) propuesta de una tarea intelectual y educativa que esté vivificada por el espíritu cristiano, en el horizonte de la verdad y del amor.
Punto de encuentro para educadores, catequistas y personas interesadas en la formación cristiana
domingo, 31 de marzo de 2019
La fe, al servicio de la cultura y de la sociedad
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Ramiro Pellitero
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jueves, 7 de marzo de 2019
Jesucristo, vida verdadera y eterna
A propósito de “la protección de los menores en la Iglesia” (Francisco, Discurso, 24-II-2019) y para contribuir a esta tarea en el conjunto de la sociedad, los educadores de la fe deberíamos hacernos algunas preguntas: ¿cómo se explican las incongruencias, y a veces los delitos, de personas que dicen tener fe y que incluso tienen como misión la de educar a otros? ¿Qué tipo de educación hay que dar a los cristianos, comenzando por los educadores? ¿Podría bastar una educación suficientemente ética, como señalan algunos?
Esto no significa echar las culpas de todo a una mala educación recibida por quienes cometen abusos, ni tampoco lo contrario: afirmar que la única causa y por tanto el único remedio para evitar los problemas sea una buena educación o formación. Pero es nuestra responsabilidad preguntarnos cómo puede contribuir la educación de la fe en estas cuestiones.
Conviene preguntarse antes: ¿qué es la fe?, ¿qué implica la fe para la vida?, ¿cómo educar la coherencia de los cristianos en su colaboración con todos para la búsqueda del bien común?
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Ramiro Pellitero
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